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Medio Ambiente

La carrera por salvar a los leones de África occidental, en peligro de extinción

Los chillidos de un jabalí salen de los altavoces y resuenan entre los árboles mientras Kris Everatt trata de atraer a un león para que le disparen un dardo y le pongan un radiocollar. Pone en pausa los gritos grabados y el equipo vuelve a esperar somnoliento en el camión.

Aparentemente, de la nada, oímos crujir las patas en las hojas secas cercanas. Hemos estado aquí toda la noche, vigilando el cebo, pero de repente estamos muy despiertos.

Luego, el silencio. Everatt, un biólogo canadiense de la organización de conservación de felinos salvajes Panthera que lleva más de una década trabajando en África y casi todo el mundo, tiene la expresión vacía e intencionada de alguien que intenta ver con las orejas.

Para mi sorpresa, empieza a emitir los profundos ronroneos de un león satisfecho. La treta funciona y el animal invisible se da un festín con el cebo, un trozo de carne y vísceras atado a un árbol a 30 metros de distancia. En la oscuridad, oímos cómo se desgarran los tendones y se astillan los huesos.

Estamos en el extremo sureste de Senegal, en el poco conocido Parque Nacional de Niokolo-Koba, una reserva de 9000 kilómetros cuadrados que se convirtió en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1981. El servicio de parques del país y Panthera están en plena carrera para salvar de la extinción local a unos 30 leones de África Occidental en peligro crítico.

(Relacionado: La caza furtiva tiene una víctima a la que nadie está prestando atención)

Hasta hace poco no se reconocía que los leones de África Occidental estaban más emparentados con los leones asiáticos de la India que con los de las sabanas del sur de África. De hecho, en comparación con sus parientes, los felinos de África Occidental son más altos y musculosos, y carecen de las lujosas melenas que los caracterizan.

Los últimos leones que quedan en Niokolo-Koba están amenazados por la caza furtiva de los animales que cazan, como antílopes y búfalos. Los conservacionistas temen que los propios leones también sean vulnerables: las pieles, los dientes, las garras y la carne de león alcanzan precios elevados, sobre todo en África y Asia, donde el hueso de león es un sustituto del cada vez más escaso hueso de tigre salvaje en la medicina tradicional.

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