El océano es el origen y el motor de toda la vida en este planeta, y está bajo amenaza.
Una gran parte del problema: la contaminación.
¿Cómo llega la basura al océano? Es vertida, bombeada, derramada, filtrada e incluso lavada con nuestra ropa. Cada año, exponemos las vías fluviales del mundo a una creciente variedad de contaminantes: desechos plásticos, químicos, petróleo crudo y más.
Afortunadamente, no es demasiado tarde para limpiar nuestras acciones. Comparte la verdad sobre la contaminación del océano y ayuda a marcar la diferencia.
Los derrames de petróleo que acaparan titulares representan sólo el 12 por ciento del petróleo en nuestros océanos. El triple de petróleo es llevado al mar a través de los vertidos de nuestras carreteras, ríos y desagües.
Ocho millones de toneladas métricas: es la cantidad de plástico que arrojamos a los océanos cada año. Equivalente a casi 57.000 ballenas azules, cada año. Para el 2050, habrá más plástico, que peces en peces del océano.
Más plástico en el océano viene de China e Indonesia que de cualquier otro lugar – juntos, representan un tercio de la contaminación de plástico. De hecho, el 80 por ciento de la contaminación plástica proviene de sólo 20 países, incluyendo los Estados Unidos.
Cada vez que usas la lavadora de ropa, más de 700.000 microfibras sintéticas son arrastradas a nuestras vías fluviales. A diferencia de los materiales naturales como el algodón o la lana, estas fibras plastificadas no se descomponen. Un estudio demostró que las microfibras sintéticas constituyen hasta el 85 por ciento de toda la basura de la playa.
Cuando se arrojan al mar en grandes cantidades, los nutrientes agrícolas como el nitrógeno pueden estimular un crecimiento explosivo de las algas. Cuando las algas se descomponen, el oxígeno de las aguas circundantes se consume, creando una vasta zona desoxigenada que puede resultar en la muerte masiva de peces y otra vida marina.
En 2004, los científicos contaron 146 zonas hipóxicas (áreas con una concentración de oxígeno tan baja que la vida animal se asfixia y muere) en los océanos del mundo. En 2008, ese número se elevó a 405. En 2017, en el Golfo de México, los oceanógrafos detectaron una zona muerta casi del tamaño de Nueva Jersey – la mayor zona muerta jamás medida.
Uno de los efectos de las emisiones de efecto invernadero es el aumento de la acidificación de los océanos, que hace más difícil que especies como los mejillones, las almejas y las ostras formen conchas, lo que disminuye sus posibilidades de supervivencia, altera la cadena alimenticia y afecta a la multimillonaria industria de los mariscos
La contaminación acústica generada por la navegación y la actividad militar puede causar daños celulares a una clase de invertebrados que incluye medusas y anémonas. Estos animales son una fuente de alimento vital para el atún, los tiburones, las tortugas marinas y otras criaturas.