Las diferentes poblaciones de animales salvajes han perdido en promedio el 73% de sus individuos en 50 años, y en América Latina y el Caribe la pérdida es de hasta el 95%, según el informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) publicado el jueves.
A pocos días del inicio de la COP16 sobre Biodiversidad en Colombia, el informe “Planeta Viviente” precisa que ese porcentaje no significa que casi tres cuartas partes de los animales salvajes del planeta hayan desaparecido, sino que el tamaño de diversas poblaciones (grupos de animales de una misma especie que comparten un hábitat común) ha disminuido en un 73% en promedio durante los últimos cincuenta años (1970-2020).
“Una población es un grupo de animales observado en un momento dado en un lugar determinado”, explicó en rueda de prensa Yann Laurans, director de programas de WWF en Francia.
“Hemos constatado verdaderos éxitos a nivel local, con especies que regresan, pero eso son como islotes de preservación en el interior de un conjunto que se degrada”, explicó.
La tendencia de esa degradación era del 68% en la edición anterior de 2022.
En total, alrededor de 5.500 vertebrados (mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios), distribuidos en unas 35.000 poblaciones en todo el mundo, están ahora registrados en este “Índice Planeta Viviente”, establecido y actualizado cada dos años por la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) desde 1998.
El índice se ha convertido en una referencia internacional para medir el estado de los ecosistemas naturales y analizar las consecuencias sobre la salud humana, la alimentación o el cambio climático, a pesar de las repetidas críticas de los científicos a la metodología de cálculo, acusada de exagerar en gran medida la magnitud del declive.
“Seguimos confiando en la solidez” del índice, aseguró Andrew Terry de la ZSL durante una rueda de prensa.
Esas desigualdades en las estimaciones de distintas poblaciones son muy evidentes cuando se examinan los resultados por continentes: por ejemplo, la población del delfín rosa del Amazonas (conocido como boto) ha declinado un 65% entre 1994 y 2016.
En cambio, el bisón europeo, totalmente desaparecido en estado salvaje en ese continente en 1927, cuenta ahora con una población de 6.800 individuos.
“No se trata solo de la fauna salvaje, se trata de los ecosistemas esenciales que sostienen la vida humana”, advirtió Daudi Sumba, conservador jefe del WWF.
La nueva edición del informe repite la necesidad de abordar conjuntamente las crisis “interconectadas” del clima y la destrucción de la naturaleza. E insiste en la creciente amenaza de “puntos de inflexión” en algunos ecosistemas.
“Los cambios podrían ser irreversibles, con consecuencias devastadoras para la humanidad”, advirtió Sumba, citando el ejemplo del Amazonas, en riesgo de pasar de ser un “sumidero de carbono a emisor de carbono, acelerando así el calentamiento global”.
El mayor declive se observa en las poblaciones de especies de agua dulce (-85%), seguido por los vertebrados terrestres (-69%) y marinos (-56%).
Tras América Latina y el Caribe llegan África (-76%), Asia y el Pacífico (-60%).
La reducción es “menos espectacular en Europa y Asia Central (-35%) y en Norteamérica (-39%), pero solo porque los impactos a gran escala en la naturaleza ya eran visibles antes de 1970 en estas regiones: algunas poblaciones se han estabilizado, e incluso han crecido gracias a los esfuerzos de conservación y la reintroducción de especies”, explica el informe.
“La buena noticia es que aún no hemos llegado al punto de no retorno”, añadió, citando los esfuerzos en curso tras el acuerdo de París sobre el clima o el acuerdo de Kunming-Montreal. Este último fijó a los Estados de todo el mundo una veintena de objetivos para la protección de la naturaleza a alcanzar para 2030.
Impulsar la implementación, hasta ahora tímida, de este programa será la tarea principal de la 16ª conferencia de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB), que se celebrará del 21 de octubre al 1 de noviembre en Cali, Colombia.