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Medio Ambiente

Los cocodrilos americanos se están extendiendo hacia el norte en Florida (y eso es algo muy bueno)

En octubre, en la orilla de un canal bordeado de palmeras junto al río Banana, en Satellite Beach (Florida, Estados Unidos), un cocodrilo americano de 3 metros de largo tomaba el sol del mediodía, abriendo sus mandíbulas dentadas ante la mirada de los vecinos desde sus muelles.

El reptil se había convertido en objeto de cotilleo y noticia local, porque hasta este año, la mayoría de los residentes de las comunidades costeras al este de Orlando nunca habían visto uno, según la Comisión para la Conservación de la Pesca y la Vida Silvestre de Florida. Algunos se asustaron. Otros sentían curiosidad. Sin embargo, la Comisión decidió que lo mejor para todos era intervenir. Los tramperos del estado capturaron al cocodrilo macho, le cerraron las mandíbulas con cinta adhesiva y lo cargaron en un vehículo de transporte con destino al sur de Florida, donde fue liberado.

Los cocodrilos americanos suelen vivir en los estuarios de manglares de los Everglades y sus alrededores, a unos 320 km de Banana River. Aunque el área de distribución histórica de los cocodrilos americanos se extiende por las costas de Florida hasta Cañaveral National Seashore, al noreste de Orlando, la pérdida masiva de hábitat había eliminado prácticamente la especie del norte.

Pero en los últimos años han aumentado los avistamientos verificados de cocodrilos americanos al norte de los Everglades, y los expertos creen que los reptiles pueden estar recuperando al menos parte de su territorio. Aunque nadie sabe cuántos cocodrilos viven en el norte de Florida, el aumento de avistamientos sugiere que los animales empezarán a reproducirse pronto, según los expertos.

Florida es el único lugar del mundo donde coexisten aligatores, a menudo llamados también caimanes, y cocodrilos en libertad. Los cocodrilos americanos alcanzan unos 4,5 metros de longitud, mientras que el caimán o aligátor americano o del Misisipi (Alligator mississippiensis) medio rara vez supera los 3 metros. La mejor forma de distinguir las especies es por la forma de sus hocicos: el de los caimanes es más redondeado, mientras que el de los cocodrilos se estrecha en punta.

Al igual que sus primos aligatores, más pequeños, el cocodrilo americano fue declarado en peligro de extinción en la década de 1970 por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. Gracias a la conservación de los manglares, su número ha aumentado espectacularmente, pasando de un mínimo histórico estimado en unos 150 ejemplares a unos 2000 en el estado de Florida. Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica al cocodrilo americano como vulnerable en general, el FWS rebajó la especie (sólo en Florida) a la categoría de amenazada en 2007.

“Es una historia de éxito de una especie amenazada”, afirma Frank Mazzotti, profesor de ecología y experto en cocodrilos americanos de la Universidad de Florida. El regreso de la especie es positivo, sobre todo porque estos depredadores son vitales para los humedales costeros y ayudan a mantener a raya a sus presas.

Tampoco son una amenaza para las personas. “Debido a la naturaleza tímida y solitaria del cocodrilo americano, los conflictos entre ellos y las personas son extremadamente raros en Florida, y sólo se ha documentado un incidente de mordedura [no mortal]”, afirma Lauren Claerbout, portavoz de la comisión estatal de vida salvaje.

Al igual que los caimanes americanos, las poblaciones de cocodrilos americanos de Florida sufrieron un declive debido en gran parte a la destrucción de su hábitat. Carreteras y diques interrumpieron y desviaron el flujo natural de los Everglades hacia el sur, volviendo inhóspitos muchos hábitats río abajo. Estos cambios de hábitat han supuesto un problema mayor para los cocodrilos que para sus parientes más resistentes.

Mientras que los aligatores se han acomodado en casi cualquier masa de agua de Florida, incluidas las piscinas, los cocodrilos no son tan flexibles y necesitan los manglares para prosperar. Aunque en su día fueron el hábitat costero dominante en el sur de Florida, muchos manglares han sido destruidos por la construcción y la actividad de los huracanes, sobrealimentada por el cambio climático. Muchos estuarios costeros de Florida han perdido hasta el 60% de su manglar en el último siglo.

Por ejemplo, el Parque Nacional de los Everglades y la Bahía de Florida, al sur del parque, siguen experimentando flujos interrumpidos, razón por la cual los cocodrilos escasean allí, según los datos recogidos por CrocDocs, un equipo multidisciplinar de la Universidad de Florida.

En cambio, sus datos indican que los reptiles prosperan en hábitats fuera de la región de los Everglades, como las zonas protegidas en torno a la bahía de Biscayne, al sur de Miami, y el Refugio Nacional de Vida Silvestre Crocodile Lake, en Cayo Largo. De hecho, lo están haciendo tan bien que los animales están partiendo hacia nuevos territorios.

“Ocurre lo mismo que con la población humana”, dice Mazzotti. “Cuando tienes una población sana de animales, éstos tienen que encontrar más zonas que ocupar, y estos cocodrilos se desplazan hacia la costa en respuesta a ello”.

Un esfuerzo a gran escala para salvaguardar los humedales de manglares, sobre todo como zonas protegidas estatales y federales, ha impulsado el número de ejemplares de la especie. En 1996, Florida promulgó una ley que prohíbe el “daño humano directo” a los manglares, y varias agencias estatales y organizaciones de voluntarios han replantado bosques de manglares a lo largo de los años.

La población de caimanes de Florida, muy extendida por todo el estado, también se ha beneficiado de estas iniciativas. En las últimas décadas, la población de este reptil se ha disparado hasta alcanzar los millones de ejemplares, pasando de la categoría de animal peligroso a la de animal molesto que a menudo comparte espacio con vecinos humanos. Aun así, los caimanes muerden a una media de ocho personas al año, lo que los hace mucho menos peligrosos que las abejas, según la comisión estatal. Los tramperos con licencia estatal, como los que capturaron al cocodrilo de Satellite Beach, capturan y sacrifican millones de aligatores al año, lo que no ha frenado el crecimiento de su población.

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