Y cuando la temperatura sube mucho -como durante las olas de calor que esta semana afectó a buena parte de Europa- entonces tiene que trabajar extra para bajarla.
Para liberar calor, el cuerpo abre entonces una mayor cantidad de vasos sanguíneos cerca de la piel y empieza a sudar.
Y es que cuando el sudor se evapora, la pérdida de calor de la piel aumenta dramáticamente.
Suena simple, pero todo el proceso implica un gran esfuerzo por parte del cuerpo. Y entre más alta la temperatura, mayor el esfuerzo.
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La apertura de más vasos sanguíneos reduce la presión arterial y obliga al corazón a trabajar más duro y bombear a mayor velocidad para hacer llegar sangre a todo el cuerpo.
Esto puede provocar algunos síntomas ligeros, como una erupción por calor, que causa comezón o pies hinchados.
Pero si la presión sanguínea baja demasiado entonces varios órganos pueden dejan de recibir la sangre necesaria y aumenta el riesgo de un ataque cardíaco.
Al mismo tiempo, el sudar provoca una pérdida de fluidos y de sales, alterando su balance dentro de nuestro organismo.
Y esto, combinado con la baja presión, puede provocar agotamiento por calor, con síntomas que incluyen mareos, desmayos, confusión, náusea, calambres, dolores de cabeza, sudor excesivo y cansancio.
¿Qué puedo hacer en caso de agotamiento por calor?
Si las personas afectadas pueden refrescarse antes de que pase media hora, entonces el agotamiento por calor generalmente no es grave.
Y el sistema de salud pública de Reino Unido (NHS) ofrece cuatro recomendaciones para tratarlas:
- Llevarlas a un lugar fresco
- Acostarlas con los pies ligeramente alzados
- Hidratarlas con abundante agua o bebidas isotónicas
- Refrescarles la piel, para lo que se puede emplear ventilador o aplicaciones de agua fría (con un rociador o esponjas). Compresas frías cerca de las axilas y el cuello también ayudan.
Sin embargo, si los afectados no se recuperan antes de 30 minutos, entonces son víctimas de un golpe de calor.
Un golpe de calor es una emergencia médica, por lo que hay que solicitar urgentemente la ayuda de un profesional sanitario.
Las víctimas de golpes de calor pueden dejar de sudar cuando su temperatura corporal ha sobrepasado los 40 °C y pueden sufrir convulsiones o perder la conciencia.
¿Quiénes corren más riesgo?
Las personas sanas deberían poder lidiar con una ola de calor con un poco de sentido común, pero algunas corren un mayor riesgo.
La vejez o algunas condiciones crónicas como las enfermedades cardíacas, por ejemplo, pueden reducir la capacidad de algunas personas para soportar el esfuerzo.
La diabetes, de tipo 1 y 2, puede hacer que el cuerpo pierda agua más rápidamente y algunas complicaciones derivadas de otras enfermedades también pueden alterar a los vasos sanguíneos y la capacidad de sudar.
También es crucial poder reconocer que uno tiene demasiado calor y poder hacer algo al respecto.
Parece obvio, pero los niños, bebés, y personas con dificultades para moverse pueden ser más vulnerables, mientras que enfermedades cerebrales como la demencia pueden hacer que algunas personas no noten el calor o sean incapaces de hacer algo al respecto.
Las personas sin hogar también están más expuestas al poder del sol. Y aquellos que viven en los pisos superiores también enfrentarán temperaturas más altas.
¿Hay medicamentos que aumentan el riesgo?
Sí, pero las personas deben seguir tomando sus medicamentos normalmente, junto a un mayor esfuerzo para mantenerse frescos e hidratados.
Los diuréticos, sin embargo, aumentan la cantidad de agua expulsada por el cuerpo. Se toman ampliamente, incluso para la insuficiencia cardíaca, pero a altas temperaturas aumentan los peligros de la deshidratación y de desequilibrios en los minerales clave del cuerpo.
Los antihipertensivos, por su parte, pueden terminar combinándose con los vasos sanguíneos que se dilatan para hacer frente al calor y causar peligrosas caídas dela presión arterial.
Algunos medicamentos contra la epilepsia y contra el mal de Parkinson pueden bloquear la sudoración y dificultar el enfriamiento del cuerpo.
Y otros medicamentos como el litio o las estatinas pueden volverse más concentrados en la sangre si hay demasiada pérdida de líquidos, lo que los hace potencialmente problemáticos.
¿Se puede morir de calor?
Sí, un golpe de calor pone en peligro la vida de quien lo sufre.
Solo en Inglaterra cada año se registran aproximadamente 2.000 muertes como consecuencia de las altas temperaturas.
La mayoría se deben a ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares causados por el esfuerzo de tratar de mantener la temperatura corporal estable.
Y la evidencia sugiere que la mayoría de las muertes se dan por altas temperatura en primavera o principios de verano, y no en plena estación calurosa.
Esto podría deberse a que a medida que avanza el verano comenzamos a cambiar nuestro comportamiento y nos acostumbramos a lidiar con el calor.
La evidencia de las olas de calor anteriores, por su parte, también sugiere que el aumento de muertes ocurre muy rápidamente, dentro de las primeras 24 horas de las mismas.
Esto contrasta con los frentes fríos, que también pueden ser mortales, pero demoran más en impactar.
Un estudio de 2010 sobre el impacto de las olas de calor en las muertes de nueve ciudades europeas encontró incrementos de entre un 7,6% (en Múnich) y un 33,6% (en Milán).
Según estimados, la ola de calor de 2003 causó alrededor de 70.000 muertes adicionales en Europa.
Día vs. noche
Obviamente, las temperaturas más altas se registran durante el día, cuando el sol nos golpea de lleno, pero la temperatura nocturna también es crucial.
La razón es que el cuerpo necesita un descanso.
Si la tensión de mantener bajo control la temperatura corporal continúa durante la noche, aumenta el riesgo de problemas de salud.
¿Entonces, qué podemos hacer?
El consejo es bastante simple y obvio: mantenerse fresco e hidratado.
Una forma de verlo es actuar como durante un día soleado y caluroso: no dejamos de divertirnos sino que cambiamos nuestro comportamiento.
¿Realmente necesitas salir a entrenar al mediodía o puedes esperar hasta la tarde?
Por lo tanto, asegúrate que estás bebiendo suficiente agua o leche. Té y café también están bien, pero no el alcohol, ya que puede aumentar el riesgo de deshidratación.
Trata de mantenerte fresco: si hace más calor afuera que dentro de casa, entonces es mejor mantener las ventanas y cortinas cerradas.
Aunque puede ser que los más agradable sea dirigirse a un parque, con algo de brisa y sombra.