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Orcas, un mar de dudas para los expertos

Las orcas, también conocidas como ballenas asesinas, han cautivado a los humanos durante miles de años. Su aspecto llamativo y su inteligencia juguetona han inspirado mitos, películas taquilleras, memes y numerosas investigaciones de biólogos marinos.

Sin embargo, a pesar de la fascinación generalizada por las orcas, siguen siendo uno de los animales menos conocidos del océano. La comunidad científica calcula que unas 50 000 orcas vagan por los mares de todo el mundo, pero no está nada claro dónde viven todas, qué poblaciones están amenazadas por las actividades humanas o qué impulsa sus complicados comportamientos, incluidos sus ataques ocasionales a embarcaciones. Ni siquiera estamos seguros de que exista realmente una sola especie de orca.

“Son probablemente el mamífero más ampliamente distribuido del planeta, aparte de los humanos”, afirma Phillip Morin, investigador de genética y genómica de poblaciones del Programa de Genética de Mamíferos Marinos del Centro de Ciencias Pesqueras del Suroeste de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés). “Eso significa que no tenemos información sobre la distribución, abundancia o conectividad entre tipos de orcas, especialmente en lugares alejados de EE. UU. o el norte de Europa”, añade.

Como resultado de estas lagunas de conocimiento, las orcas se encuentran entre las más de 20 000 especies etiquetadas con “datos insuficientes” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), lo que significa que no hay suficiente información para evaluar su estado o necesidades de conservación.

Los científicos llevan décadas enfrentándose a los retos que plantea el estudio de la misteriosa orca, el mayor miembro de la familia de los delfines. Estos esfuerzos son más importantes que nunca ahora que sufren nuevas presiones provocadas por la actividad humana, como el calentamiento de los océanos, la sobrepesca, la pérdida de hábitat y el aumento del tráfico de embarcaciones.

Éstas son las preguntas que quitan el sueño a los científicos y la hoja de ruta para responderlas.

Las orcas se siguen clasificando globalmente como una sola especie, conocida como Orcinus orca, pero muchos científicos están convencidos de que en realidad son varias especies distintas.

“Hay, por decirlo suavemente, mucho desacuerdo sobre cuántas especies y subespecies hay en el grupo”, dice Barbara Taylor, experta en mamíferos marinos y coordinadora de la Lista Roja del Grupo de Especialistas en Cetáceos de la IUCN. “Creo que hay muchas probabilidades de que haya varias especies bajo Orcinus orca”, opina.

Las orcas se han dividido en una serie de diferentes “ecotipos”, un término más laxo definido por los comportamientos idiosincrásicos, dietas, patrones de migración e incluso personalidades que surgen en diferentes poblaciones de orcas.

“Hay orcas que comen pingüinos; están especializadas en comunicarse entre ellas para cazarlos y son súper eficientes”, dice Raúl Octavio Martínez Rincón, biólogo e investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, en México. “Eso es parte de la definición de ecotipo. Puede ser físico, como el tamaño, o puede significar comportamiento, como la alimentación, la comunicación, etcétera”, explica.

Los ecotipos de orca a menudo tienen áreas de distribución que se solapan, lo que hace que sus características distintivas sean aún más sorprendentes. Por ejemplo, las llamadas orcas residentes, típicas del noroeste del Pacífico, dependen en gran medida del salmón, mientras que otras, como las orcas de Bigg (también conocidas como orcas transeúntes) tienen dietas más variadas que consisten en otros mamíferos marinos y calamares.

Además, estas poblaciones superpuestas no parecen interactuar ni reproducirse entre sí. De hecho, pueden evitar a los forasteros o mostrarse activamente agresivas con ellos. La fuerte organización social y cohesión familiar de las orcas ayuda a explicar las claras divisiones que han surgido entre los ecotipos.

“Diferentes poblaciones de residentes se reúnen y celebran una fiesta. Juegan y se alimentan juntos. Hay mucha interacción social, y es probablemente cuando se produce la mayor parte de la reproducción. En cambio, cuando las residentes entran en contacto con las transeúntes, se evitan”, dice Morin.

En un estudio publicado en marzo de 2024, Morin y sus coautores, incluido Taylor, presentaron una gran cantidad de datos ecológicos, morfológicos y genéticos para sugerir que las orcas de Bigg y las orcas residentes no son sólo ecotipos diferentes, sino especies separadas.

El Comité de Taxonomía de la Sociedad de Mamíferos Marinos decidió finalmente en julio establecer estos ecotipos como subespecies y no como dos especies separadas. Sin embargo, estas distinciones podrían inspirar esfuerzos de conservación específicos en países que confían en la Lista Roja de la IUCN para informar sobre los mejores enfoques de conservación. El establecimiento de especies separadas podría aumentar la concienciación sobre poblaciones específicas de orcas, como las orcas residentes en el sur, que están en peligro crítico de extinción, pero que aún están incluidas en la categoría de “datos insuficientes” de la Lista Roja.

Por este motivo, Taylor y sus colegas están trabajando en un modelo que reconozca las subpoblaciones de orcas (y otros mamíferos marinos) más amenazadas como prioridades de conservación, independientemente del estatus de la especie.

“En lo que hemos estado trabajando es en encontrar una forma de priorizar las subpoblaciones que evaluamos y dejar muy claro que estamos eligiendo las más necesitadas”, afirma Taylor.

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