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Medio Ambiente

¿Por qué una expedición australiana quiere perforar 2,6 km de hielo antártico?

El aire antiguo atrapado bajo la superficie podría desvelar secretos del pasado de la Tierra y ayudar a comprender lo que le espera al planeta a medida que siga aumentando el CO2 en la atmósfera.
Redacción Ciencia

Una expedición australiana está en proceso de perforar 2,6 km por debajo del campamento Domo C de la Antártida para encontrar diminutas moléculas de aire de unos 1,5 millones de antigüedad. La última vez que estuvieron en la atmósfera, el homo erectus estaba descubriendo cómo utilizar el fuego para cocinar y mantenerse caliente.

El objetivo principal es desvelar los secretos del pasado de la Tierra y afinar la comprensión científica de lo que le espera al planeta a medida que siga aumentando el CO2 procedente de la quema de combustibles fósiles.

“Nos detuvimos unos 500 metros antes porque queríamos entrar a pie y asegurarnos de no contaminar el lugar de la perforación. Hacía 30 grados bajo cero, pero el viento no era muy fuerte”, explicó a Guardian Australia la líder de la expedición, Sharon Labudda. El equipo ya extrajo cuatro testigos de hielo cortos y poco profundos para examinar su composición química.

Cabe mencionar que en diciembre de 2022 dos máquinas pisanieves abrieron camino a través del hielo y la nieve para cinco tractores que arrastraban trineos con tiendas, combustible, suministros, bloques de alojamiento, neveras y equipo de perforación.

La idea de buscar hielo de al menos un millón de años se planteó por primera vez hace una década, y el proyecto Million Year Ice lleva seis años en planificación. Durante los próximos cuatro o cinco años, una perforadora especial diseñada en la División Antártica Australiana cortará el hielo extrayendo testigos de tres metros cada vez hasta llegar a casi 3 km de profundidad.

“A unos 2,4 km obtendremos hielo nuevo para la ciencia”, afirma el Joel Pedro, científico principal del proyecto Million Year Ice. “Llegaremos a 1,4 o 1,5 millones de años a unos 2,6 km”.

Los científicos que estudian los climas antiguos utilizan lo que se conoce como proxies -anillos de árboles, núcleos de coral y sedimentos oceánicos- para averiguar cómo eran las condiciones de la Tierra en el pasado. Sin embargo, el aire atrapado en los núcleos de hielo no son proxies, sino muestras reales con niveles de CO2 conservadas durante milenios.

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