Los países miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático de 1992 se reúnen cada año para supervisar sus avances en las Conferencias de las Partes (COP, por sus siglas en inglés). El Acuerdo de París se negoció en la COP21 de París en 2015, entró en vigor un año después y hasta ahora ha sido ratificado por 190 países. Durante la COP24 de Katowice, Polonia, en 2018, se ampliaron los detalles sobre su implementación. Este acuerdo sustituye al Protocolo de Kioto de 1997, el primer tratado para reducir las emisiones de estos gases, que introdujo el concepto de “mercados de emisiones” para la compraventa de permisos de emisión entre países en función de sus necesidades.
El 1 °C por encima de los niveles de temperatura preindustriales se alcanzó en 2017 y, de seguir al ritmo actual, se prevé llegar a los 1,5 °C alrededor de 2040, datos alarmantes para el cambio climático. El aumento de la temperatura global en el máximo establecido de 2 °C no tendría el mismo impacto en todo el planeta: algunas zonas, como los polos, experimentarían cambios más bruscos. Por ello, el Acuerdo de París también busca promover la resiliencia frente a los efectos del cambio climático. De no aplicarse las limitaciones de París, las consecuencias podrían ser irreversibles: desaparecerían las masas de hielo, se dañarían los ecosistemas y se perdería biodiversidad, y determinadas enfermedades se propagarían con más facilidad, entre otras.
Aunque el Acuerdo de París afecta en mayor medida a los países más industrializados, que emiten más gases de efecto invernadero, también se ha instado a los países en vías de desarrollo a contribuir. Se pretende regular su derecho al desarrollo, del que gozaron los países desarrollados, de modo que también puedan alcanzar altos niveles de industrialización pero sin dañar el medio ambiente. Asimismo, algunos de los países más contaminantes como China, Estados Unidos e India se han mostrado reticentes a limitar sus emisiones, bajo pretexto de no perder su posición como potencias económicas globales.
Uno de los países más críticos con el Acuerdo de París ha sido Estados Unidos, el segundo mayor emisor en términos absolutos por detrás de China. El entonces presidente estadounidense Donald Trump se retiró del Acuerdo de París en 2020, alegando que otros países muy contaminantes, como China, se veían beneficiados en las limitaciones. Se estima que el gigante asiático podría alcanzar los límites de emisiones de dióxido de carbono diez años antes de lo previsto, a lo que el Gobierno chino ha respondido con un plan para eliminarlas de aquí a 2060. El movimiento de Trump habría podido beneficiar a China, India o la Unión Europea, que ocuparían ese vacío de poder en la lucha contra el cambio climático. No obstante, el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, ha reiterado su voluntad de actuar de manera urgente y devolvió a Estados Unidos al Acuerdo de París en su primer día de mandato, el 20 de enero de 2021. Su entrada en el acuerdo se hará efectiva el 19 de febrero de 2021.