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Medio Ambiente

¿Son los transgénicos peligrosos? Ventajas e inconvenientes

Los alimentos modificados genéticamente cuentan con una extensa masa de críticos. ¿Es merecida esta mala fama? ¿Son realmente nocivos?

Samuel Antonio Sánchez Amado

El ser humano teme por naturaleza lo que no conoce. Aunque parezca irónico, se trata de un mecanismo evolutivo primal forjado a fuego en nuestro código genético, pues en el mundo natural, en la sabiduría se encuentra la supervivencia.

Aún así, la sociedad cambia, y con ella, los conceptos de ética, moral y los dogmas biológicos que hace siglos el ser humano veía como inamovibles. Este es el caso, sin duda, de la aparición y expansión de los transgénicos en el mercado agrícola.

Así pues, arrojamos la siguiente pregunta: ¿son los transgénicos peligrosos? Si quieres saber la respuesta, continúa leyendo.

¿Son los transgénicos peligrosos? Un debate de luces y sombras

En primer lugar, vemos necesario esclarecer la diferencia entre transgénico y selección genética, pues no toda especie de interés agroeconómico se encuentra modificada genéticamente de forma directa.

Los alimentos transgénicos, según su definición “de libro”, son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética, al cual se le han introducido genes de otro organismo para producir los rasgos deseados.

Por otra parte, la selección genética responde a un proceso de reproducción diferencial en los individuos de una población según sus características más favorables. Se trata de una selección artificial por parte del ser humano, que elige los seres vivos con los genotipos más efectivos (por ejemplo, mayor producción de carne y leche en vacas) para que estos se reproduzcan y den lugar a generaciones con estos atributos amplificados.

Así pues, no todos los animales de granja son transgénicos (más bien, una enorme minoría). Si nos fijamos en la raza de un perro, esta sería fruto de una selección genética a lo largo del tiempo basada en cruces de canes con características específicas, no de una modificación directa de los genes del individuo. Los transgénicos, en un sentido estricto, están mucho más limitados de lo que creemos.

¿Cómo se produce un transgénico?

No podemos fomentar el debate de los beneficios y perjuicios de los transgénicos sin antes explorar cómo se crean. Por ello, a continuación lo explicamos de forma resumida el modo en que se llegan a producir alimentos modificados genéticamente.

1. Plantas

Una de las formas más conocidas de obtención de plantas transgénicas es mediante la infección de la bacteria Agrobacterium tumefaciens. Esta bacteria se introduce por las heridas del vegetal, generando en él tumores o agallas.

Es interesante conocer que este microorganismo se ubica en los espacios intercelulares de la planta y desde allí transmite a sus células un fragmento de su ADN, el plásmido, que se integra en alguna zona del genoma de la planta. El plásmido en sí mismo puede ser modificado previo a la infección, pudiéndose introducir en él genes de interés que se quieren insertar en el vegetal mediante la infección bacteriana.

Esta no es la única forma de obtención de cultivos transgénicos, pues también se conocen métodos más sofisticados como el “bombardeo de micropartículas”, pero por su complejidad y terminología extensas, dejamos su explicación para otra oportunidad.

2. Animales

Los animales transgénicos son mucho menos comunes que los cultivos modificados genéticamente. En contra de lo que se pueda pensar, la mayoría de estos son animales de laboratorio (ratones) con fines de investigación y obtención de tratamientos ante enfermedades humanas, y no generados para el consumo del día a día.

En general, se utilizan también vectores intermediarios (virus o bacterias) que contengan incorporado en su genoma el gen que se quiere expresar en el animal. Este microorganismo se pone en contacto con un cigoto (obtenido mediante fecundación in vitro) para que pueda integrar en su genoma el gen de interés. Una vez modificado genéticamente, el cigoto transgénico es insertado en el útero de una madre de su especie para que se desarrolle y nazca de forma normal.

Como hemos podido ver, la obtención de estos organismos modificados genéticamente parece un proceso sacado de forma directa de un libro de ciencia ficción. Resulta increíble que el ser humano haya aprendido a modificar los dogmas biológicos de una forma tan eficaz y específica, pero así es. Aún así, no nos olvidamos de la cuestión principal: ¿son los transgénicos peligrosos?

Los transgénicos no son peligrosos para los humanos

La respuesta a la pregunta formulada con anterioridad es que no, los transgénicos, de forma general, no suponen ningún perjuicio para el ser humano. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge diversos protocolos realizados para la monitorización de todos los alimentos modificados genéticamente y sus efectos sobre la población general.

Hasta ahora, no se ha detectado ningún alimento transgénico disponible al público previamente evaluado por organismos oficiales que genere reacciones adversas. Y no, tampoco se ha correlacionado su consumo con la aparición de cáncer, por mucho que se trate de una creencia popular. El departamento de Seguridad Alimentaria y Zoonosis, anexado a la OMS, apoya a las autoridades nacionales en la evaluación de riesgos y realización de pruebas para los transgénicos.

Ventajas científicamente probadas de los transgénicos

Vamos más allá, pues algo que sí se ha probado en lo referente al mundo de los transgénicos es su eficacia en diversos frentes. Los artículos de investigación los recogen, y algunos beneficios que reportan son los siguientes.

1. Beneficios nutricionales

Por ejemplo, el famoso arroz dorado produce más betacarotenos que su contraparte no modificada, lo que se traduce en un aumento de la producción de vitamina A en las personas que lo consumen. Esto es de vital importancia en países de bajo ingreso, donde millones de niños se quedan parcialmente ciegos anualmente por estas deficiencias vitamínicas.

2. Resistencia a plagas y virus

La bacteria Bacillus thuringiensis produce proteínas tóxicas para diversas especies de insectos que son consideradas una plaga. Esta propiedad puede inducirse, mediante ingeniería genética, en muchas especies vegetales. Esto produce protección a los cultivos, lo que previene pérdidas económicas y el uso de pesticidas de origen químico.

Lo mismo ocurre con los virus, pues por ejemplo, la papaya resistente al virus ringspot lleva comercializándose desde 1996.

3. Uso de tierras dañadas y reducción del impacto ambiental

El hecho de que el cambio climático está causando cambios en los ecosistemas y va a seguir haciéndolo es innegable. Por ello, es esencial que la ciencia explore cómo promover la resistencia de los cultivos ante inclemencias ambientales, para prepararnos para el peor de los escenarios posibles.

Gracias a la ingeniería genética, se ha conseguido que algunas especies vegetales cultivables (como algunos tomates) puedan crecer en ambientes más salinos de lo normal. También se explora, desde luego, la obtención de plantas que sean resistentes a periodos prolongados de sequía y falta de agua.

Como podemos ver, el número de beneficios que los cultivos transgénicos aportan al ser humano son innumerables, pero no todo es positivo en el mundo de la modificación genética. Aunque no suponga un peligro para la salud humana, los transgénicos también tienen una cara oscura.

No todo es positivo

A pesar de que los transgénicos sean generalmente seguros para la población, se explora la posibilidad de que causen reacciones alérgicas en una pequeña proporción de personas. Aún así, esta correlación no ha sido demostrada.

Sin duda, lo que más preocupa de los transgénicos es su posible manipulación de los ecosistemas naturales. Se cree, por ejemplo, que la inserción de antibióticos en plantas podría llevar a la transferencia horizontal de genes a plagas, lo que generaría insectos resistentes a fármacos de uso humano. Esto podría, en un futuro, promover la aparición de “súper plagas”.

También, los transgénicos podrían promover la pérdida de biodiversidad, pues la hibridación de una planta cultivada con una natural causaría una “contaminación genética” de los vegetales del ecosistema. Se ha visto que algunas especies de invertebrados pueden fallecer ante el consumo de estos vegetales, y esto, en el medio natural, no es para nada positivo.

Conclusiones

Como hemos podido observar, la mayoría de personas que sienten recelo ante los alimentos transgénicos lo hacen por los motivos equivocados: ¿Son los transgénicos peligrosos para la salud humana? No. ¿Son los transgénicos una amenaza para la biodiversidad de los ecosistemas y el equilibrio natural? Potencialmente, sí.

De todas formas, este debate se convierte en una reflexión anecdótica cuando observamos la aplicación de estos cultivos modificados genéticamente a gran escala. Con la población mundial en continua expansión y el cambio climático acechando, es posible que este tipo de alimentos sean la única opción en un futuro no muy lejano.

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