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Opinión

Alejandra Dinegro M.: Perú está escribiendo su historia con ambas manos

La sociedad peruana está expresando, en este contexto, una oportunidad de cambio sin precedentes frente a nosotros, pero también tenemos una maraña salvaje que toma muchas formas, cuando tiene miedo a cualquier indicio de transformación. Una fiera salvaje que llama a todo aquello que no entiende: comunismo. Nada más alejado de la realidad.

Perú no logra salir de sus crisis, porque no es una sola, son varias. Su situación es inestable y se expresa en la caótica crisis política expresada en la ausencia de un gobierno que pueda durar cinco años ininterrumpidos de acuerdo a la Constitución. Las reglas de juego de nuestro sistema democrático terminan siendo sobrepasadas por las coaliciones políticas de turno cuya narrativa se ampara en la defensa de una institucionalidad que les otorgue triunfos electorales, políticos y judiciales, a su pedido.

Esta crisis de régimen, como he comentado en ocasiones anteriores, se expresa en esta inestabilidad e incertidumbre institucional de todo el aparato estatal; en un modelo descentralista que solo ha logrado centralizar todo en Lima a costa de una división de los conflictos territoriales del norte, oriente, centro y sur del país; en la ausencia estatal que ha facilitado la inserción de economías ilegales, en niveles de corrupción abismales que son capaces de igualar el nivel de desconfianza que siente la población en sus instituciones políticas, judiciales y policiales. Importante mencionar que todo este conjunto de reels de crisis y conflictos agrietan aún más la distancia entre sectores más y menos favorecidos de nuestra sociedad.  Todos estos conflictos juntos se vienen expresando ahora.

En un momento en el que la división y el conflicto parecen dominar el paisaje político, se evidencia eso que justamente no se logra entender o no se quiere reconocer: un movimiento multiforme de poblaciones campesinas movilizadas que vienen reuniendo todos sus esfuerzos por hacerse oír y ver. Desplegando entre ellas lazos de solidaridad que resulta increíble para una capital que los trata con la punta del pie.

Las delegaciones llegadas desde Puno, Cusco, Huancavelica, Ayacucho y Huánuco principalmente –así como otras delegaciones- vienen remarcando el carácter pluricultural de las manifestaciones. Es muy probable que por primera vez se estén expresando con sus propios cantos, bailes, vestimenta y banderas. Toda una diversidad plurinacional no representada en el país. Es justamente, este actor, comparado a otros actores socio-políticos (trabajadores, jóvenes, mujeres, ecologistas, etc.) el que necesita una política que sea agradecida con las manos de sus campesinos y que no le ponga una bala en el cuerpo de sus hijos e hijas.

Van dos meses de movilizaciones y manifestaciones constantes en varias regiones y de todos los actores –debilitados por el conjunto de crisis que se entrecruzan en la vida de los ciudadanos y sus familias- el pueblo aimara y quecha expresa un poder simbólico que despierta de su letargo a esta fiera salvaje que sigue creyendo que los esfuerzos que han desplegado para movilizarse, son financiados por el narcotráfico, el terrorismo o la minería ilegal. Aun cuando la propia canciller peruana en Estados Unidos termina admitiendo al New York Times que “no tienen ninguna evidencia” de que narcos o contrabandistas financien las protestas.

Son incapaces de reconocer que el cansancio físico que puedan sentir es poco o casi nada comparado con el cansancio emocional y moral que sienten hacia sus autoridades Ejecutivas y Legislativas.

No hay dudas de que este desborde popular-campesino haya sobrepasado las propias fuerzas de quienes se manifiestan y no se pueda controlar la inserción de otros actores ilegales, que como se sabe bien, en estas circunstancias quieren pescar en río revuelto y la violencia y el vandalismo son sus principales aliados. Eso no es novedad. El llamado a intervenir en este punto y en saber reconocerlos, es nuestra institución policial que se supone cuenta con mejor formación, técnicas, herramientas y colaboración institucional que los ciudadanos comunes. Por el contrario, han sometido a la institución policial a ridículos televisivos como la explicación semiótica de los manifestantes. Una vergüenza descomunal.

A diferencia de lo que creen en Palacio de Gobierno, que todo está bajo control y que la gente se va a cansar, niegan que para toda esta población existe una posibilidad de una vida distinta a la que llevan actualmente. Y por ello, no van a parar de protestar. Aun cuando vayan enterrando a 58 hijos suyos, haya 1229 heridos y existan 11 heridos postrados; algunos en Unidades de Cuidados Intensivos.

Las cadenas de solidaridad, la resistencia a la fuerte y desmedida represión policial, el despliegue físico de los conos de Lima, y la sumatoria de actores más limeños a esta convocatoria provincial, es algo a recordar, a entender y analizar más allá de la violencia con la que se presenta en los medios de comunicación. Como lo mencioné, nadie estaría en contra de personalizar las responsabilidades vandálicas como también los disparos y víctimas que señalan a las fuerzas policiales como autores de ello. Un estado democrático sería capaz de perseguir la verdad.

Ante ello, y siendo sumamente realista, ante esta diversidad de organizaciones y demandas, resulta complejo poder articularlas y reconocerlas para futuras conexiones. Los propios dirigentes regionales lo saben y reconocen, más aún los partidos progresistas a quienes se les adjudica la responsabilidad de movilizar a todo ese mar de gente que hemos visto en el Centro de Lima. Una victoria pírrica que le otorga la ignorancia de los sectores opositores a sectores de izquierda que también tienen responsabilidad en esta crisis por su incapacidad de generar espacios políticos con estructura, incapaces de inscribirse como partido, incapaces de pensar un plan de país realista a las demandas del país. Se han quedado pensando en un marco teórico que no empalma con la realidad.

Y por el otro lado, la derecha peruana necesita dejar de pensarse a través de balas y muertos. Fue Conga, fue Espinar, fue Bagua, fue Merino y ahora lo es su aliada Dina Boluarte. Deben comprender que la gente – más allá de sus círculos- se involucra en política y participa porque quiere obtener resultados. ¿Cuál es el resultado que ha obtenido Puno? Nada, solo muertos. Debieron pensar seriamente en adelantar las elecciones, ahora regresa la responsabilidad a Palacio de Gobierno, donde una renuncia podría calmar –en parte- el malestar expresado. Caso contrario, se está desplegando los esfuerzos por implantar un régimen autoritario y es mejor que se sinceren. ¿Lo harán?

Esta maraña salvaje que mencionamos en la introducción del artículo, ha optado por convertirse en la Inquisición de todos los que han salido a protestar, de perseguir a quienes osen desafiar con el pensamiento, el establishment del que son parte; de despedir a periodistas que optan por expresar su respeto a la vida con voz y voto, y de coleccionar tecnócratas que son incapaces de brindar soluciones políticas a una crisis evidentemente política.

Esta maraña se ha hecho evidente como coalición, como bloque que es el que actualmente sostiene el gobierno de la primera mujer presidenta del Perú (por sucesión constitucional). Y, por lo tanto, su gobierno se sostiene sobre tierra movediza, sin voceros ni cuadros políticos, sin espacios que generen diálogo respetuoso y brinde -en lo inmediato- gestos políticos importantes para estas poblaciones. La presidenta ha claudicado a responder como Jefa de Gobierno a miles de conciudadanos a los que alguna vez fue a pedirles su voto y confianza.

Dina Boluarte y compañía han optado por establecer el orden como política de gobierno estableciendo para ello un gobierno autoritario, populista y de mano dura contra el desorden. Si los actores empresariales de esta coalición, se siguen viendo afectados por la manifestaciones, vías y carreteras bloqueadas, serán los primeros en poner en duda su permanencia. Ya lo han hecho empresarios agrícolas de Ica, el sector turismo en Cusco y sectores mineros en Puno, por ejemplo. ¿Qué más hará la Presidenta y compañía para seguir sosteniéndose?

Hay nuevos actores provincianos y andinos que procesarán y actuarán como nuevos actores sociales y políticos que aún no sabemos si serán parte de alguna de las manos de este país. Sin embargo, es importante que el resto del cuerpo sepa que hacen sus manos. Eso lo constataremos en los inmediatos procesos políticos.

Fuente: Otra Mirada

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