En El Arriero, la historiadora Annalyda Álvarez-Calderón señaló que actualmente aún “no hay la capacidad de ver al otro como interlocutor”.
Casi cien años después, los ciudadanos de Puno siguen siendo estigmatizados, acusados por revueltas y de conspirar con bolivianos. En La Mula TV, la historiadora Annalyda Álvarez-Calderón, autora de “En búsqueda de la ciudadanía indígena. Puno 1900-1930” (Lima: Fundación Bustamante de la Fuente, 2021), señaló que ahora “el discurso es muy parecido en el sentido que hay ciertamente un miedo a las masas indígenas”.
En ‘El Arriero’, Álvarez-Calderón señaló que en su investigación encontró “una serie de incoherencias” en cómo se representan a los ciudadanos indígenas.
“Ningún documento producido por fuentes indígenas habla del Tahuantinsuyo, el discurso indigenista está en los documentos producidos por los hacendados y por el Estado, pero principalmente por los hacendados”, precisó la historiadora.
Álvarez-Calderón hizo referencia a los documentos judiciales en los que los ciudadanos indígenas estaban tratando de defenderse en casos como de conflictos limítrofes.
“Había una agricultura extensiva, (y los hacendados) necesitaban más tierras y estaban tratando de absorber a la mayor cantidad de tierras. En ese momento hay muchos conflictos por tierras. En un primer momento, siempre intentaban acudir al juez, para lograr algún tipo de arreglo, de resolución. En ningún momento se habla del milenarismo, de volver al pasado”, dijo.
“Si es que regresan al pasado, mencionan el pasado colonial cuando ellos tenían asegurada la protección de sus tierras por el pacto tributario. Ellos pagaban su tributo indígena y nadie le podía tocar sus tierras, la Corona protegió a las tierras indígenas para poder tener acceso al tributo indígena. En el momento en el que se elimina el tributo indígena, ellos pierden la protección del Estado. Ellos quieren regresar al tributo indígena, no quieren regresar al Tahuantinsuyo”, agregó.
En entrevista con Javier Torres, la historiadora hizo referencia a las reacciones por las protestas en Puno.
“El discurso es muy parecido en el sentido donde hay ciertamente un miedo a las masas indígenas, a las que consideran diferentes”, dijo.
Para Álvarez-Calderón, esa división sigue presente y se ve en la falta de un diálogo que busque una comprensión e integración.
“Aquí no había un diálogo, habían castas muy fuertemente aceptadas, que no estaban tratando de llegar a un diálogo. Era muy claro lo que esta parte de la población quería. . Está muy preciso lo que estaban pidiendo: educación, participación en el mercado, pero una participación justa. Por eso yo hablo de intelectuales campesinos, porque hay un liderazgo campesino”, señaló.
La historiadora resaltó la “incapacidad de ver al otro como un interlocutor”.
“No hay la capacidad de ver al otro como un interlocutor, hable el idioma que hable. Desde el momento en donde habla quechua o habla aymara como lengua principal, el momento en el que habla mal el español, ya hay una resistencia a verlo como un interlocutor válido, como alguien que sabe lo que está diciendo lo que quiere”, dijo.
La historiadora señaló que entre 1900 y 1930, se acusaba a los ciudadanos indígenas de canibalismo, robo, asesinatos y violaciones sexuales con relatos que no coincidían entre ellos.
“Se va repitiendo y cuando agarras una historia y encuentras todos los testimonios de esta historia es fantástico porque empiezas a verlas y hasta se vuelven sabrosas, divertidas las historias escuchando todas estas versiones diferentes”, señaló.
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Fuente: La mula