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Opinión

Tribuno: Aun es posible que la gente decente ingrese a la acción politica práctica, seria buenísimo que César Hildebrandt aceptara participar en el proceso que se avecina

La situación política en el Perú plantea una serie de interrogantes profundas y urgentes sobre el futuro de nuestro país. Pese a ser una nación rica en recursos naturales, biodiversidad, historia y cultura, nos enfrentamos a una paradoja dolorosa: nuestra clase política, en su mayoría, se ha convertido en un sinónimo de corrupción, mediocridad y falta de ética.

En el imaginario colectivo, el Congreso y otras instituciones políticas han pasado de ser órganos de representación del pueblo a refugios de personajes cuestionables, con poca o nula formación moral y profesional. Esta situación ha generado un enorme descontento ciudadano, donde la gente sana, trabajadora y preparada ha preferido distanciarse de la política, dejando un vacío que ha sido ocupado por figuras que, en muchos casos, priorizan intereses personales sobre el bienestar común.

Ante esta realidad, es urgente promover una renovación profunda en el escenario político nacional. Necesitamos fomentar e inspirar a personas íntegras, con preparación académica y experiencia, para que se involucren en la política y asuman el reto de dirigir el país. Esto implica superar la idea de que “la política es sucia” y reconocer que el cambio solo es posible si los ciudadanos decentes deciden dar un paso al frente.

En este contexto, el reciente debate sobre la posible incursion del periodista César Hildebrandt en la política ha despertado un renovado interés y esperanza. Su nombre, asociado con el pensamiento crítico, la independencia y la lucha contra la corrupción, genera expectativas sobre la posibilidad de construir una alternativa política que devuelva la dignidad y la confianza al pueblo peruano. La idea de que lidere una coalición con partidos como Nuevo Perú y otros grupos afines alimenta el sueño de un futuro en el que los valores éticos y profesionales vuelvan a ser el eje central de nuestra gobernanza.

Sin embargo, el camino no es fácil. El sistema político actual, con sus vicios y resistencias al cambio, representa un desafío titánico para cualquier intento de renovación. Para que figuras como Hildebrandt y otros actores decentes puedan tener éxito, es fundamental contar con el apoyo activo de la ciudadanía. Esto implica no solo participar en elecciones, sino también ejercer una vigilancia constante y exigir transparencia y resultados a quienes nos representan.

La política no debe ser un espacio reservado para los más astutos o los menos escrupulosos. Debe ser el escenario donde las mentes más brillantes, los corazones más nobles y los liderazgos más comprometidos trabajen para construir un país mejor. Solo así podremos transformar nuestra realidad y hacer del Perú un ejemplo de desarrollo, justicia y progreso.

Es hora de que la gente decente tome la iniciativa. El Perú lo necesita, y el tiempo de actuar es ahora.

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