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Opinión

Blanca Fernández, la consejera de igualdad brinda un mensaje con motivo del Día Internacional de las Mujeres

Hoy no es un 8 de marzo en el que debamos mirar nuestro ombligo. Hoy, como tantos otros 8 de marzo la realidad de la guerra nos golpea con dureza, en el planeta siempre hay algún conflicto bélico, aún hoy en el siglo XXI parece que no hayamos aprendido nada. A veces me gusta pensar que si gobernásemos las mujeres no habría tantas guerras. Se que es un tópico, pero lo cierto, es que no sabemos si esto sería así. Simplemente me gusta pensarlo. En todos los conflictos bélicos la violencia.

A veces me gusta pensar que si gobernásemos las mujeres no habría tantas guerras. Se que es un tópico, pero lo cierto, es que no sabemos si esto sería así. Simplemente me gusta pensarlo.

En todos los conflictos bélicos la violencia sexual se utiliza como arma de guerra de manera sistemática, dudo mucho que Ucrania sea una excepción, así es que al sufrimiento de ver morir a tu gente, a tu país invadido, tus ciudades destrozadas y las calles tan vacías como un cementerio en una noche de invierno, hay que añadir el miedo y el riesgo cierto de la mitad de la población a sufrir una violación.

Hoy, a esta misma hora, las mafias del tráfico de personas están organizadas en la fronteras de Ucrania a la “caza y captura” de mujeres y niñas vulnerables a las que ven como una mercancía barata a la que le pueden sacar pingües beneficios. Exagero? Les aseguro que no. Les aseguro que también en las guerras tenemos las de perder.

Y es que desde el feminismo no podemos mirar solo la realidad cercana, la que nos rodea y que, sin duda, en nuestro país es sustancialmente mejor que en buena parte del mundo, no nos podemos quedar aquí ni con nuestros objetivos ni con nuestro compromiso, hay que ir más allá. Pero vivimos aquí, nuestra capacidad de acción existe aquí y aún hay muchas desigualdades, muchas brechas, muchas dificultades.

El 13% de las españolas han sufrido alguna vez violencia física o sexual en el seno de la pareja o la ex pareja, es la mitad de la prevalencia media mundial en este tipo de violencia, ciertamente, pero no es un problema menor. El 90% de las excedencias en el trabajo para labores de cuidado las piden las mujeres así como el 80% de las reducciones de jornadas. Hay una edad, la edad de la maternidad, en la que muchas mujeres rechazan traslados, aumento de responsabilidades en el trabajo o ascensos. La prioridad se encuentra en otro sitio, en la crianza.

Esto desde el punto de vista humano es hermoso, pues que hay más importante que la crianza y la educación de la siguiente generación? En términos vitales de la especie no hay una función social tan importante. Entonces ¿por qué penaliza? Quizás porque la realizamos de manera inmensamente mayoritaria las mujeres.

Eso explica que seamos minoría en puestos de responsabilidad en todos, absolutamente en todos los ámbitos, en que nuestras carreras profesionales se interrumpan más a menudo (a veces sin solución de continuidad), que nuestros empleos sean más precarios, por ende cobremos menos y al final de nuestras vidas tengamos una pensión media más baja.

Al final de nuestras vidas seremos más pobres. Es lo que hay. Pero es razonable que sea así? Yo creo que no. Lo razonable es que si queremos compartir en mundo y la vida realmente, lo hagamos desde dentro hacia fuera o desde fuera hacia dentro, tanto da. No podemos esperar que las mujeres sean “súper woman” ni que se pasen todo el día con complejo de “malas madres”, así es que desde aquí os animo a compartir todo, a que cada persona haga lo que mejor se le da con independencia de su sexo o de lo que se espera de nosotros y de nosotras, os animo a que que seáis felices y miméis vuestros sueños sin olvidar a las personas de nuestro alrededor ni sus aspiraciones. Estoy segura que eso contribuirá a la justicia y a la igualdad.

No me olvido de las más vulnerables, ni me olvido de las guerras ni de Ucrania. El feminismo es justicia, igualdad y libertad. Es transversal y es internacional. No miremos solo nuestro ombligo. Hay problemas más graves ahí fuera. Hoy es un buen día para alzar la voz por las que no tienen voz. Hagámoslo. Buen día. Pero me cuesta decir aquello de: Feliz 8 de marzo

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