El movimiento ludita fue efímero sin embargo sus ideas todavía persisten en la actualidad. Muchos temen que la automatización y la Inteligencia Artificial (IA) vayan a reemplazar a los trabajadores humanos, llevando al desempleo masivo y al empobrecimiento. En las sociedades donde las desigualdades sociales son altas y la tasa de sindicalización y la cobertura de la negociación colectiva son bajas, la experiencia ludita podría retomarse bajo nuevas formas.
Pero antes, tengamos claro de qué se trata la inteligencia artificial (IA). Un primer dato es que el tiempo para que los avances en manejo automatizado de la información se propaguen y sean incorporados en la economía e incluso en la vida cotidiana es cada vez menor. A la plataforma Twitter le tomo más de 5 años alcanzar los 100 millones de usuarios, mientras que a ChatGPT solamente dos meses [1]
Ahora bien, la inteligencia artificial consiste en una tecnología que permite a las máquinas aprender y hacer cosas como entender el lenguaje, reconocer objetos y patrones, tomar decisiones y resolver problemas. ChatGPT es un modelo de lenguaje basado en GPT-3.5 (Versión del programa “Generative Pre-trained Transformer”) que ha procesado una gran cantidad de textos y tiene la capacidad de generar respuestas generalmente coherentes y relevantes a una amplia variedad de preguntas. De esta manera, simula ciertas funciones cognitivas del ser humano y brinda una experiencia conversacional que es difícil de distinguir de la humana.
ChatGPT no es la única inteligencia artificial, Mid Journey y Dall-E son IAs dedicadas al tratamiento de imágenes y tenemos desde hace buen tiempo diversos asistentes virtuales como Siri, Ok Google o Alexa que en las computadoras o teléfonos inteligentes vienen desarrollando diversas tareas. Algoritmos similares se emplean en los sistemas de recomendación en plataformas de entretenimiento como Netflix o Spotify. En áreas más complejas como los sistemas de diagnóstico médico la IA ha demostrado ser una herramienta valiosa.
Por estas razones, su impacto en el mundo del trabajo es objeto de un acalorado debate. La relación entre desarrollo tecnológico y empleo es una preocupación de algunas décadas atrás. En 1995, el sociólogo estadounidense Jeremy Rifkin publicó “El fin del trabajo. El declive de la fuerza del trabajo global y el nacimiento de la era posmercado” en el que argumentaba que la automatización y la tecnología estaban llevando a la desaparición de los trabajos tradicionales y que esto tendría consecuencias profundas en la sociedad. Según Rifkin, la tecnología estaba reemplazando los trabajos de rutina y los trabajos poco cualificados, lo que a su vez llevaba a una disminución de los salarios y del poder adquisitivo de la clase trabajadora. La automatización estaba llevando a una mayor concentración de la riqueza en manos de los dueños de las empresas y esto estaba generando una creciente desigualdad social.
Con las nuevas tecnologías de IA, el debate ha regresado. Algunos ven la IA como una herramienta que puede mejorar la eficiencia y la productividad, lo que en última instancia puede llevar a una mayor riqueza y bienestar para la sociedad en general. Mientras otros creen que la IA conducirá a una disminución en la cantidad de empleos disponibles y a una mayor precarización laboral.
En cuanto a los principales impactos de la IA en el empleo, hay varias tendencias importantes que se están viendo en la actualidad. Una de ellas es la automatización de tareas rutinarias y repetitivas, como las labores administrativas o de producción en fábricas. Esto puede llevar a la pérdida de empleos en estas áreas, pero también puede liberar a los trabajadores para que se concentren en tareas más creativas y desafiantes.
Si no se limita el poder del empresario en este ámbito, tendremos la amenaza de despidos masivos que como hemos visto en la historia, crean más conflictos laborales
Otra tendencia es el uso de la IA para mejorar la toma de decisiones y la gestión de los recursos humanos. La IA puede ayudar a las empresas a encontrar a los candidatos más adecuados para los puestos de trabajo, evaluar el rendimiento de los empleados y ofrecer recomendaciones para la formación y el desarrollo profesional, probablemente con menos sesgos que los procesos de selección humanos.
También hay un interesante aumento en la demanda de trabajos relacionados con la IA, como ingenieros de datos, programadores y expertos en aprendizaje automático. Estos trabajos requieren habilidades especializadas y en muchos casos ofrecen salarios más altos que los trabajos tradicionales.
Es muy pronto para hacer listas de ocupaciones que van a “desaparecer” por el impacto de las IAs en el mundo del trabajo, en parte porque esta tecnología está aún desarrollándose y no terminamos de ver todas sus posibilidades. Lo que sí es innegable es que prácticamente todas las ocupaciones laborales van a verse transformadas por las IAs. En nuestro país, este proceso ya está en marcha.
A partir de la experiencia de los luditas, sabemos que, si no existen espacios de diálogo y negociación entre trabajadores organizados, los impactos negativos que van a darse de manera inevitable pueden desencadenar conflictos laborales.
Por eso, especialmente en nuestro país que destaca por los altos niveles de desprotección laboral y un alto grado de desequilibrio en la distribución del poder en el centro de trabajo, no es inverosímil prever que la implantación de estas tecnologías va a provocar conflictos laborales, desempleo y mayor precariedad.
Como en otros aspectos de las relaciones laborales, la respuesta pasa por establecer mecanismos institucionales de diálogo y negociación. Actualmente tenemos en la legislación laboral peruana el comité de seguridad y salud en el trabajo y el comité de intervención frente al hostigamiento sexual. Podemos plantear la formación de un comité de control de impactos de la innovación tecnológica, bajo el mismo modelo de paridad entre trabajadores y empresarios.
Este espacio permitiría discutir y encontrar soluciones más democráticas a un problema laboral que afectará a buena parte del mercado laboral. Más aún cuando en nuestra legislación existe la figura del “cese colectivo por innovación tecnológica”. Si no se limita el poder del empresario en este ámbito, tendremos la amenaza de despidos masivos que como hemos visto en la historia, crean más conflictos laborales.
Algunos autores ya señalan el surgimiento de movimientos neoluditas que podrían oponerse activamente al empleo de las nuevas tecnologías, buscando una negociación por disturbios como a inicios del siglo XIX.
En conclusión, la IA está transformando el mundo del trabajo de muchas maneras, y su impacto aún está por verse en su totalidad. Lo que está claro es que, en nuestro caso, necesitamos equilibrar el poder entre trabajadores y empresarios para responder a los nuevos retos y obviamente permitir que estos cambios tecnológicos abran el paso a una sociedad más democrática y equitativa.