Reproducimos esta interesante reflexión, porque consideramos que los peruanos deben tener diversas fuentes de opinión y análisis,
Por: Laura Arroyo Gárate
Tres entrevistas, un mismo mensaje, pero, sobre todo, el acento en el mensajero. Quien cree que las entrevistas de Castillo no obedecen a un diseño estratégico comunicativo no sólo se equivoca, está cegado por la subjetividad. Tres formatos distintos para tres públicos distintos que muestran a un Presidente que apuesta por ser ÉL el mensaje. Un retorno a la variable identitaria que le valió en la primera vuelta y que, por tanto, reconoce que es a lo que apunta para recuperar a esos electores que ahora podrían estar desaprobándolo. Es una admisión de giro no sólo comunicativo, sino estratégico. ¿Esto le funcionará? Queda trecho para verlo, y creo que hay un error de matiz importante a redirigir.
Alerta, esta será una publicación impopular porque no considero que las entrevistas al Presidente hayan sido un “desastre” pese a que la burbuja de la opinología hegemónica y particularmente capitalina utiliza “desastre” con una liviandad que asusta. Que no gusten las respuestas no significa que no haya capacidad para responder, sino que las respuestas no son las que esperabas y, por ello, no me sumaré al coro apocalíptico -muchas veces racista- de nuestros opinadores principales. Vamos paso a paso.
¿HOMBRE DEL PUEBLO O LÍDER DEL PUEBLO?
A mi juicio, el error comunicativo no está en lo que el Presidente dice, sino en el perfil que apuesta por construir de sí mismo. Vimos en la campaña a un Pedro Castillo con un activo claro: la identidad. Un tema político que apela a la relación emocional antes que a la racional. Pedro Castillo no habla del pueblo, “es” del pueblo. Algo que en la campaña funcionó a favor del candidato y que le permite hoy recuperar simpatías en aquellos que lo votaron en primera vuelta porque, a la fecha, siguen sintiéndolo más “de los suyos” que a cualquier otro Presidente. Esto no es menor y es un acierto. El problema está en que no basta por sí solo. ¿Por qué? Porque ya no estamos en campaña.
Es evidente que el Presidente se siente más cómodo en el factor identitario, pero el error es creer que no podría sentirse cómodo en el factor gestión. Estamos hablando del primer presidente rural en el Perú, pero no sólo de eso. Estamos hablando también del Presidente del récord en vacunación (comparado con países de la región y países europeos), del Presidente del crecimiento económico pese a las trabas de los poderes económicos para ello, del Presidente de un Gobierno que por primera vez apuesta por la resolución de conflictos sociales por la vía del diálogo y no de las armas, del Presidente que no renunciará a garantizar la participación ciudadana, si así lo desea, para conseguir una Nueva Constitución. El error estratégico de apelar únicamente a la identidad es que, al hacerlo, lo han distanciado del gestor y no hace falta. Pedro Castillo tiene la oportunidad de transitar del “hombre del pueblo” al “Presidente del pueblo”.
“NO FUI PREPARADO PARA GOBERNAR”
Este ha sido el titular de las tres entrevistas presidenciales y, al respecto, guste más o menos la formulación (sugeriría ya no repetirla), tiene también un diseño detrás. El Presidente Castillo no se está dirigiendo a Lima -esto es una evidencia- ni a la referencia de opinología nacional, sino a quienes, como él, no gozan de aquello que algunos llaman “seguridad de clase”. En un país donde la preparación no es entendida como la suma de experiencias diversas, sino como los diplomas académicos colgados en la pared, Pedro Castillo vuelve a ser más cercano a las mayorías enunciando una frase tan sencilla como potente que resulta de sentido común. Es verdad que ningún presidente fue preparado para serlo, pero también es verdad que ninguno se atrevió a decirlo. Nuevamente, un mensaje pensado para la cercanía en clave identitaria.
Pero hay más, esta frase es utilizada retóricamente para responder a las torpezas que han habido en este gobierno y que no deben pasar desapercibidas. Vincular un “no fui preparado” con un “y por eso me equivoqué” tiene también una intencionalidad discursiva. Es una suerte de “lo siento” donde antes has justificado la razón de la falta. Insisto, puede no gustarnos que un Presidente justifique los errores de este modo -personalmente, creo que es insuficiente- pero ello no quiere decir que no haya táctica y que no funcione. Recordemos que este es un país que no ha oído a sus políticos decir un “lo siento”. Pedro Castillo, en las tres entrevistas, lo está haciendo. Ojo con ello.
ACERCAR LA INVESTIDURA
Algo interesante del tedio de entrevista que resulta la de Nicolás Lúcar, es la performatividad. Es la peor entrevista de las tres, pero resulta la más elocuente en una clave que Pedro Castillo ha intentado instalar: la de puertas abiertas. Es la primera vez que vemos dentro del Palacio Presidencial con nuestros ojos. El paseo por diferentes salas, la entrada a través de las cámaras al despacho presidencial o los enfoque a los cuadros y arañas de una institución que deberíamos conocer más pues es nuestra, resulta también una estrategia. Esta es la entrevista pensada para que Pedro Castillo no diga, sino sea. Y, amén del entrevistador bastante malo, ha logrado el objetivo.
Ahora bien, esta apertura de puertas evoca también a la transparencia. Habrá que ver si queda en intención, pero no es un mal primer paso. Hay que añadir que al ser la peor entrevista de las tres y al tener tanta duración sin contenido real, resulta poco efectiva comunicativamente. Si la estrategia del Presidente tiene que ver con acercar la investidura al “pueblo”, convendría que vuelva a hacerlo o, incluso, diseñe una campaña para ello. Esto, sin embargo, entrará nuevamente en el factor identitario. No es malo, pero como comenté líneas arriba, no basta.
¿EL PRESIDENTE NO HA DICHO NADA?
Una de las frases más repetidas en las redes sociales, que son también burbujas, es que “el presidente no ha dicho nada”. Y esto es muy falso. No sólo por todo lo que estoy describiendo en términos comunicativos, sino porque además hay que reconocer que ha respondido a las preguntas relacionadas con los escándalos y las torpezas cometidas por el Gobierno estos seis meses. No hay ninguna pregunta sin respuesta, de hecho, lo que ocurre es que responde utilizando un argumentario que le permite esquivar las preguntas incómodas. Pero, ¿acaso alguna vez hemos tenido a un Presidente que no esquivara las preguntas incómodas? O, vamos más allá, ¿existe algún político que no esquive las preguntas incómodas? Es parte de la comunicación política saber hacerlo y saber diseñar una respuesta útil para ello.
El Presidente, sin embargo, además de responder -seguro insuficientemente- a cada pregunta, ha dejado cuestiones clara: la defensa ante el TC de la reforma contra el referéndum en el Congreso es una de ellas. La invitación a la inversión privada, algo que en campaña jamás hubiera dicho, es otra. El adelanto de medidas concretas contra Repsol debido al desastre ambiental, es otra. Y, por supuesto, todo lo que venimos analizando líneas arriba.
Pero quiero detenerme aquí en el papel de los entrevistadores porque una entrevista es tarea de dos, no de uno. Hay quienes, con justificación, señalan que estas entrevistas no han servido para que Pedro Castillo nos diga lo que toca hacer ahora. No ha planteado un horizonte de país ni políticas concretas de cara a este año, por ejemplo. Esto es verdad y creo que es un error comunicativo del Presidente (y su equipo) no haber podido instalar, nuevamente, lo importante: la gestión. Pero es curioso que hablemos de esto como si no hubiera del otro lado un encargado de velar también por ello. César Hildebrandt sólo hace dos preguntas relacionadas a “lo que va a hacer” y ninguna tiene una repregunta. Más le interesa, eso es claro, que el Presidente haga un perfil de sí mismo y sacar alguna pepa que nunca logra sacarle. Nicolás Lúcar hace un ademán de pregunta sobre lo que viene y tampoco repregunta en lo absoluto, es más, se distrae en otros temas surgidos de la coloquialidad de la conversación. En CNN, Rincón pasa por lo mismo. No hay ni una pregunta sobre la gestión presidencial en términos de políticas públicas. Se regodea en los escándalos, que está muy bien, pero da la impresión de que a ninguno de los tres entrevistadores les interesa saber realmente lo que Pedro Castillo tiene pensado hacer.
Insisto, esto debería hacernos pensar sobre los entrevistadores y sus prioridades y también sobre la falta de muñeca izquierda del Presidente para posicionar lo que realmente queremos saber: lo que viene. Tal vez una entrevista con periodistas con menos perfil pero con más rigor podría ser más útil a este respecto.
ANOTACIONES FINALES
Dejo dos anotaciones finales. La primera, es que en la estrategia comunicativa ha habido un error de timing. Siendo esta semana todavía clave respecto al destino de REPSOL, hubiera sido necesario considerar postergar todas las entrevistas antes pactadas hacia la próxima semana. Es al país y también al gobierno al que le viene mal que la atención de este desastre ambiental se difumine. Nuevamente, no estamos en campaña. Cualquier entrevista presidencial sería apetitosa aún postergándola en la fecha.
La segunda anotación tiene que ver con los formatos. Si bien el Presidente ha apostado por espacios que van a determinados públicos (izquierda, populares, internacional), haría bien en recordar que uno de sus bastiones siempre han sido los medios locales y regionales. Una estrategia comunicativa que no considere al mismo nivel medios regionales de medios masivos es un error, sobre todo en un país como el Perú cuyos poderes mediáticos, como bien ha afirmado el mismo Presidente, le han golpeado tanto en la campaña y siguen haciéndolo.
Que sirvan estos apuntes para entender lo que hay detrás de estas entrevistas y para evaluar mejoras comunicativas y estratégicas que nos harán bien a todos y todas, al margen de si votamos o no por Pedro Castillo.