En el Perú, la política parece navegar en aguas turbulentas, donde la ética y la moral brillan por su ausencia. Mientras la ciudadanía clama por líderes íntegros y transparentes, el panorama electoral se llena de candidatos cuestionados, denuncias en proceso y una evidente falta de decoro. ¿Es este el tipo de liderazgo que merece el país? La posible candidatura de César Acuña, fundador de Alianza para el Progreso (APP), a pesar de los escándalos que rodean a su partido y su gestión como gobernador de La Libertad, es solo un ejemplo de una problemática que parece no tener fin.
César Acuña: ¿El candidato natural de APP?
César Acuña, gobernador regional de La Libertad y fundador de APP, se perfila como el candidato natural de su partido para las elecciones de 2026. A pesar de que no ha confirmado oficialmente su postulación, tanto los militantes como las bases de APP esperan que sea él quien los represente. Luis Valdez, secretario general del partido, lo confirmó: “Es el deseo de todos nosotros y es nuestra primera opción”. Mary Acuña, parlamentaria de APP, también respaldó esta idea, calificándolo como el “candidato natural”.
Sin embargo, la posible candidatura de Acuña no está exenta de polémica. Su gestión en La Libertad ha sido cuestionada por el alto índice de inseguridad ciudadana, y su partido ha estado vinculado a escándalos como la presunta red de prostitución en el Congreso. José Naupari, especialista en derecho electoral, señala que, aunque jurídicamente Acuña no tiene impedimentos para postular, estos cuestionamientos lo convierten en un candidato poco ideal para la presidencia.
APP: ¿El objetivo es el Congreso?
Más allá de la posible candidatura de Acuña, APP parece tener una estrategia clara: asegurar una mayoría en el Congreso. Naupari explica que, aunque los escándalos podrían afectar la candidatura presidencial, es poco probable que tengan un impacto significativo en las elecciones congresales. “APP ha tenido la capacidad de sobrellevar los escándalos precedentes a la elección sin que eso tenga una repercusión grave en una elección congresal”, afirma.
De hecho, el partido ha logrado mantener una presencia significativa en el Congreso, incluso con candidatos cuestionados. Alejandro Soto, Luis Valdez, Benicio Ríos Ocsa y Edwin Donayre son ejemplos de cómo APP ha logrado sortear los escándalos y mantener su influencia en el Parlamento. Naupari sugiere que, para APP, la presidencia podría no ser el objetivo principal, sino más bien una excusa para fortalecer su bancada en el Congreso.
Transfuguismo y lealtad partidaria: ¿Doble discurso?
Uno de los temas más polémicos en la política peruana es el transfuguismo, y APP no es ajeno a esta práctica. A pesar de que Luis Valdez ha asegurado que el partido priorizará la lealtad de sus miembros sobre las carreras políticas individuales, la realidad parece ser diferente. APP ha reclutado a excongresistas de otros partidos, como Héctor Becerril, Alejandra Aramayo y José Elías Ávalos, quienes anteriormente pertenecían a Fuerza Popular.
Naupari cuestiona la sinceridad de estas declaraciones: “APP no suele perder muchos miembros, mas bien, en el mismo Congreso suele reclutar miembros. Ellos no han sido afectados por el transfuguismo y por eso es que nunca han incentivado proyectos en contra de esta práctica. Diría que hasta les conviene”.
La moralidad en entredicho: ¿Qué espera la ciudadanía?
La falta de moralidad en la política peruana no es un problema exclusivo de APP. Sin embargo, el caso de César Acuña y su partido refleja una tendencia preocupante: la normalización de la corrupción y la impunidad. Mientras los candidatos cuestionados siguen postulándose y ganando elecciones, la ciudadanía pierde la confianza en las instituciones y en la democracia.
¿Qué se puede esperar de un sistema donde los escándalos no son un impedimento para llegar al poder? La respuesta parece estar en manos de los votantes, quienes tienen la responsabilidad de exigir mayores estándares éticos a sus representantes. Sin embargo, mientras los partidos sigan priorizando el poder sobre los principios, el cambio parece lejano.
La política peruana enfrenta una crisis de moralidad que no puede ser ignorada. La posible candidatura de César Acuña y la estrategia de APP para mantener su presencia en el Congreso son solo síntomas de un problema más profundo: la falta de ética y transparencia en la clase política. Si el Perú quiere construir un futuro más justo y democrático, es urgente que tanto los partidos como los ciudadanos exijan un cambio radical en la forma en que se hace política. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a dar ese paso?
Cierre con reflexión:
“En un país donde la corrupción ha dejado huellas profundas, la moralidad no puede ser un lujo, sino una obligación. Los candidatos cuestionados y los partidos que los respaldan deben entender que, sin ética, no hay democracia que valga. El Perú merece líderes que sirvan con decoro, respeto y honestidad. ¿Será 2026 el año en que comencemos a exigirlo?”