Recibió el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en 2007
La Academia sueca otorga el máximo galardón de Economía a este canadiense de 65 años doctorado en Princeton y que enseña en Berkeley, experto en cuestiones elementales del mercado laboral.
Hace unos días, el español Jorge Carrión escribía en The Washington Post que “los Nobel siguen mostrando un sesgo muy marcado en su identificación de la excelencia”, y lo decía en referencia al premio de Literatura, concedido este año a otro escritor que escribe en inglés y es residente británico a pesar de su origen tanzano. “Los criterios con que se evalúan y recompensan las aportaciones a la cultura universal nacieron en la Europa colonialista, fueron adoptados por las instituciones académicas de Estados Unidos y perpetúan lógicas de otras épocas”, cavilaba Carrión, doctor en Humanidades por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Esta reflexión no le quita mérito a los ganadores; más bien pretende ampliar nuestra visión de un mundo multipolar, como lo denominan ahora, en el que hay vida más allá de la Vieja Europa y EEUU. Dicho esto, el Premio Nobel de Economía de este año celebra ex aequo a tres hombres de cultura anglosajona y formados en universidades estadounidenses: David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens.
Aunque la trayectoria de los tres daría para varios artículos, llama la atención el recorrido de David Card (Guelph, Canadá, 1956), quien ha profundizado en cuestiones básicas del mercado laboral, como la negociación de los sindicatos, la desigualdad, el salario mínimo, las prestaciones por desempleo y los programas de bienestar: asuntos cotidianos que están muy presentes en sociedades como la española.
La economía del trabajo gana el Premio Nobel 2021: David Card, Joshua D. Angrist y Guido W. Imbens, los galardonados
Una de sus investigaciones más conocidas es la que lleva por título Do minimum wages reduce employment? A case study of California, 1987-89 (¿Reduce el empleo el salario mínimo? Estudio del caso de California, 1987-89). Card parte de un acontecimiento concreto: en julio de 1988, el salario mínimo subió en California de los 3,35 a los 4,25 dólares. El autor de este artículo académico añade dos datos: durante el año anterior (1987), un 11% de la población trabajadora del estado y un 50% de los adolescentes californianos habían ganado menos del nuevo salario mínimo estatal.
“La opinión generalizada es que la imposición de un suelo salarial obligatorio reducirá el empleo de los más jóvenes y de los menos cualificados”, empezaba Card su disertación, publicada en Industrial and Labour Relations Review, en 1992. Sin embargo, en la conclusión decía esto: “No encuentro apoyo empírico para la predicción convencional que hacen los economistas sobre el efecto de los salarios mínimos en el empleo”.
Añadía el experto: “Aunque el aumento del salario mínimo en California elevó los ingresos de los trabajadores con los sueldos más bajos, no parece haber reducido de forma significativa el empleo, incluso en la industria del retail [venta al por menor]”.
Filósofos matemáticos vs economistas laborales
David Card recibió su bachelor of arts (licenciatura) de la Queen University de Kingston, Ontario, en 1978; y obtuvo un doctorado por la Universidad de Princeton en 1983. “Empezó estudiando química, física y matemáticas, y solo cogió un libro de economía -recuerda ahora- para ayudar a su novia del momento. Y rápidamente se dio cuenta de que no solo estaba fascinado, sino que lo que estaba leyendo tenía implicaciones que se extendían a la agricultura, la cual, como hijo de granjeros, era una materia de particular importancia para él”, relataban en 2015 desde la Fundación BBVA, que premió a Card con el galardón Fronteras del Conocimiento.
El flamante premio Nobel ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional como profesor de Economía en la Universidad de California, Berkeley; ha sido coeditor del Journal of Labour Economics y Econometrica, y ha recibido premios como la Frisch Medal, en 2007.
“La economía en su conjunto es realmente una combinación de dos tipos de personas: los que tienen una orientación muy práctica y los que son más bien filósofos matemáticos. Los filósofos matemáticos se llevan la mayor parte de la atención. Se ocupan de las grandes preguntas sin respuesta. Los economistas laborales tratan de ser más científicos: buscan predicciones muy específicas y tratan de probarlas con el mayor cuidado posible. Los filósofos matemáticos se sienten muy frustrados por los economistas laborales. Ellos vienen con una amplia teoría general, y nosotros les decimos que no se ajusta a la evidencia”, contaba Card en 2006, en la web de la Reserva Federal de Mineápolis.
Otro de sus experimentos incluye un estudio sobre cómo un fuerte aumento de la emigración de Cuba a Miami afectó los salarios y el empleo tras la decisión de Fidel Castro, en 1980, de permitir a sus compatriotas abandonar Cuba. Según recoge The Guardian, en cuatro meses, 125.000 cubanos llegaron a Miami, elevando el tamaño de la población trabajadora en un 7%, pero la comparación con otras cuatro ciudades estadounidenses “no encontró efectos perjudiciales en los puestos de trabajo ni en los salarios de los trabajadores mal pagados”.
Card dice que no ha tocado la investigación sobre el salario mínimo desde los 90, y que incluso perdió amigos por publicar sus averiguaciones. En su defensa, insiste en que se mantiene lejos de la política y recalca que nunca abogó por subir el salario mínimo: solo dijo que subirlo en pequeñas dosis no tendría mucho impacto en el empleo.