Son días aciagos e indignantes para lo que queda de la democracia y el Estado de Derecho (si es que algo queda de ella), a pocos días de celebrarse las fiestas de fin de año en nuestro país:
No solo presuntos casos de prostitución sexual, extorsión y sicariato en uno de los poderes del Estado, manipulación y recorte sospechoso de leyes en otro (cuya presidenta ya tiene la tinta cargada de sangre en su haber con investigaciones pendientes por el execrable homicidio de más de 50 víctimas), sino también, un Tribunal Constitucional que en las últimas horas ha abierto la puerta de la cárcel a conocidos personajes del poder político: José Chlimper y Vladimir Cerrón, a quienes se ha anulado sus respectivos procesos judiciales; Vladimiro Montesinos, a quien ha facilitado su próxima libertad; Patricia Benavides, a la que se ha admitido una queja excepcional; y, Juan Rivero Lazo (Grupo Colina), a quien han liberado recientemente.
No duden que se viene ahora la anulación del juicio a la misma Keiko Sofía Fujimori, la reina de este complicado e insufrible tablero de ajedrez que es la política en el Perú.
El ingenioso y ocurrente lenguaje familiar, debe estar ya comentando que estos personajes “han recibido bien sus navidades”; aunque, de lo que en realidad se trata, es que este cuestionable sanedrín, perdón, este nefasto Tribunal Constitucional, ha ordenado hace mucho tiempo decapitar a la justicia nacional, como lo ordenó cruelmente Herodes en Belén con los niños que nacieran desde antes de las Navidades.