Hace poco, el destacado periodista Marco Sifuentes ha publicado “Perú Bizarro”, un interesante libro donde da cuenta de casi una cincuentena de hechos históricos poco conocidos, de los cuales poco nos hablaron los profesores de historia en la escuela y el colegio. En realidad , lo que usualmente se transmite son el carácter épico y dramático de los hechos históricos y la conductas, a veces heroicas, pero a veces también negativas y nefastas de los protagonistas; pero se obvia o se queda en el tintero lo anecdótico, lo extravagante, lo absurdo, lo gracioso, los entretelones humanos que rodearon a los hechos y a los personajes, tanto de los líderes como de los hombres y mujeres de a pie, que son siempre los que ponen la mayor cuota de sufrimiento y dolor.
Sifuentes con un estilo parecido al que empleara Ricardo Palma en las Tradiciones Peruanas, nos ofrece una narración sabrosa, fresca y desenfadada de los hechos, donde los personajes, despojados de su solemnidad, son presentados en su dimensión humana, con sus virtudes y defectos, con sus fortalezas y flaquezas, como si éstos no fueran actores de hace muchas décadas o siglos, sino individuos cercanos y contemporáneos, de carne y hueso.
En esta primera entrega les presentamos el resumen de “Las travesuras juveniles de Mariátegui”. Ahí va.
LAS TRAVESURAS JUVENILES DE MARIATEGUI
José Carlos Mariátegui La Chira, el fundador del Partido Comunista del Perú en 1928, el más grande pensador político del continente, el “gran Amauta de América” como lo calificó María Wiesse; nació en Ilo – Moquegua, el 14 de junio de 1894.
En realidad, hay un consenso de tirios y troyanos para ponderar la trascendencia de la obra del amauta, tanto a nivel nacional como continental. Para el chileno Pablo Neruda, “él comenzó a darnos luz y conciencia”, para Jorge Basadre, “Mariátegui era extraordinario, un genio, un hombre íntegro”, y para el social cristiano Víctor Andrés Belaunde “su vida fue un ejemplo de heroísmo intelectual, el milagro del espíritu que le permitió erguir su inteligencia penetrante y fecunda sobre el débil apoyo de un organismo mullido y enfermo”.
Su pensamiento político puede sintetizarse en la frase “Peruanicemos al Perú” y en su propuesta de construcción de un socialismo a la peruana, no como “calco o copia” sino como creación heroica”, donde a diferencia de otras realidades, un aspecto fundamental a considerar es la problemática del indio, tema tan dramáticamente actual e irresuelto hasta nuestros días.
Al final de la segunda década del siglo pasado, cuando gobernaba José Pardo del Partido Civilista, Mariátegui que frisaba apenas los veinte años, ya había sido promovido de alcanza rejones a la plana de periodistas del Diario La Prensa, donde se encargaba de la sección espectáculos, firmando con el seudónimo de “Juan Croniquer”.
Por esos años, al final de la belle époque, llegaban a Lima famosas bailarinas como Matta Hari, Tórtola Valencia, Isadora Duncan (que se había hecho famosa por un espectáculo de baile en un cementerio francés) y últimamente, Norka Rouskaya, que la presentaban como una eximia bailarina rusa. José Carlos, con su inseparable amigo Cesar Falcón integraba un grupo de jóvenes veinteañeros, traviesos e irreverentes, que se hacían llamar “Los Colónidos” en homenaje a su mentor y guía el escrito Abraham Valdelomar. Ellos lograron convencer a Norka para que también haga a media noche una danza fúnebre en el cementerio de Lima.
Recurriendo a una serie de argucias lograron que un desaprensivo funcionario de la beneficencia autorice el ingreso de la bailarina al cementerio acompañada de su madre y de los traviesos muchachos a esas altas horas de la noche. Para completar el cuadro contrataron al primer violinista de la orquesta del teatro Colón, y venciendo la inicial resistencia del portero del campo santo, lograron finalmente instalarse en un espacio que quedaba frente al monumento de Ramón Castilla, y ahí, en medio de velas encendidas y el violinista ejecutando la marcha fúnebre de Chopin, Norka vestida de un atuendo negro y transparente comenzó su danza incluyendo sensuales movimientos de caderas con la estupefacta mirada del portero que presenciaba algo alejado el espectáculo.
Éste no duró más de cinco minutos, pero al día siguiente se desató el escándalo. Los diarios publicaron en sus portadas su indignación por la inaceptable profanación del campo santo. Hubo pedidos en el parlamento para interpelar al ministro del ramo, y finalmente, Norka, su madre, el violinista, y desde luego los traviesos mozalbetes, terminaron presos en la prefectura. José Carlos y sus amigos, tratando de disculparse, decían que era solamente una manifestación artística y que no hubo la intención de ofender a nadie. Calmados los ánimos finalmente todos fueros liberados, pero la travesura siguió siendo la comidilla de la chismografía limeña por algún tiempo.
A su regreso de su fecundo periplo por Europa, donde se puso en contacto con las nuevas ideas políticas que bullían en el viejo continente luego de la revolución rusa, alguien le preguntó por estos hechos. El respondió que formaban parte de su edad de piedra y que era mejor olvidarlos.
Arequipa, Junio de 2023.