Los procesos pueden tener diferentes características particulares, los partidos de gobierno diferentes tendencias, la situación concreta de dichos partidos de gobierno y su relación con el legislativo igual; con lo sucedido en Ecuador y en España, queda claro, que, en democracia, la idea de adelantar las elecciones es la mejor salida a situaciones críticas.
La consulta al pueblo, para consolidar un régimen, un sistema, es una idea que ya es una tendencia. Esperemos, que, en el Perú, los ultramontanos de derecha y de izquierda, entiendan que no es nada descabellado, que el pueblo o un sector lúcido del pueblo plantee esa salida como solución a la crisis de legitimidad.
LO DE ECUADOR
En Ecuador de convoca a elecciones anticipadas para el 20 de agosto, comienza la pre campaña. El nuevo mandatario, que tomará posición en noviembre, solo estará un año y medio para completar el mandato interrumpido por el presidente Guillermo Lasso. La campaña será de 90 días, cuando normalmente es de un año. La muerte cruzada, así le llaman según la constitución a esa salida, tiene a la fecha un 80% de aprobación en la ciudadanía.
El presidente enfrentaba un juicio político. Dijo él, que su decisión tiene el objetivo de marcar un hito, para que nunca más, quede a merced de una asamblea que se dedique a conspirar. A la fecha, no hay legisladores, porque fue disuelta la asamblea nacional.
LO DE ESPAÑA
En España se convoca a elecciones anticipadas para el 23 de julio del 2023. Todo sucede a raíz del resultado de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo (ayer), en donde las fuerzas opositoras (El Partido Popular PP ganó en seis de las ocho grandes capitales españolas, mayoría absoluta en Madrid) obtuvieron mayoría.
El jefe de gobierno Pedro Sánchez convocó adelanto de elecciones, disolvió las cortes, inmediatamente después de la debacle del PSOE. En realidad, es un adelanto de solo meses, pues la cita electoral formal para cambiar gobierno estaba programada para diciembre del 2023.
LO DE PERÚ
En Perú, todo es al revés, Castillo y los castillistas, dicen que el pueblo los eligió por cinco años, hasta piden su restitución. Y obvio, con ese discurso, le dan también argumento a los legisladores, quienes ahora dicen que fueron elegidos por cinco años. Unos y otros hablan de pueblo, las derechas se auto titulan de demócratas, vaya el desparpajo con que lo hacen, pero no respetan al pueblo, se zurran con la democracia tal cual es en realidad, la consulta todas las veces que se requiera. Basta ver cómo se zurra el congreso con el referendo para que no haya bicameralidad.
Resumamos nuestro proceso: debemos recordar, que, en noviembre pasado, el 85% de peruanos pedía que se vayan todos, y frente a ese clamor, un grupo de peruanos, planteamos que una forma de materializar ese clamor se dará con un ADELANTO DE ELECCIONES. Un partido y otro, lo planteo públicamente. El comité nacional de profesionales de Nuevo Perú lo hizo explícito con un pronunciamiento público en un diario nacional. La respuesta de ciertas izquierdas y las derechas, fue contundente, decían que esa propuesta era irresponsable, etc.
Y vino lo que todos vimos, el golpe fallido de Pedro Castillo, su vacancia por parte del congreso, la agitada respuesta de su clientela política, antes que reconocer su falla y armar una táctica inteligente y rápida, para disputar espacios de poder que se les fue de la mano: pudieron haber planteado un gabinete de salvación nacional, de ancha base, en fin, muchas otras salidas.
La afiebrada respuesta empezó con un “Dina, no me representas”, “Dina usurpadora”, personalizaron un enemigo, antes que ver el panorama en su conjunto, antes que ver que se tenía al frente un aparato que solo esperaba una falla para actuar (nos parece ese equipo de fútbol, que solo espera una falla de la defensa para meter un gol, y un partido se gana con goles), ciegos de toda ceguera. Naturalmente eso pegó, porque para eso está la clientela política, que actuó articuladamente, y hablamos de una clientela algo extendida en todo el país, vía puestos públicos, vía el Bloque Magisterial (hay un maestro clasista en cada pueblo), quienes de pronto, se vieron colgados de la brocha, como quien dice, sin soga ni cabra, pues tenían la esperanza de que Pedro Castillo daba un golpe exitoso y zas, tenían todo el poder en sus manos. Y sabemos, para qué querían el poder, no para hacer cambios ni nada, sino para medrar del estado.
Un sector del pueblo se sumó, un sector muy mayoritario en el sur andino. En ese contexto, los agitadores fallidos, le llamaremos “la clientela política del castillismo”, porque también fallaron en eso, hasta creyeron que ya vivían la comuna de París a la peruana. Plantearon tomas de Lima, pensaron que con dos muertos cae Dina Boluarte. Y la respuesta del nuevo gobierno no fue nada inteligente, fue más bien brutal, y ahí vemos el resultado, decenas de muertos, graves violaciones a los DDHH.
A estas alturas, tenemos un pueblo replegado, frustrado (porque se les hizo creer que caía Dina, que lo tomaron como objetivo político). Y de otro lado, un gobierno totalmente ilegítimo, un congreso nacional que da vergüenza, igualmente ilegítimo.
PLANTEAMOS HOY, COMO AYER:
– QUE LA MEJOR SALIDA EN SITUACIONES DE CRISIS ES LA CONSULTA AL PUEBLO. DEMOCRACIA ES CONSULTA AL PUEBLO, PUNTO.
– QUE NINGÚN MANDATO ES UN CHEQUE EN BLANCO.
En el panorama descrito, plantear tomas de Lima, es un sin sentido total. LO QUE SE DEBE EXIGIR ES UN ADELANTO DE ELECCIONES, máximo para abril del 2024. Se van todos, el pueblo tendrá la oportunidad de elegir a un nuevo mandatario y a nuevos legisladores. Tomemos las lecciones de Ecuador y España.
Repetir el estribillo aquel de “Fuera Dina, cierre del congreso, nueva constitución”, así planteado, está fuera de foco, que quien debe convocar el adelanto es justamente Dina Boluarte, no importa que esté deslegitimada, que así estuvieron el presidente de Ecuador Guillermo Lasso, como el jefe del gobierno de España Pedro Sanchez luego del resultado electoral del 28 de mayo.
La convocatoria de adelanto de elecciones por parte del gobernante de turno, no es un tema de legitimidad o ilegitimidad del citado gobernante. Es simplemente algo constitucional.