Son las 5 de la mañana y las campanas de la Basílica Catedral de Ayacucho anuncian la salida de la procesión del Señor de Resurrección. Así que apresuro el paso para poder observarla, ya que esta es la procesión que da por concluida la festividad de la Semana Santa en Ayacucho, una de las más reconocidas a nivel nacional y mundial.
Hay muchas personas que van presurosas al encuentro de la procesión, algunas acompañadas de niñas y niños, otras con personas adultas mayores. Conversan sobre su fe y devoción hacia el Cristo resucitado y apresuran el paso. De pronto, entre los jirones Asamblea y Cusco se divisa el anda imponente y radiante decorada con hermosas flores, choclos de cera, cientos de cirios y 4 filas de ángeles vestidos de blanco en cada ángulo. El anda estilo piramidal pesa cerca de 10 toneladas y para poder cargarla se requiere de un promedio de 400 personas.
Al momento de mi encuentro, la procesión ya había logrado avanzar una cuadra desde su salida de la Catedral, los cargadores descansan para darse ánimo y a ritmo de cuenta regresiva de 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2 y 1… ¡Cristo vive! Levantan el anda, pero no lo logran, se acerca un señor que parece ser parte de la mayordomía para darles una indicación “a una sola voz todos coloquen el hombro para alzar” todos asienten con la cabeza y así lo hacen y nuevamente no lo logran. Entre los cargadores se siente frustración e indican que se haga una mejor coordinación al otro lado del anda. Dos hombres se acercan hacia el público para pedir que apoyen a gritar la cuenta regresiva ya que al interior del anda no logran escuchar las indicaciones. Así lo hace el público “10, 9, 8… 1, ¡sí se puede!, ¡sí se puede!”. Por otro lado, está la policía que intenta poner orden para que las personas no se aglomeren, pero de pronto un grupo de jóvenes empiezan a gritarles ¡fariseos! ¡fariseos! Esto en alusión a su actuar el Viernes Santo, en donde un grupo de policías intentó impedir la confección de una alfombra que tenía como mensaje el quinto mandamiento “No matarás”, la misma que buscaba conmemorar a los 10 fallecidos del 15 de diciembre de 2022. Los policías observan, tratan de guardar la calma y centran su atención en la población que acompaña la procesión.
Los cargadores, todos hombres principalmente jóvenes entre 18 y 40 años, piden agua para saciar la sed que les genera el cargar semejante anda. Algunas personas les pasan agua, otro grupo señala que no es necesario, que ésta es una forma de hacer penitencia. Nuevamente se inicia la cuenta regresiva y a la voz de ¡Cristo vive! Echan a caminar el anda, apenas logran dar unos pasos y se inicia otra vez el reclamo. A dicho reclamo se suma el público. Entre ellos se escucha la voz de una mujer adulta quien señala “No es posible que esté tan desorganizado, alcalde desgraciado que no ha dejado entrar a la banda para que acompañe al señor, está saliendo en silencio qué ¡triste!”. Otra se suma y dice: “Por eso los cargadores no tienen fuerza, se necesita el sonido de la banda para animarlos y todos se guían”, además que “no están los borrachitos que ya saben cómo cargar, es que el alcalde no les ha dejado, por eso están solo jovencitos”.
Continúa la procesión que apenas logra avanzar unos pasos, algunos señalan que ya se retrasó media hora para la misa. Los que acompañan se desesperan por la forma cómo se lleva el anda. Otras personas van rezando el Ave María o pidiéndole a Cristo resucitado que los bendiga y que se haga su voluntad. El reclamo se inicia otra vez y la señora adulta pide que se cambie a los cargadores y otra le responde: no se puede cambiar, aquí no están los de la hermandad, aquí cargan todos los que quieren. A diferencia de otras procesiones que cuentan con una hermandad de cargadores, ésta no la tiene, por eso es llamada “la procesión del pueblo”, ya que los que cargan el anda son cientos de fieles que aguardan en la puerta de la Catedral desde la 4 de la mañana. Entre la multitud que espera están devotos del Señor Resucitado, personas que buscan algún milagro o simplemente el ímpetu y el “honor” de haber cargado el anda. Otra vez vuelve el reclamo y más señoras se unen al comentario de que las autoridades tuvieron un mal proceder con la actual mayordomía, que la festividad se ha convertido en una mafia en donde los ex cargontes se han adueñado de una tradición popular y quieren hacer negocio con la fe de la gente.
Pese a la poca coordinación entre los cargadores, el anda avanza de a pocos, cada paso que da es aplaudido y alentado por la población y todos gritan a una sola voz ¡Cristo vive! ¡Cristo vive! ¡Sí se puede, sí se puede! Los cargadores se alientan, están todos sudorosos, piden agua, las personas se los dan y otra vez el reclamo aparece “No es posible que a nuestro señor lo estemos paseando sin banda”, “está triste el señor”, “ya verán que esto les pasará factura a las autoridades” “han maltratado a la mayordomía, por ser gente humilde, dicen que apoyó a Castillo y eso no les gustó a las autoridades” otra agrega que el arzobispo se prestó para este maltrato porque no cumplieron con sus caprichos. Otra dice “qué podemos esperar de este tipo, si es un racista de m… cómo no hay huevos para lanzárselos, dónde está Oscorima, ese está escondido, no aparece, ha maltratado a su paisana” (la mayordoma). Las señoras enfatizan su insatisfacción por cómo se ha tratado de imponer y cortar las costumbres ayacuchanas. En medio de esos comentarios un grupo de mujeres adultas mayores entona el “Apuyaya Jesucristo” un cántico en quechua muy sentido, algunas levantan sus rosarios y elevan sus manos hacia el cielo para pedir clemencia y bendiciones al Cristo resucitado.
De pronto, la multitud se aparta pues al momento de subir el anda hacia el atrio de la catedral dos personas fueron aplastadas y gravemente heridas. Ante ese hecho vuelve el comentario de que son situaciones de mal augurio, una de ellas menciona que el año 2019 el anda del señor se demoró en subir las gradas y ello implicó que sucedan hechos terribles como la pandemia y que lo más probable es que este año no sea el mejor “así como ahora el anda se demoró y mira por todo lo que hemos pasado” y vuelve el reclamo a las autoridades “esto es por causa de la municipalidad y del gobierno regional, hay que botarlos” “debieron permitir entrar a todos a la plaza para que así estén los que siempre cargan, ahora están puro jovencitos, muchachitos ebrios”.
Foto: Enma Diaz
Los cargadores, luego del terrible accidente logran subir el anda y la población se vuelca al frontis de la Catedral para escuchar la misa, la misma que se caracterizó por los cánticos en quechua y la traducción de la homilía al quechua. El arzobispo dedicó parte de la misa a las mujeres, destacó su valentía y su fuerza. Entre las y los participantes de la misa, se escucha el murmullo sobre su total indiferencia con los 10 fallecidos el 15 de diciembre del 2022, sin embargo, de pronto llamó a los 10, nombre por nombre y pidió al Cristo resucitado que perdone sus pecados y los acoja en su gloria. Ante el llamado de los nombres, la población respondió con un ¡presente! Luego de hora y media de misa, el anda entró a la catedral al ritmo de aplausos efusivos.