Hay muchos que pierden el empleo en el Perú y lo que reciben como indemnización, cuando tienen suerte, lo emplean en la creación de un negocio. Pero la mayoría de desempleados no sabe qué hacer . No sabe cómo hacer negocios porque nunca estuvo preparado para hacer empresa. Es la reacción instintiva sobre qué hacer tan luego se produce el despido.
Estudios recientes analizan que los emprendedores no proyectan bien sus ventas futuras. Compran mercadería más allá de lo que los consumidores les van a comprar. Ahí se estanca su dinero. Empieza la desesperación porque nadie les compra porque los consumidores también están con los bolsillos vacíos.
El otro problema es que cursan estudios en instituciones educativas y los modelos de negocios que se les enseña no funcionan en la práctica. Se sienten estafados y quieren que les devuelvan el dinero.
Con la llegada de la pandemia y la crisis económica por la inflación mundial y el impacto de la Guerra de Ucrania, los micro pequeños y medianos empresarios confunden los presupuestos. Para cubrir el presupuesto familiar echan mano del presupuesto empresarial. Así se comen el capital porque tienen que atender necesidades de alimentación vestido y alquiler en sus casas en sus hogares.
Un informe del BBVA señala que uno de cada tres personas que tiene créditos activos, salió de la pobreza con financiamiento bancario. Los otros dos no lo lograron.
La Confiep señala que la gran mayoría de emprendedores es informal. No es perceptible por el sistema tributario y por tanto no tributa.
La caja de Sullana dice que muchos suguen en situación de vulnerabilidad pese que han recibido el préstamo.
El problema es enorme. Un gigantesco bolsón de personas despedidas o pobres he seguido a la calle y que no tienen empleo se dedican a los negocios hormiga.
No hay tiempo para pelear. El tiempo es de construir el Perú, reconstruir las vidas de estas personas rotas por la crisis, son familias con hijos. Debemos dar estabilidad política al país.