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Opinión

Gonzalo García Núñez: La ruta boliviana

Camino a Cuellar Street, el Ocoña paceño, pasando por la vereda del cercano Banco Unión, se avista una aglomeración de gente. Ellos se identifican en la cola: “somos compradores a la espera de que nos den dólares”.

Después de más de una década de inalterables 6.96 bolivianos por dólar hay agitación de la calle en torno a la provisión de divisas. A diferencia del fluido mercado peruano en que las transacciones de compra y venta se hacen a lo largo y ancho del país, en un régimen semiformal de administración sucia de la moneda extranjera, Bolivia opto hace más de una década por un tipo de cambio fijo.

igue estacionado en 6.96 a la venta y 6.86 a la compra, valores promedios observables en lo que va del año 2023, firme como una roca. Tanto es así que la cotización se anuncia con un día de anticipación en la red. Pero ha brotado la desconfianza sobre el nivel de reservas que sustenten esta paridad cambiaria.

Y se ha introducido un procedimiento administrativo para detener el acceso a declinantes reservas de divisas

¿Porqué han caído las reservas? Del pico de 15,500 millones al cierre de la pandemia, las RIN se han licuado hasta unos 3,500 millones de dólares del lunes pasado.

Ante la necesidad de cubrir requerimientos apremiantes no ha quedado otra cosa que implementar un método administrativo. En realidad, lo que es inexplicable que, teniendo la posibilidad de incorporar los recursos de oro a las reservas internacionales netas, en el congreso no se haya actuado con sentido de más oportunidad para fortalecer la disponibilidad de recursos.

La respuesta técnica de los entendidos es muy simple. La ley autoritativa esta atracada en el proceso parlamentario. Y en cuanto a la explicación de porque la disminución de las reservas, la causa está en la disminución de la cantidad y del precio del gas y los combustibles exportados al mercado internacional, el de Argentina y Brasil. Dicho de otro modo, la coyuntura interna ha creado la necesidad de tener más dólares para enfrentar la crisis.

Normalmente ante presiones de esta naturaleza se utiliza el tipo de cambio para regular las necesidades del sector externo, sobre todo encareciendo el precio y valor de las importaciones e impulsando sostenidamente a las exportaciones.

Hay también operaciones de endeudamiento externo, emitiendo papeles de deuda, bonos bolivianos. Claro que un clima de alzas de tasas internacionales usar un recurso caro no parecería ser lo mas conveniente para un país que tiene una ratio de deuda superior al 80% del PIB. Al parecer se atenúa este ciclo de encarecimiento de las tasas de referencia de la FED y otros bancos centrales de los países de mercados desarrollados.

En este caso la autoridad económica ha reaccionado enérgicamente  pidiendo fortalecer las RIN mediante la incorporación de oro y otros metales valiosos a las mismas, cerrar el déficit fiscal que  subió hasta el – 8.5%, apelar a la disponibilidad de Derechos Especiales de giro y otros instrumentos reservados por las instituciones financieras para encarar la demanda de recursos, dándoles un criterio programado que evite innecesarios sacrificios para resorber los 1100 millones de dólares que es la  diferencia entre exportaciones e importaciones.

Bolivia ha convertido sus activos internacionales en inversiones en fábricas como la siderurgia del Mutun o el litio del Salar Yasuní, creando circuitos minero metalúrgicos innovadores y las baterías del futuro, también aplicando sus ingresos de la nacionalización del gas a masivas campañas educativas y de salud. Todo ello afirmando sus características pluriculturales y sociales que la hacen tan cercana al Perú en Latinoamérica.

Fuente: La  Otra Mirada

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