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Opinión

Guillermo Valdizán Guerrero: Gestión de López Aliaga en cultura: 100 días de retroceso

La precuela amarilla

La gestión cultural en los gobiernos de Castañeda Lossio tuvo características inconfundibles. En primer lugar, una mirada asistencialista y una orientación conservadora que llevó a priorizar la agenda de recuperación del patrimonio histórico de Lima y una oferta cultural, principalmente centrada en el Centro de Lima, que exaltaba la cultura criolla y la identidad colonial de la ciudad. En segundo lugar, enfocaba la cultura como entretenimiento y agenda de actividades para el calendario cívico, sin una visión de proceso, diversidad cultural o protagonismo ciudadano. Básicamente un servicio municipal para usuarios y un valor agregado para el turismo. La actual gestión se ha asumido fiel heredera de ese modelo, reforzando esa mezcla de acriollados humores señoriales y poniéndolo en marcha desde sus primeros días.

La saga celeste

Existen dos formas de revisar el desempeño del alcalde de Lima en cultura: como una figura política que pone puntos de agenda, refuerza discursos y estilos de autoridad en foros ciudadanos y medios masivos; y como funcionario público que debe conducir la política cultural de la ciudad a nivel metropolitano. A continuación, revisaremos ambas formas.

Vocero a favor de la impunidad y contra los Derechos Humanos

Partiendo por el primer punto, es importante recordar que durante la campaña electoral RLA ya había mostrado su perfil autoritario y ultraconservador, lanzando expresiones lesivas a los Derechos Humanos. Ya en el cargo las amenazas se hicieron realidad. Confiado por su cercanía con las bancadas afines en el Congreso (Avanza País, fujimorismo y su propia bancada), el Ejecutivo de Dina Boluarte y los alcaldes distritales de su partido, arremetió sesgadamente contra el memorial El Ojo que Llora y el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social – LUM. Frente al alcalde de Miraflores, Carlos Canales, también de Renovación Popular, dijo que se trataba de un lugar que tergiversaba la historia y que “predicaba baños de sangre”. Asimismo, pidió que el LUM sea cedido a las Fuerzas Armadas, para que “nos cuenten la historia como es”. El 28 de marzo el alcalde Canales dispuso la clausura temporal del LUM, arguyendo la falta de certificado de inspección técnica de seguridad.

RLA se presenta como un vocero de los sectores ultraconservadores y negacionistas que no toleran opiniones ni acciones críticas, menos aun cuando estas defienden la memoria y los Derechos Humanos desde el Estado o la sociedad civil. Unido a ello, viene ejecutando un “juego en pared” con los alcaldes distritales de su partido para “clausurar” y fustigar a quienes considera sus oponentes en la lucha por la memoria y la democracia. No es casual que se haya aprobado un acuerdo de Concejo que declara zona intangible el Centro Histórico de Lima y prohíbe las marchas, concentraciones y manifestaciones públicas de carácter político “que pongan en riesgo la seguridad y la salud pública”. En abierto apoyo al gobierno de Dina Boluarte y en contra del derecho a la protesta, esta acción fue imitada por las municipalidades distritales con alcaldes de su partido. Similar modo de acción utilizó RLA y Guido Iñigo, alcalde de Villa El Salvador, para intentar cambiar el nombre de la Av. “Mariano Pastor Sevilla” (héroe nacional) por “Luis Castañeda Lossio” (investigado por casos de corrupción). Así RLA eleva un escalón más en el uso de instituciones y fondos públicos para usufructo de su identidad política de origen.

Cultura como derecho, no gracias.

Desde la función pública y, en concreto, desde la Gerencia de Cultura de la Municipalidad Metropolitana de Lima (en adelante MML), podemos señalar que su gestión no solo viene mostrando incompetencia sino una declarada voluntad de retroceso. Ello se expresa en la reducción, fusión o eliminación de instancias municipales que atienden derechos sociales y fomentan protagonismo de la ciudadanía (Gerencia de la Mujer e Igualdad, Subgerencia de Juventud, Cultura, entre otras áreas). En lo referido a Cultura este proceso ha sido progresivo desde el primer día de gestión.

Desde el 2 de enero inició el debilitamiento de dicha gerencia con la no renovación de contratos de un amplio número de trabajadores, sin haber sido comunicados previamente de ello. Fuentes internas comentaron que la gestión argumentó fuertes problemas presupuestales. Bajo ese mismo argumento empezaron a reducir el presupuesto de diversas áreas y se le pidió al personal que vean la forma de desarrollar iniciativas aún sin contar con presupuesto. No obstante, durante los tres primeros meses del año se ha realizado actividades como la activación de la Plazuela de las Artes, la conmemoración a Augusto Polo Campos en el Teatro Municipal, una presentación por Semana Santa en la Plaza Mayor y el programa piloto de coro infantil y juvenil “Música para crecer”. La tradicional celebración del Aniversario de Lima del 18 de enero se suspendió por las protestas que se desarrollaban en varias regiones del país. El argumento de la falta de presupuesto se contradecía pues con estas actividades que implicaron fuertes sumas de dinero, en contraste con la ausencia de presupuesto para las actividades con protagonismo cultural de la ciudadanía como la Semana de la Cultura Viva Comunitaria (en adelante CVC).

El 31 de marzo se ejecuta la segunda ola de despidos en la Gerencia de Cultura, quedando francamente debilitada para la realización de sus funciones ordinarias. De enero a marzo no solo fueron despedidos locadores de servicios (terceros) sino también personal CAS. Según ex trabajadores se les informó tardíamente que el motivo de sus despidos fue por “duplicidad de funciones”. Ya el retroceso se hizo inminente en quincena de abril con la aprobación de la Ordenanza N° 2537 que modifica el Reglamento de Organización y Funciones de la MML, en la cual desaparece la Subgerencia de Industrias Culturales y Artes y la Subgerencia de Promoción Cultural y Ciudadanía. Solo quedó en pie la Subgerencia de Patrimonio Cultural, Artes Escénicas, Museos y Bibliotecas. Sin duda este es el retroceso más grande de este siglo para el ejercicio de los derechos culturales en el Perú, y particularmente en Lima, pues no solo se han modificado elementos de gestión sino la propia estructura orgánica y administrativa de dicha gerencia sin haber dispuesto un espacio previo de consulta o información.

Guerra avisada…

En la veintena de abril la MML realizó un evento de rendición de cuentas por los 100 días de gestión. En dicho evento apareció un video en pantalla gigante de Miguel Molinari indicando los logros de la Gerencia de Cultura hasta ese momento, indicando las siguientes acciones: impulso del Centro Coordinador Regional del Sistema Nacional de Bibliotecas con el Ministerio de Cultura (con un presupuesto adicional de 1.6 millones de soles al año), programa piloto “Música para crecer” que impacta en 120 niños y jóvenes directamente y en más de 1000 miembros de diversos coros de Lima metropolitana, y la reapertura de Teatro Seguro y Sala Alcedo. Dato curioso, justamente el coro infantil estuvo presente y cantó a lo largo de todo el evento, al igual que en varios eventos protocolares de la MML como, por ejemplo, la condecoración a Mario Vargas Llosa y el homenaje a Polo Campos.

Posteriormente, el propio RLA indicó los ejes centrales de su gestión y las próximas acciones a desarrollar. Específicamente sobre cultura planteó la pronta aprobación de una ordenanza para que todos los domingos en el Centro Histórico de Lima se realice un Pasacalle de danzas para que la ciudad “recupere la alegría” y atrajera el turismo. También mencionó que, a pedido de la bailarina y coreógrafa Vania Masías, se realizará un centro metropolitano de danzas en las instalaciones del Puericultorio Pérez Aranibar. La única acción descentralizada que proyectó fue un festival interdistrital donde se presentará poesía, pintura, novela, escultura y arte urbano.

Por otro lado, lejos del eje cultural, RLA mencionó algunas actividades afines como: la incorporación de las competencias y funciones de educación por parte de la MML desde el 28 de julio del presente año (prometiendo la compra de una Tablet por cada escolar), la creación del campeonato de fútbol “Alcalde Metropolitano de Lima”, el rescate del patrimonio del Centro Histórico de Lima (sin mayor detalle), la entrega de un inmueble municipal para un centro de innovación (“coworking a precios sociales”) y concurso de gamers. En lo referido a espacios públicos para el encuentro ciudadano se planteó la creación de 2 clubs metropolitanos más, una playa urbana en San Juan de Lurigancho, parques infantiles, puesta en valor de la Quinta Heeren y predios cercanos con una inversión de 60 millones de dólares de la Embajada de Francia. Finalmente, insistió en colocar calezas y caballos de paso para un circuito de paseo turístico desde la Plaza Mayor y San Martín hasta la Quinta Heeren (propuesta afín a su propuesta de vestir a los emolienteros con ropa colonial para “atraer turistas”).

Afirmar la vida es afirmar la cultura como un derecho y como el pilar de la dignidad humana

Quién manda a quién

Una preocupación salta a la vista. En diversas entrevistas y presentaciones públicas, Miguel Molinari es presentado como Gerente de Cultura o como representante de tal gerencia, sin especificar el cargo. Incluso en la rendición de cuentas de los 100 días que se realizó en el Teatro Municipal, aparecen los vídeos institucionales de todos los gerentes y presidentes de consejos directivos de la MML, entre ellos Miguel Molinari pero debajo de su nombre indica “Gerencia de Cultura” y el presentador lo menciona como “gerente”. Pero ¿quién es Miguel Molinari? Quizá su rol más reciente y recordado es el de Director Ejecutivo de la ONG Sinfonía por el Perú, encabezada por el tenor nacional Juan Diego Florez y dedicada a la formación musical y de competencias sociales en niños, niñas y jóvenes. Este un formato similar al actualmente empleado en el programa “Música para crecer” que, como ya dijimos, cuenta con un evidente protagonismo, al menos, en las principales ceremonias públicas de la gestión.

Revisando la página Web de la MML nos enteramos que formalmente el gerente de Cultura desde el 2 de enero de 2023 es el Sr. Bryan Gutiérrez Gonzalez, quien a su vez es el subgerente de la única subgerencia que ha quedado en pie. Conversando con ex trabajadores de esta área municipal nos indicaron que Molinari era quien tomaba las decisiones y daba indicaciones al personal de la gerencia, pero que todos los documentos salían formalmente firmados por Bryan Gutiérrez Gonzalez. Este personaje no tiene la exposición pública de la que goza Molinari, quizá porque no tiene formación profesional ni experiencia laboral relacionada al sector cultural. El sr. Gutiérrez es Bachiller en Administración, Finanzas y Negocios Globales, tiene una maestría en curso en Gestión Pública y tiene una experiencia laboral que inicia recién en el 2018 y abarca roles administrativos y técnicos en el Congreso de la República, Gobierno Regional del Callao y una institución llamada “Pequeña Lulú”; además de haber postulado como consejero regional de Callao por Avanza País.

¿Cómo así llegó Gutiérrez a este cargo y cuál es el rol de Molinari? No lo sabemos, pero genera preocupación esta figura opaca de un gerente sin el perfil requerido y un “representante” que pareciera tener mayor poder en la orientación y toma de decisiones sobre las políticas culturales de la ciudad de Lima. Ya para no hablar del conocido tenor Francisco Petrozzi cuya participación y rol en la actual gestión ha sido difusa (en algunas publicaciones virtuales se consignan como Director artístico del Teatro Municipal y en otros momentos aparece en eventos simplemente como un cantante allegado a la gestión).

Retroceso celeste aunque nos cueste

A modo de resumen podemos señalar que estamos viviendo un momento de retroceso en los derechos culturales de las familias limeñas al menos en tres puntos: Primero, se han destruido valiosos instrumentos de gestión como las subgerencias que permiten que los bienes y servicios culturales puedan asegurar el acceso y la participación plena de millones de limeños y limeñas en la vida cultural de la ciudad a nivel metropolitano. Segundo, la oferta cultural de la MML se ha reconcentrado en el Centro de Lima, como anteriormente había ocurrido en la gestión de Castañeda Lossio, dejando en el aire sus compromisos metropolitanos. Esto es serio en una ciudad con servicios e infraestructura cultural hiperconcentrada en los distritos mesocráticos del Lima Centro. Tercero, se ha optado por una visión desfasada que se sustenta por un lado en la exaltación del periodo colonial y la cultura criolla, y, por otro lado en el impulso del turismo y los emprendimientos vistos solamente desde el criterio de la rentabilidad. De esta manera se desconoce la inmensa diversidad cultural de Lima y el potencial de dinámicas y circuitos culturales que fomentan protagonismo ciudadano, calidad de vida, empleo y revalorización de nuestras identidades en diálogo con el mundo. En esa línea advertimos la frágil situación en la que se encuentran algunas políticas culturales emblemáticas como la CVC, que impulsa las iniciativas de decenas de organizaciones culturales que trabajan diariamente con sus comunidades en todos los distritos de Lima.

Todos esos factores dan como resultado el retroceso general de la cultura como un derecho y como una creación colectiva y diversa que fomenta transformación social y equidad cuando se estrechan lazos horizontales entre la ciudadanía y el Estado. A ello se suma el maltrato al conjunto de trabajadores despedidos arbitrariamente y la transparencia en la conducción de la propia Gerencia de Cultura. Desde la ciudadanía, el Grupo Impulsor de CVC – Perú se ha pronunciado exigiendo la reposición de las subgerencias, una rendición de cuentas de la gestión en cultura y el respeto a la Ordenanza N° 1673 de CVC. Asimismo, entre las organizaciones de la base de datos del programa municipal de CVC se ha enviado una carta formal solicitando reunión y explicaciones a la gestión. Se avecina un momento de resistencia cultural en defensa de la diversidad cultural, la descentralización, la democracia y la memoria, más aún en tiempos de crisis como los que estamos viviendo y que nos advierten la necesidad de curar los hondos abismos de desigualdad y discriminación que nos componen como país. Afirmar la vida es afirmar la cultura como un derecho y como el pilar de la dignidad humana.

Fuente: Revista Ideele N°309. Marzo – Abril 2023

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