Mudo Social – Noticias del Perú
Opinión

Isaac Bigio: Castillo con el panamericanismo.

Fue muy significativa la intervención del mandatario peruano. Castillo apareció sin sombrero y sin ningún tipo de distintivo típico peruano y solo con corbata y camisa, dando a entender que cada vez se siente más parte del establishment.

En su mensaje, Castillo se centró en la corrupción, pero no cuestionó con nombres y apellidos a nadie (en ninguna parte de la región y menos en la de su propio país). Esto, pese a que importantes figuras de su entorno (tales como varios familiares suyos, su primer Secretario de la Presidencia y su saliente ministro de transportes) se han dado a la fuga para evitar ser procesadas por fiscales y magistrados quienes les quieren juzgar bajo cargos de malversaciones.

Al único país que Castillo felicitó fue a EEUU saludándolo por la agenda escogida. Esto es algo que debe haber agradado mucho a Biden pues él es un lunar plebeyo en una cumbre donde están ausentes la mayoría de los gobiernos contestatarios de la región. En ningún momento el maestro campesino se lamentó porque EEUU no haya invitado a Venezuela, Nicaragua o Cuba, y que ello haya hecho que diversos mandatarios no hayan querido asistir en protesta. Ni ahora, ni cuando antes Castillo estuvo en Nueva York dirigiéndose a las Naciones Unidas se atrevió a criticar el bloqueo que esas naciones sufren. A pesar de que él esta vez habló de la pandemia no quiso aprovechar ello para plantear que para hacer frente al Covid se requiere eliminar todas las sanciones para ayudar a reflotar los servicios de salud en esos afectados países.

Cumbre huérfana.
La actual cumbre es la menos representativa de las 9 que se han dado. Aparte de haberse excluido abiertamente a 3 naciones, no han asistido los presidentes de las 4 repúblicas mesoamericanas (México, Guatemala, Honduras y El Salvador), Bolivia y Uruguay (este último por estar con Covid-19), además de los jefes de gobierno de 3 Antillas anglo-parlantes: Granada, San Cristóbal y Nieves y San Vicente y las Granadinas.

De los 35 estados americanos solo 23 han estado representados por sus respectivos gobernantes, mientras que 9 han enviado delegaciones de menor rango y 3 han sido prohibidas de participar.

Castillo concluyó su discurso con la frase “América para los americanos”. Esta ha sido una triple paradoja. Esto, debido a los vetos y ausencias, porque no pide que se desconolonice el continente (desde Groenlandia, donde ya su población ha logrado que este sea el único país americano donde no haya ninguna lengua oficial europea, hasta Las Malvinas, que está recordando 40 anhos de la guerra de 1982), y también al hecho de que el supuesto primer presidente peruano de la izquierda repita la tesis del panamericanismo en la cual EEUU (y no otra potencia extra-continental) es quien debe dominar a las Américas.

Este último lema ha llevado a que en sus redes sociales Vladimiro Cerrón, el Secretario General de Perú Libre (PL), el partido con el que Castillo ganó las elecciones, le enrostre que está siguiendo la doctrina Monroe.

Castillo sigue la escuela pro-EEUU de su maestro Toledo.

Sin embargo, Castillo se mantiene consistente con su pasado y su propaganda política. El profesor chotano se ha formado una década y media en “Perú Posible”, el partido centro-derechista que gobernó al país con Alejandro Toledo en 2001-2006, que siempre fue cercano a EEUU, a su política exterior, a sus modelos económicos y a sus inversionistas privados, y que luego hizo una serie de alianzas con la derecha no fujimorista en distintas elecciones.

Como candidato presidencial de PL, Castillo jamás se proclamó “socialista”, “revolucionario”, “antiimperialista” o “antioligárquico” y siempre postuló su deseo de ofrecer garantías a los grandes inversionistas privados.
Apenas venció en la segunda vuelta, Castillo apoyado por Cerrón, mantuvieron en sus puestos a los jefes del Banco central de Reserva (BCR) y de la Superintendencia de Bancos y Segudos (SBS), así como a toda la estructura del modelo monetarista neoliberal heredada desde la época de Fujimori, Toledo y Alan García.

Igualmante, Castillo, cuando el perulibrista Guido Bellido fue su Primer Ministro, ratificó la presencia de tropas norteamericanas en Perú (aún EEUU tiene varias bases militares en el país), renovó por un quinquenio más el tratado de asistencia financiera y bélica USAID y aceptaron pagar toda la deuda externa y seguir las recetas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. A diferencia de otros gobiernos de izquierda no llaman a revisar cuáles fueron los destinos de esos préstamos, a pedir que estos sean pagados con una parte de las exportacione so a que se de una moratoria.
Este Gobierno, a su vez, es el único que tiene una raíz izquierdista que se lleva muy bien con Luis Almagro, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), a quien Caracas y La Paz acusan de haber organizado intervenciones armadas para derrocar a sus respectivos gobiernos.

Mientras que todos los gobiernos izquierdistas del mundo buscan entrar en diálogos con remanentes de guerrillas “antiimperialistas” o de liberar o, aunque sea, mejorar las condiciones carcelarias de antiguos rebeldes “socialistas” (algo que lo ha hecho hasta la dictadura militar velasquista de 1968-75), el Gobierno que crearon Castillo y Bellido ha mantenido la misma línea dura, incluyendo negarse a indultar a Antauro Humala, a quien prometieron excarcelar para ganar votos.

Castillo, siguiendo a Biden, no ha querido reconocer a la victoria electoral sandinista en Nicaragua y viene de votar por la exclusión de Rusia de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos (la primera vez en la historia de las Naciones Unidas en las cuales un miembro permanente de su Consejo de Seguridad ha sido separada de uno de sus foros).

Castillo con Biden.

Castillo, al igual que Biden, han sufrido los intentos desestabilizadores de la ultraderecha golpista que no quisieron reconocer sus respectivos triunfos electorales. Mientras a Castillo los fujimoristas le siguen tildando de chavista, los trumpistas sigan atacando a los demócratas de EEUU de ser socialistas que quieren transformar a su país en una gran Venezuela.

Además de buscar una excelente relación con Biden, Castillo se ha reunido con los empresarios norteamericanos a quienes ha ofrecido todas las garantías para que puedan lucrar en sus inversiones en el Perú. A diferencia de cualquier gobierno izquierdista, Castillo se niega a plantear una sola nacionalización o a permitir alguna ley que le de a los trabajadores cierto control en la producción o administración de las empresas. La jornada laboral en Perú sigue siendo oficialmente de 48 horas y con posibilidades de ser incluso más extensa (en vez de estar limitada a la de 40 a 32 horas como pasa en el hemisferio norte).

Castillo (y las bancadas oficialistas en el Congreso) creen que la mejor manera de contrarrestar la presión golpista de la derecha dura consiste en buscar el auxilio de la mega-potencia que usualmente maneja los hilos del poder en su “patio trasero” latinoamericano.

No es casual que él haya ido a Los Angeles con los principales diplomáticos del sistema y varios altos mandos castrenses. Para Castillo, el aval de Biden puede ser crucial para evitar que el fuji-belaundismo quiera volver a ser un golpe parlamentario, así como luego de la segunda vuelta los EEUU y sus socios europeos reconocieron su triunfo en las urnas.
Ciertamente que la mejor manera de hacer frente a la ofensiva golpista consiste en movilizar a cientos d emiles en las calles y para eso se requiere de ofrecer un programa de medidas que apasionen a los más pobres (como reducir la jornada laboral, abolir leyes antiobreras, canastas familiares a precios módicos, contrrol d eprecios y de distribución de alimentos, redistribución de grandes propiedeades, nacionalizar empresas estratégicas, la Repsol y grandes mineras, etc.). No obstante, Castillo no quiere optar por ello pues no quiere confrontaciones y espera que EEUU le ayude a “calmar las aguas”.

Siempre hemos caracterizado a este Gobierno como uno neoliberalde “centroizquierda” tan moderado y cercano a EEUU como lo han sido los “socialistas” de Chile y de Uruguay, como el de Pepe Mujica, a quien gtanto Castillo emula.

Isaac Bigio.  Politólogo economista e historiador con greados y postgrados en la London School of Economics.

Related posts

Harold Forsyth denunciará a Dina Boluarte ante la Corte Penal Internacional por presunta violación sistemática de los DD.HH.

Maco

¿Qué hacer para avanzar en erradicar la violencia contra la mujer?

Maco

Ernesto de la Jara: Todo está controlado

Maco

Leave a Comment