El sistema educativo peruano, a pesar de sus agudos problemas aún no resueltos, ha experimentado una serie de reformas que han impactado favorablemente en el hacer de las escuelas, institutos y universidades en general. Sin embargo, estos influjos renovadores no han estado exentos de tensiones, carencias y limitaciones en cuanto a la ejecución; pero vamos desplegando las cosas para bien. Tenemos así, asuntos pendientes tales como los pobres resultados de aprendizaje, la segregación, la exclusión y las grandes brechas que nos caracterizan como sistema. Paradójicamente, y en lugar de mejorar o corregir, estamos atravesando por una oleada desmanteladora del arduo camino transitado en los últimos años.
En este marco, y como muestra de lo mencionado, preocupan las iniciativas legislativas que pretenden desnaturalizar la Ley de Reforma Magisterial; pues se acaba de aprobar un proyecto de ley (presentado por la bancada de Perú Libre) para el nombramiento automático – por única vez – de maestros de educación básica. Esto, amenaza la meritocracia vía la evaluación del desempeño docente.
Por otro lado, y en cuanto a la educación superior universitaria, los grupos parlamentarios relacionados – o dependientes – a los intereses económicos de las universidades con licencia denegada tienen en la mira a la SUNEDU. Y, para variar, la Comisión de Presupuesto y Cuenta General de la República del Congreso acaba de aprobar por mayoría la exoneración de dictamen, a fin de que el pleno apruebe cerca de 20 universidades públicas. Vemos así, el cómo se manifiestan e imbrican muchas veces el uso del Congreso para el favorecimiento de negocios particulares, el clientelismo político y la ignorancia en materia educativa. Es así que, posiblemente, estemos frente al más precario Legislativo en materia educativa de las últimas décadas y en donde el Ejecutivo no se queda atrás.
En estos momentos, el futuro de la educación peruana es cada vez más incierto y no sabemos hacia dónde estamos apuntando. Los acuerdos, los consensos, las reformas y los compromisos honestos por la educación (pública y privada) están siendo amenazados. Quizá, el deterioro de lo político en el Perú, la crisis de los partidos (que dió lugar a los “partidos con dueños”) y la débil institucionalidad democrática se refleja con nitidez en la manera en que encaramos lo educativo.
Además, la polarización política que vivimos en la actualidad se refleja en tensiones constantes y en los pocos acuerdos o alianzas solo por conveniencia al interior del Congreso. Al final, esta coyuntura está desdibujando el sentido que estábamos construyendo al interior del sistema. Puede sonar un tanto desesperanzador pero, podríamos preguntarnos ¿qué tipo de consensos favorables podríamos obtener con radicales desinformados tanto de izquierda como de derecha? A esto se suma, y pensando en el futuro cercano, el auge de movimientos ultra conservadores de derecha en América Latina (y en el Perú) que se autoproclaman como la única salida o respuesta ante la izquierda extrema instalada en muchos países de la Región.
Frente a esto la población debe de comprender que, ninguna forma de radicalismo, extremismo o conservadurismo (venga de donde venga) nos asegurará una educación orientada al desarrollo humano, al ejercicio de una ciudadanía responsable y a la integración. En síntesis, nada de lo que se podría venir propiciará una educación que promueva el ejercicio de las libertades tan necesarias para que cada individuo diseñe su propio plan de vida y sea partícipe del desarrollo social en el marco democrático y del Estado de derecho.
Reflexión final
En conclusión, el sistema educativo peruano se encuentra en un momento de crisis, la aprobación de proyectos de ley que amenazan la meritocracia, la evaluación del desempeño docente, así como los intentos de desestabilizar la SUNEDU en el ámbito de la educación superior son señales preocupantes ante las cuales no podemos estar indiferentes. La reacción debe de hacerse sentir desde los colectivos diversos, los funcionarios del sector, las fuerzas democráticas y desde la academia.
Fuente: Revista Ideele N°310. Julio-Agosto 2023.