El oro y la plata fue en el siglo XVI una enérgica fuente de acumulación originaria para la formación del capitalismo europeo, especialmente de Inglaterra, Holanda y Francia que comerciaban con la rica España que fue la primera potencia mundial de ese entonces. Como dijera un teólogo de la universidad de Salamanca: “No es oro y plata lo que llega a España, sino sangre y sudor de indios”
Era tanta la riqueza saqueada en el Imperio de los Incas, sobre todo en el famoso rescate de Atahualpa, que se tuvieron que vaciar las placas de oro de todos los templos, en especial del Coricancha (Cusco), donde existía un jardín con representaciones de animales, plantas, y personas en oro puro. Algo increíble para los primeros españoles que fueron mandados por el viejo capitán Francisco Pizarro a la ciudad de Cusco.
Fue tanta la riqueza obtenida que los soldados a caballo ponían las herraduras de oro a sus acémilas y el hierro era más valioso que los metales preciosos, y se pagaban precios exorbitantes por los caballos, espadas, armas de guerra, y vinos.
En tal sentido, la primera revolución de los precios se manifestó aquí, en el Tawantinsuyo, y el oro y plata americano inunda la vieja Europa, provocando la primera inflación de precios a nivel internacional, que empobreció a los vivían de una renta fija y del trabajo, y enriqueció a los mercaderes.
En este contexto de conquista, invasión y dominio colonial, el Rey de España a través de sus contadores de Salamanca, uno de ellos el cronista Juan de Betanzos que estuvo en la captura del Inca Atahualpa el domingo 16 de noviembre de 1532, separaba el “quinto real”. Es decir, Francisco Pizarro como responsable de la conquista tenía que separar de toda la riqueza obtenida el “veinte por ciento” para el monarca, bajo pena de muerte.
En la Colonia al margen de otros impuestos la Corona de España tenía asegurada como una regalía el 20% de todo lo que se obtuviese de oro y plata, lo más valioso para los españoles. En cambio, ahora transcurridos casi cinco siglos, 500 años después el estado peruano no capta directamente ni el 10% del total de la riqueza minera.
¿CUÁNTO SE RECAUDA?
En nuestro país no debiera existir duda que el sector minero es el más importante de la economía peruana con una participación en el PBI, valor de la producción de bienes y servicios en un año, un promedio del 15 %. Es también la actividad que concentra los mayores montos de inversión y genera tanto en la minería formal e informal casi un millón de empleos, gracias a los atractivos precios del oro.
Por ello, en un ejercicio considerando el período 2004 al 2022, un ciclo combinado de altos precios (2004/2014) y precios normales para volver a subir a partir del 2021 con la recuperación de la economía mundial. Con precios del oro que promedian los US $ 1,750 dólares la onza y más de US $ 3 dólares la libra de cobre, la participación fiscal disminuye.
Es decir, con precios altos y ganancias extraordinarias para las empresas, el estado peruano, no ha captado lo que debiera recaudar gracias a una serie de beneficios tributarios y política de devoluciones que afectan la caja fiscal.
Así, en el período considerado 2004 al 2022, sea por concepto del impuesto a la renta que se paga sobre la utilidad imponible, las viejas regalías mineras que se aplican sobre el valor del concentrado desde el 2005, el “aporte voluntario” aprista que tuvo una corta existencia del 2007 al 2011, los derechos de vigencia que se cobran por las concesiones mineras, las nuevas regalías mineras que se fijan sobre un margen de las utilidades operativas a partir del 2011, el gravamen minero que se aplica a las empresas con contratos de estabilidad jurídica y tributaria más el impuesto especial a la minería que abonan las empresas, sin contratos de estabilidad jurídica. Es decir, se consideran todos los ingresos directos que ha percibido el estado por la explotación minera.
La sumatoria en dólares de todos los ingresos recaudados directamente por el estado peruano es de US $ 41,369 millones de dólares en el período mencionado. Mientras la riqueza exportada en el período 2004 al 2022 ha sido de 434,024 millones de dólares. Ello equivale a decir que por cada 100 dólares de exportación el fisco ha obtenido 9.53 dólares.
Sí, aunque usted no lo crea la relación ingresos fiscales recaudados por la minería frente a los ingresos de exportación es de 9.53%, lo que significa una participación mínima del estado frente a la riqueza creada.
En términos comparativos la participación fiscal más elevada corresponde al 2007 durante el segundo gobierno de Alan García Pérez donde el estado recaudó por concepto de impuesto a la renta, regalías mineras, aporte voluntario y derechos de vigencia la suma de US $ 3,148 millones de dólares, que frente al valor de las exportaciones de dicho año que sumaron los US $ 17,439 millones, determina una participación del 18%.
Esto significa que en el 2007 el estado peruano de cada 100 dólares de ingresos de exportación captaba 18 dólares. En ese entonces la producción de cobre era menor al millón de toneladas, y los precios en promedio del cobre y oro eran altos al igual que ahora. Sin embargo, hoy se producen más de 2.4 millones de toneladas de cobre gracias a los proyectos de Chinalco, Las Bambas, Constancia (Hudbay), Mar Cobre y las ampliaciones de Mra. Cerro Verde, Mra. SPCC.
Así, en el 2022 el estado peruano ha captado por diversos conceptos como impuesto a la renta, las viejas y nuevas regalías mineras, gravamen e impuesto especial a la minería más los pagos por derecho de vigencia mineros el valor de US $ 4,900 millones de dólares que frente al valor de las exportaciones que sumaron los US $ 37,711 millones de dólares, determina una participación del 13%.
Ello significa que el estado peruano en el año 2022 tiene una menor participación en la riqueza minera en relación al 2007 por la actividad minera, a pesar que los precios de los productos mineros son igual de altos y rentables para las empresas, y los volúmenes de cobre extraídos son más del doble en relación al 2007.
Esta aparente paradoja se explica por las políticas de promoción a las inversiones mineras, las diversas partidas de gasto tributario deducibles que se aplican a la utilidad imponible, donde le “sacan la guaracha” al estado con la ayuda de importantes estudios tributarios.
Por tanto, podemos afirmar que en la tributación minera a diferencia de la Colonia donde se separaba el “Quinto real” para el monarca, ahora se ha reducido a la mitad la participación fiscal, lo cual afecta las posibilidades de un crecimiento inclusivo, y la conversión de la minería en una palanca de desarrollo. ¡Del saqueo colonial hemos transitado a la rapiña transnacional!