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Opinión

Jorge Yeshayahu Gonzales-Lara: Neopopulismo y Neoliberalismo

                                                                   “El único Estado estable es aquel en que todos

                                                                                 los ciudadanos son iguales ante la ley”

                                                                                                                   Aristóteles

El neoliberalismo y la ciudadanía social es el tema que nos trae a la reflexión. En mundo cada vez más convulsionado por la crisis de las migraciones internacionales, gobiernos neo-populistas y las crisis de partidos políticos; los migrantologos José Carlos Luque Brazan, Kenya Hernandez Vinalay y Moises Ramos Rojas nos presenta el libro Neoliberalismo y Ciudadanía Social, (2022) un estudio de reflexión y análisis académico.

El neopopulismo es una conjunto de ideas que surgen durante la década de 1980 y afirma ser una doctrina en la defensa del pueblo en un tramado socioeconómico y político autoritario. El Neopopulismo o populismo derecha se sostiene en el autoritarismo de la década de 1980 y 1990 con líderes como, Carlos Menem en Argentina y Alberto Fujimori en el Perú. el populismo de izquierda, dentro del cual entran el presidente Hugo Chávez en Venezuela, Néstor Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y en la década del 2022 con Daniel Boric en Chile y Pedro Castillo en Perú. En contraposición con el populismo, el neopopulismo tiene algunas divergencias. En primer lugar, los líderes neo-populistas de la segunda ola han buscado políticas de buenas relaciones con Estados Unidos y una apertura comercial a este, en lugar de una acelerada industrialización y economía centrada en el de una acelerada industrialización y economía centrada en el mercado nacional. (Dabene 1999- América Latina Siglo XX).

En Latinoamérica, la vertiente clásica del populismo tiene lugar en la década de 1940. Surge como una respuesta a las nuevas demandas económicas, sociales y políticas tras las migraciones campo-ciudad. el populismo destaca por tener, en primer lugar, una elite que desea mantener el estatus-quo, es decir, el orden de las cosas tal cual están. En segundo lugar, una masa movilizada por el factor esperanza o un cambio creciente de las expectativas y en tercer lugar la presencia de un discurso demagógico de amplio contenido emocional.​ En cuanto a su relación con la democracia, existen dos principios que la relacionan con el populismo, uno es de diferencia y otro de semejanza. El primero se caracteriza por ceder la mayoría de las facultades políticas a un representante que se define como el mejor para llevarlas a cabo; el segundo, es que al igual que en la democracia el pueblo se siente identificado con el líder y por eso escogen a individuos con modismos, atuendos para vestir (el sombrero campesino, la chaqueta Neru) y el estilo para hablar con los cuales se sienten familiares; son las características del neopopulismo del Siglo XXI.

José Carlos Luque Brazán realiza un estudio y analiza los sujetos sociales del Fujimorismo y el neopopulismo de la década, que restringió los derechos civiles y políticos. Pero que a su vez configuro una serie de obras públicas y genero una estabilidad económica a los sectores empresariales. Vale agregar que la ética y los valores de la familia han estado ausentes en los debates teóricos del populismo y el neopopulismo.

La crítica del neoliberalismo y la consiguiente afirmación de la ciudadanía con sus demandas por derechos sociales, justicia y reconocimiento, han ocupado un debate y estudios en la esferas públicas. La importancia del discurso teórico y la tensión entre ideas de ciudadanía y neoliberalismo. A ello los debates sobre la crisis de representación en gobiernos de América Latina, y el ascenso de los discursos neo-populistas de derecha e izquierda que han tenido un impacto recesivo a la libertad de prensa y el ejercicio de la ciudadanía, generando una recesión en la democracia.

El concepto de ciudadano comienza a aparecer y a estudiarse en la Antigua Grecia. Para Aristóteles, el ciudadano era aquella persona que contaba con una serie de requisitos y además estaba obligado a participar en la vida pública. No eran ciudadanos las mujeres, los extranjeros, los analfabetos y los menores de edad. Por tanto, la ciudadanía quedaba restringida a varones atenienses mayores de veinte años.

En Roma, también estaba muy restringida la condición de ciudadano. Por un lado, se encontraban los hombres libres, con la condición total de ciudadano. Por debajo, estaban los pertenecientes a los territorios conquistados por el Imperio, eran ciudadanos, pero con derechos limitados, las mujeres pertenecían a otra clase diferente. Y, por último, los esclavos no eran ciudadanos, sino una propiedad, aunque podían ser liberados.

El concepto ha evolucionado a la ciudadanía moderna, definida por Marshall como aquel conjunto de derechos y de deberes que vincula al individuo a la plena pertenencia a una sociedad (Marshall, 1950: 9), ha entrado en crisis. La ciudadanía es la condición que se otorga al ciudadano de ser miembro de una comunidad organizada. Si la ciudadanía es algo que remite a un proceso histórico, siempre vamos a estar hablando de una construcción de ciudadanía y de que haya también una reconstrucción constante de esa ciudadanía.

La idea de estar en este planeta y no ser reconocido como ciudadano de alguna parte; se ha hecho más evidente como resultado de la crisis migratoria a nivel mundial.  Las migraciones internacionales han cruzado fronteras en América Latina, Europa, Centro América y el Caribe. Estados Unidos sigue siendo el foco de atracción de los inmigrantes, (46.6 millones), Alemania (12.0 millones) y Rusia (11.6 millones) son los principales países receptores de inmigrantes a nivel mundial. Un nuevo fenómeno del proceso de las migraciones transnacionales es la migración hacia países de América Latina. En 2020, se registraron en Colombia más de 1,7 millones de inmigrantes procedentes de Venezuela, una cifra que sitúa al país sudamericano en la primera posición del ranking, seguido de Perú y Chile con 941.000 y 523.000 inmigrantes venezolanos.

La migración es parte de la realidad político-social del mundo y no constituye, en rigor, un hecho nuevo. Para Everetts la migración es: El proceso durante el cual las personas se trasladan de una área geográfica a otra, debiendo cruzar divisiones políticas ya sea de carácter municipal, estatal o internacional, con el fin de establecerse en forma temporal o definitiva. De manera general, las migraciones se definen como un cambio permanente o semipermanente de residencia (1975: 111). La migración, como concepto, abarca diferentes elementos que la explican en su totalidad, dos de ellos son fundamentales, la emigración y la inmigración. En primer lugar, la emigración responde al movimiento realizado por flujos poblacionales con la finalidad de salir de su lugar de origen para adoptar un nuevo lugar de destino en otra entidad o país, ya sea de manera temporal o definitiva. Inmigración corresponde a la entrada de población hacia un territorio, ya sea de carácter interno o entre naciones.

La inmigración del Siglo XXI es un espacio social transmigracional, porque la migración no es solo el simple deseo de mejores oportunidades de empleo, es mucha más compleja, porque el migrante mantiene relaciones sociales en ambos lados de las fronteras, desarrollando múltiples relaciones. Al migrar en su propio desplazamiento, el individuo lleva consigo su cultura, su capital social y se expanden creando espacios transmigracionales en el país receptor.

El libro Neoliberalismo y Ciudadanía Social discute el neoliberalismo y presenta varias aproximaciones al fenómeno. El neoliberalismo surge como reacción a la intervención del Estado como garante de una mayor justicia social (es decir, del Estado benefactor), y toma fuerza gracias a las debacles de la economía capitalista del siglo XX, particularmente las registradas a finales de los años 20 y la de la década de 1970. El neoliberalismo experimentó una expansión mundial en las últimas décadas del siglo XX, lo cual se compaginó con el ascenso de la globalización como proceso de carácter económico, tecnológico y social, que produciría un mundo más compenetrado e interconectado a nivel de mercados, sociedades y culturas.

La expansión del sistema capitalista como producto de la caída de las economías, junto con principios propios del neoliberalismo, tales como la limitación de la intervención estatal en las relaciones comerciales, y la oposición a las regulaciones y los aranceles, todo ello bajo el esquema del libre mercado, ha ido provocando una unidad económica mundial, con fronteras cada vez más abiertas y mercados comunes cada vez mayores, propia de una economía globalizada.

El neoliberalismo como un fenómeno, y un set de políticas públicas que se basan la provisión de servicios públicos en mecanismos de mercado; y una ideología que postula la libertad individual como máximo valor humano. Frente la ciudadanía social conceptualizada en el conjunto de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, así como una serie de deberes derivados, atribuidos a los ciudadanos de una sociedad.

 

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