Todo el debate sobre si Pedro Castillo es o no de izquierdas, sobre si las medidas de su gobierno son o no de izquierdas, sobre si el rumbo de su gobierno es o no de izquierdas, sobre si el Perú en el mapa latinoamericano que se ha puesto de moda pintado de rojo, debe o no estar de rojo debido al gobierno que tiene, etc. parece un debate, sin duda interesante, pero que es interesado (no podemos cerrar los ojos sobre quiénes promueven ese debate) y completamente hipócrita.
Veo a compañeros y compañeras regalando bienintencionadamente, no lo dudo, dispuestos a hablar de esto regalando minutos de tele y radio a ese poder mediático que siempre ha odiado a la izquierda en cualquier versión. Cómo le interesa a los poderes que este sea el gran tema del que hablemos las izquierdas. ¿Y por qué? Porque saben muy bien que ese debate no lleva realmente a ningún lugar o, mejor dicho, nos lleva sólo a uno: al campo de batalla diseñado por el adversario.
Planteo una pregunta a quienes entran de buena intención en este debate con todos los marcos discursivos planteados por el adversario: ¿No les hace un poco de ruido que quien está más interesado en decir que Castillo no es un presidente de izquierdas o que Castillo no cumple con un programa de izquierdas, sean todos aquellos que históricamente se han opuesto a todos los líderes y lideresas de la izquierda y a todas las medidas propuestas por la izquierda en cualquiera de sus versiones? Piénsalo.
Es curioso, por ejemplo, oír a periodistas que demonizaron a Verónika Mendoza durante la primera vuelta -por ser de izquierdas- o que iniciaron una campaña del miedo contra la propuesta de reforma fiscal propuesta por Pedro Francke, el primer ministro de economía del Gobierno de Pedro Castillo, reclamando que este Gobierno no sea de izquierdas. ¿Quiénes fueron los primeros en ir contra cualquier iniciativa de izquierda posible en este gobierno? ¿No fueron ellos? Y ahora son la voz cantante que reclama lo mal que hace Pedro Castillo por no ser de izquierdas. Nos ven la cara de tontos.
Llámenme malpensada, pero algo me dice que estamos cayendo en la trampa una y otra y otra vez siempre que nos la ponen en frente, ya sea con un micrófono o con una foto, porque siempre respondemos en los marcos que le interesa al adversario.
Ese mismo adversario que terruqueó a los jóvenes que protestaban contra la Ley Pulpín. Que discriminó a las comunidades que se levantaron en lo que luego fue conocido como el Baguazo y que le regaló espacio a Alan García para proponer su tesis del “perro del hortelano”. Ese mismo adversario que en cuanto Pedro Castillo propuso subir el salario mínimo regaló portadas para anunciar que se acababa el mundo. El mismo adversario que cuando se propuso la reforma fiscal salió a decir que era una medida ineficaz e innecesaria en un país que sigue necesitando una reforma para que paguen más quienes más tienen y menos quienes menos tienen.
Ese mismo adversario que cuando se ha logrado acabar con la tercerización injusta en el Perú (y sí, esto lo ha hecho este gobierno) dijo que las empresas iban a quebrar porque no les importa un comino los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Ese mismo adversario que cada vez que te dice que “Pedro Castillo no es de izquierdas” lo que dice en voz bajita es “por suerte”.
Algunos pueden creer que este es un post invitando a decir que Castillo es de izquierdas. No se equivoquen. Se puede perfectamente debatir lo que es Pedro Castillo sin entrar en los marcos del adversario. A lo que sí los invito es a salir de la rueda del hámster en la que nos meten siempre que pueden (y los dejamos) los poderes mediáticos, económicos, políticos, empresariales, etc. ¿Hasta cuándo vamos a ser tontos útiles de aquellos que defienden un modelo de país que nosotros y nosotras buscamos transformar? ¿Es lógico que les permitamos también ganar y decidir nuestros debates? ¿Qué esperamos para responder desde coordenadas de la izquierda en lugar de hacerlo desde las coordenadas de las derechas?
Sobre el mapa Latinoamericano de moda tengo mucho que decir, y como me gusta ser impopular y provocadora voy a soltar una idea: claro que el Perú debe estar de rojo. Tal vez el problema es que se está entendiendo mal lo que ese rojo significa. Existe una similitud rotunda en todos esos países y es que las élites han sido rechazadas desde la voluntad popular. Y tal vez ESTE es el debate que los poderes no quieren que tengamos. Las izquierdas seríamos más inteligentes si llevamos el debate a estas coordenadas porque al final del día qué es la izquierda si no la propuesta de un horizonte alternativo al modelo que históricamente han defendido las élites.
Y Castillo, aunque no cumpla con su parte, fue elegido por eso. Y si en un set de televisión en lugar de regalar minutos cuestionando si es más o menos de izquierda Castillo, le respondes a El Comercio, RPP, Canal N, Canal 4, etc. que lo que sí es Castillo es la respuesta del hartazgo contra las élites que ellos representan, y contra sus políticas para las minorías, tal vez hayamos hecho algo que sume más no sólo a las izquierdas, sino sobre todo a un Perú que tiene a una mayoría diciendo NO a los grupos de poder.
Nada de esto invalida las críticas a Castillo, ni la decepción que supone su errático gobierno donde la ideología está en un cajón olvidada.
Pero sí apunta al verdadero objetivo de una izquierda transformadora que es responder al poder en nuestros términos y no agachando la cabreza y aceptando los términos en que el poder quiere que discutamos. ¿A quién beneficia este debate? Justo a aquellos que quieren ver a la izquierda muy mansa, muy domesticada y muy dormida para firmar nuestro epitafio. Yo no voy a regalarles la oportunidad. ¿Tú?