Primer acto: Augusto Álvarez Rodrich difama a tres mujeres por ser funcionarias del gobierno del que es opositor. Llama trolles pagados por el gobierno a cualquiera que denuncie las irregularidades de la Fiscalía y ve “corrupción” en el hecho de que una Congresista sugiera a una Ministra.
Segundo acto: Mónica Delta, en entrevista a la Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, le reclama a la Ministra por defender a la niña que estaba siendo víctima de una agresión. Más importante es “su cargo” y la imagen que da, que la importancia de proteger a una menor de cuatro años. Así como lo lees. Todo vale para golpear como sea a miembros del gobierno.
Tercer acto: Juan Carlos Tafur, en su editorial -porque este señor es director de un medio- compara al Gobierno liderado por Pedro Castillo con nada menos que la pandemia que se llevó a cientos de miles de peruanos y peruanas. Hay comparaciones odiosas y hay otras, simplemente, desatinadas. Se puede ser opositor sin ser un meme, pero Tafur no lo sabe.
Cuarto acto: Del bloqueo en Andorra de los 37 millones en sobornos de Odebrecht al entorno de Alan García no se dijo ni mu en los dominicales. Pasa una bola de paja. Suena un grillo a lo lejos. El poder mediático encargándose de que sólo te enteres de lo que ellos quieren que te enteres. Luego nos dicen que “sólo cumplen con su rol fiscalizador”. Ajá.
No todos los periodistas son iguales, pero estos referentes no merecen ni el rótulo ni tu audiencia. Y son ellos quienes nos dicen cómo hay que salir de la crisis que profundizan desde sus tribunas a diario. Ojito, ojito.