Laura Arroyo Garate: Estrategias discursivas dominicales

El modelo requiere “ajustes”

Es inevitable señalar la crisis y, ante ello toca tomar una posición. Pero, claro, con esta estrategia lo que nos dicen es que basta con “ajustar” el modelo quitando así del escenario la contradicción principal: el modelo ES la crisis. Como si la desigualdad no fuera hija del modelo, como si el deterioro de los partidos no fuera hijo del modelo, como si el protagonismo de capitales privados en derechos no fuera producto del modelo, como si la corrupción como forma de gobierno no fuera generada también por el modelo, etc. “Ajustes” para que no cambie nada.

La crisis es constitucional: toca cambiar artículos de la constitución

Esta es interesante y va muy a tono con la anterior aunque parezca más rebelde. Lo cierto es que la Constitución del fujimorismo ha sido sentenciada de muerte hasta por quienes la firmaron. Ese Congreso golpista se ha encargado de ello. En ese escenario, desde columnas de opinión (ver Rosa María Palacios hoy) se nos dice que ok, por fin admiten que teníamos razón al hablar de la Constitución como problema fúndante. Pero, ojo, que no hace falta una nueva Constitución. Basta con cambiar artículos específicos, en esa visión procedimentalista que no es capaz de entender que una Constitución es mucho más que la suma de artículos: es un proceso de encuentro de visiones de un país. Bueno, para ciertos analistas la crisis se resuelve solo remallando la Constitución, no cambiándola. Y ¿quién la remalla? Los mismos partidos y políticos de siempre porque su “reforma electoral” es también limitada.

Hay que decir que de yapa, esta estrategia discursiva nos trae la ridiculizacion que suelen usar desde las derechas siempre: la Nueva Constitución es un fetiche de la izquierda. Parece que se han olvidado de prender la televisión o mirar en internet lo que está ocurriendo estos días en el país.

Dina Boluarte debe convocar elecciones ya

Esta parece ser correcta, pero tiene una cierta trampa. Hay voces que plantean que es necesario que Boluarte inicie el proceso de elecciones porque su gobernabilidad es insostenible y porque, así, cierra la puerta a una Asamblea Constituyente. Básicamente, lo que dicen es que da igual la legitimidad o no, lo importante aquí es la táctica: para evitar una Constituyente es mejor que Boluarte llame a elecciones para “calmar” las manifestaciones. De ahí que me parezca inteligente lo que se está planteando por diversos espacios que están ahora mismo en las manifestaciones en diversos puntos del país: elecciones + referéndum. Votar tres opciones: presidencia, congreso, constitución. Solo así la elección no será un intercambio de figuritas conocidas, sino la construcción de un nuevo momento político que inicie la salida de la crisis.

La izquierda ha muerto

Esta es más bruta y achorada. Me gusta especialmente porque en realidad es una señal de debilidad de los espacios adversarios ideológica y políticamente. Al hacerlo reconocen que la izquierda es un actor que no logran vencer. De hecho, he oído y leído ese “la izquierda ha muerto” hace demasiado tiempo. Como cuando se llamó al voto por PPK en la segunda vuelta 2016 o cuando traicionó Ollanta Humala en 2011. No es un argumento nuevo. Y la clave aquí está en lo que entendemos por “izquierda”. Si hablamos sólo de partidos político lo que vemos es que las izquierdas partidarias están sufriendo las mismas consecuencias de la crisis sistémica que los partidos de derechas.

Es la clase política la que está golpeada. Si hablamos de “izquierda” como ese sentido común en un espectro geográfico de la política, no solo no hay defunción, sino fortalecimiento. Lo que vemos hoy no son marchas ideológicas, pero hay banderas levantadas que reconocen su posición política. El pedido de Nueva Constitución que acabe con el régimen y el modelo que la Constitución Fujimorista perpetúa es una demanda ideológica. La defensa del derecho a la protesta y el rechazo a la represión es también una demanda ideológica. El pedido del respeto a garantías en un estado de derecho, también. Incluso exigir el cierre del congreso tras el golpe que han logrado consumar (con el principal apoyo del mismo Pedro Castillo) es también una apuesta ideológica y de izquierdas. Ese Congreso que es rechazado mayoritariamente ello es por sus acciones no solo por la institución que es. Entonces ¿ha muerto la izquierda o es que toca que la izquierda sea representada por nuevos espacios políticos y liderazgos que han de construirse? Veo mucho más oportunidad que epitafio.

Lo más importante hoy, sin embargo, es que estas cuatro tesis discursivas están siendo quebradas una a una por un país allá afuera que sigue movilizado y llama a más jornadas de lucha para toda la próxima semana. La Nueva Constitución es un horizonte que se ve más cerca aunque le moleste a Palacios, Rodrich, Tafur y compañía. E incluso aunque genere temor entre algunos de los nuestros. Es válido tener temor en momentos de crisis. Lo es también señalar que no es el temor el que nos ha de movilizar ni el juego táctico (miren lo que pasó ayer con Antauro Humala siendo rechazado en coro por avalar a Boluarte), sino la humildad de reconocer que es el país el que marca el camino y no tanto los deseos de ciertos espacios. Lo venimos diciendo hace mucho algunos: Castillo podía ser un mal presidente (como creo que lo era) pero había un país sosteniéndolo y había que escuchar las razones. En la misma línea, hay un país rebelándose con lo que ha hecho el Congreso golpista en colusión con otros poderes del estado y exigiendo ese verdadero “que se vayan todos” que nunca fue solo Gobierno o Congreso, sino: que se vaya todo este modelo.

Y ese grito está sonando muy fuerte. O lo oímos, o lo oímos.