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Opinión

Laura Arroyo Garate: La lucha contra la corrupción un tema de la agenda necesaria para la democracia

Ayer, conversando con Glatzer Tuesta en Ideeleradio, hablamos de la lucha contra la corrupción como una agenda necesaria en democracia, pero a la vez, como una agenda que no prende ninguna mecha. Hay movilizaciones, sí -que no te mientan diciéndote que el Perú no se moviliza- pero no por este tema sino por otros tantos relacionados a temas concretos. Hay también un rechazo a la corrupción en general, pero no por eso una pulsión movilizada popularmente en contra de este flagelo y, en lugar de la superioridad moral de quienes creen que “su” lucha contra la corrupción es la única válida sin entender el contexto político e histórico en que nos encontramos, convendría diagnosticar mejor por qué esa mecha no sólo no prende, sino que ni siquiera importa mucho.
Al respecto, planteo una tesis: la deslegitimidad del mensajero. Mientras los grandes referentes de la lucha contra la corrupción en la actualidad peruana sean los grandes corruptos de nuestra historia republicana es LÓGICO que esa lucha se desprestigie, y esta es una lástima en democracia. El mensajero importa. Ver a Keiko Fujimori (la primera dama de la dictadura corrupta y de los estudios pagados por la ciudadanía en el extranjero), a López Aliaga (el que debe millones a la SUNAT), a representantes apristas como Jorge del Castillo o Mauricio Mulder (el partido del líder de los narcoindultos), a Lourdes Flores Nano (la que quería eliminar el voto de quienes no vivían en su distrito privilegiado), etc. liderando la lucha contra la corrupción es la mejor manera de quebrar esta necesaria lucha y deslegitimarla a los ojos de cualquier ciudadano o ciudadana con dos dedos de frente y de dignidad.
Por eso es que la “lucha contra la corrupción” como rótulo vacío donde entra cualquier interesado a cumplir sus deseos con hipocresía e incoherencia, no goza de un pulso popular movilizador. ¿Quién neutraliza la movilización popular en defensa de la transparencia y la institucionalidad? Pues los mismos que utilizan esta máscara para recuperar lo único que les importa que no es la limpieza de las instituciones sino que sean ellos los que se sirvan de ellas para meter dinero al bolsillo propio y de sus amigotes.
Tal vez la pregunta no debería ser “¿por qué no te movilizas por mi lucha?”, sino “¿es esta lucha la que no te interesa o es la gente que la abandera?”. Pero, claro, para hacerse esta pregunta hay que ir un paso atrás y dejar de querer imponerle a un país una agenda y escuchar más lo que el país reclama. En otras palabras: entender que el país es un espacio de ciudadanos y ciudadanas iguales que tienen derecho a plantear sus reclamos con mayor o menor peso y prioridad en función de sus propias lecturas del momento. Si la oposición es la mejor aliada del Gobierno, el elitismo político, mediático y académico es el mejor aliado de una fractura social que sigue creciendo. El problema no es la lucha contra la corrupción, es que nadie les cree cuando los que hablan de luchar contra ella son quienes nos han robado toda la vida hasta los derechos y las cosas de comer.

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