Hoy voy a recomendar la excelente entrevista y conversación que han tenido Cecilia Méndez y Glatzer Tuesta en Ideeleradio. Estoy convencida de que la mejor manera de pensar y repensar nuestra actualidad pasa por conocer y recordar la historia. En ese sentido, contar con la lucidez de Cecilia es clave porque, además, por su condición de historiadora, siempre aparece con anteojos distintos que, por lo mismo, abarcan más ampliamente la foto que transitamos. Con Cecilia a veces tengo matices, y en concreto en esta entrevista tengo un par, pero ojo que matices no es diferencias y he de confesar que resulta un lujo y una delicia tenerlos con alguien como ella con quien se puede debatir con altura y además con esa voluntad honesta por la transformación en un Perú que requiere cambios radicales con urgencia.
Tal vez de lo que más me ha gustado ha sido el apunte casi inicial (aunque toda la entrevista no tiene pierde) respecto de las hipótesis por las cuales hay sectores no tan reducidos que sostienen apoyos a Pedro Castillo y también una lectura cruzada con el cuadro de principales preocupaciones de las mayorías de nuestro país en la reciente encuesta del IEP. Cecilia apunta a algo fundamental que no se advierte ya sea voluntaria o involuntariamente y es que en el terreno de la disputa política no sólo hay necesidades materiales -que las hay y en Perú muchas-, sino que además existen ideas y conceptos que son fuertes y se arraigan también en los procesos identitarios de los países y de sus momentos políticos concretos. Esto que señala Méndez, es algo que vivimos a nivel mundial y que desde diversas coordinadas analizamos con la profundidad que se puede analizar un fenómeno que está en curso: el contexto de profundización ideológica que atravesamos.
No estamos ya en un contexto donde mandan únicamente las necesidades materiales en la construcción de las ideologías y en la decisión mayoritaria por determinadas alternativas políticas. De hecho, si pensamos en las veces en que se vota por el programa electoral y sólo por eso, nos quedamos rápidamente sin ejemplos. Lo cierto es que en este escenario (que un pensador como Gramsci definió como “batalla cultural”), es donde se asientan los sentidos comunes que delinean las sociedades. La disputa política es esencialmente la disputa en el terreno de la batalla cultural, un terreno donde -y esta es la mala noticia- la extrema derecha está sabiendo disputar a veces con mucho más éxito que las alternativas al modelo caduco y quebrado que es el neoliberalismo. Méndez nos recuerda también al gran Flores Galindo y su frase “el pueblo no solo protesta porque tiene hambre, sino porque tiene ideas” y esto es clave para pensar en otra forma de entendernos y oírnos entre nosotras y nosotros.
No hay nada más condescendiente que creer que la gente no cuenta con sus propias reflexiones respecto a lo que ocurre y no construye sus propios imaginarios y alternativas de solución. De hecho, esa visión es una visión jerárquica y profundamente discriminadora por parte de las élites que hoy en el Perú reclaman que por qué no marchan con ellos las mayorías del país y con ello nos dan cuenta de que no sólo no entienden al país al que quieren hablarle -y seguir gobernando- sino que no entienden de una forma igualitaria de entendernos como propone Flores Galindo. Al final del día una democracia es esto: la horizontalidad en el trato pero también en la aceptación de una pluralidad de voces donde, sobre principios mínimos y acuerdos de base, se respetan y dialogan entre sí.
En el Perú en que vivimos esto nunca ha ocurrido. Hay opiniones que nunca se han aceptado ni mucho menos respetado por el poder. Hay voces que nunca se han oído ni mucho menos respetado por los poderes. Hay lenguas que nunca se han validado ni mucho menos respetado por los poderes. Hay colores de piel que nunca han sido consideradas como iguales por el poder. Y es esa fractura de la democracia en sus cimientos que nos habla de un país que se construyó -y cree que podía seguirse construyendo- de espaldas a sus mayorías, gobernado por unas élites que no representan más que a su burbuja.
Recomiendo la entrevista completa a Cecilia porque da cuenta de muchas cosas y no sólo de esta idea de fondo sobre la que creo necesario profundizar. Como no puede ser de otro modo, hay matices que podemos encontrar entre ambas, tal vez en cuanto a la lectura de las izquierdas latinoamericanas, pero me los dejo para una conversa con ella que esperemos que pronto ya no sea virtual, querida amiga.
Denle play y disfruten
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