El show mediático orquestado ayer por la Fiscalía no solo no es un hecho aislado, sino que suma a la lista de rayas a un tigre que de tan rayado parece una pantera. Buscar en Palacio de Gobierno a quien no vive en Palacio de Gobierno y cuyo domicilio se conoce públicamente podría parecer un error, pero sabemos que no tiene nada de errático, sino de intencionado. La intención es sostener un pulso entre el Poder Judicial y el Presidencial como segunda fase intensificada de una asonada antiCastillo que puede tener muchas razones justificadas que se diluyen por estas formas de actuar tan absurdas como peligrosas. Pero no sólo eso, esta misma oposición termina por darle a un Presidente que no lo merece, oxígeno para contraatacar a la ofensiva. No es victimismo, es estrategia política. Y es útil porque se la regalan.
El mensaje presidencial de Pedro Castillo ayer resulta un acierto comunicativo y político porque está sabiendo leer mejor el escenario -y la crisis sistémica- que su oposición. Una oposición también sistémica (del establishment que reacciona) que incluye a diversos poderes del país. El tono duro y lectura cuidada del mensaje ha mostrado a un Presidente distinto al que estamos (mal)acostumbrados. Se vio a un Castillo clarísimo en la estrategia: antagonizar con los poderes. Y le ha salido redondo porque esta oposición “establishment” se ha convertido en la oposición que este Gobierno necesita.
Cuando hablamos de crisis sistémica hablamos de la participación de todos los poderes en ella. Del poder político, del poder económico, del poder empresarial, del poder mediático y también del poder judicial. Lo que hemos visto ayer por parte de la Fiscalía forma parte de ello.
El juego político de la Fiscalía no es nuevo ni empezó ayer. Estamos viendo un pulso entre este espacio judicial y el Presidencial desde hace meses. Un pulso que no hace otra cosa que dañar la imagen necesaria que debe guardar un poder como el judicial en una democracia.
El show mediático en que cae la Fiscalía buscando a una persona en Palacio pese a que no vive ahí, no es un gesto aislado. Es parte de una estrategia que vemos hace semanas. Y termina por beneficiar a un Castillo que sí debe responder por las sospechas que pesan sobre su entorno.
Pero este show no lo orquesta sólo la fiscalía y esto es lo más elocuente y alarmante. El papel de otros poderes -en especial el del poder mediático- aplaudiendo y avalando esta acciones es lo que le permite al Presidente hablar del contubernio entre poderes. Puede no gustarte Pedro Castillo, pero no puedes negar que ese contubernio de los poderes en su contra existe.
En el mensaje presidencial de julio el Presidente antagonizó a los poderes mediáticos con su gobierno porque sabe que cuentan con deslegitimidad. Una deslegitimidad que se han ganado a pulso no sólo durante su vergonzoso papel en las elecciones de 2021 (hasta la fecha), sino durante décadas en que las voces del Perú han sido siempre las mismas y las agendas, por tanto, también. Frente a la lógica desconfianza que se han construido, el Presidente Castillo gana en el relato al ponerlos de adversarios concretos pues es verdad que existe una asonada mediática contra él aunque algunos pocos periodistas no hayan caído en ella.
En la misma línea, el mensaje presidencial de ayer sostiene este antagonismo porque es útil y verosímil pero así como se intensifica la oposición “establishment” contra Castillo, también se intensifica la respuesta presidencial de forma astuta. La asonada mediática no existe por sí sola. Cuenta con el poder económico, el poder empresarial y, como vemos, también con una arista del poder judicial. De ahí que el Presidente hable de contubernio de poderes contra él y, nuevamente, gana el relato.
Lo lógico y racional sería que los poderes entendieran su momento de enorme debilidad y en lugar de aplicar la política de reacción y pataleo de burbuja asumieran un proceso de necesario recambio de reciclaje que les permitiera reflotar sus figuras y recuperar legitimidad. Pero en el Perú tenemos poderes incapaces de la autocrítica que le exigen al Presidente a diario. Ayer vimos, por citar un caso, a Cecilia Valenzuela aplaudiendo la labor de la prensa. Esa prensa que ha mentido y discriminado descaradamente durante el último año y que hoy no es enemiga de Pedro Castillo, sino adversaria de cualquier democracia que se precie de serlo. Ella es una de las mejores representantes de los protagonistas de la crisis que vivimos en Perú. Y esa es la razón por la cual el Presidente Castillo se sostiene con menor dificultad de la que podría. Porque lo que dice es verdad y con esa verdad logra tapar una serie de sospechas, medidas ineficaces, nombramientos de terror y mediocridad campante en su gobierno. Los poderes le regalan la razón.
De ahí que cuando se lee ese “que se vayan todos” como demanda por elecciones no se está entendiendo la dimensión de la crisis ni la lectura que ya está haciendo la ciudadanía del momento. Esa frase habla más de una demanda por transformación total del sistema que de urnas para elegir a dos poderes del estado. En esto, Castillo está leyendo mejor el escenario que la oposición que no es política únicamente, es una oposición sistémica.
Por todo esto tiene más sentido pensar en las movilizaciones que ya existen en el país, que en seguir los relatos de los poderes, incluido el presidencial acríticamente. Es por todo esto que también tiene sentido que desde esferas de poder ya sea económico o simbólico (pienso en la academia y sus principales referentes) se deje de querer tutelar
condescendientemente a la gente hacia una movilización antojadiza cuando es la gente la que ya está señalando el camino mejor que muchos tuiteros y partidos políticos. La ciudadanía está leyendo la crisis mejor que los analistas y opinadores mainstream.
El gran éxito de la oposición es que logra que aunque te guste o no el Gobierno, aunque le creas o no al Presidente Castillo, aunque defiendas o no el papel de la Fiscalía o, incluso si estás a favor de la actuación de los poderes mediáticos en el último año, no puedes negar que esta oposición sistémica al Presidente es su mejor activo. Lo de ayer de la Fiscalía fue un show vergonzoso que solo ratifica esta certeza.
Al respecto he leído a algunos apuntando a un ‘lawfare’ en el Perú. Sin embargo creo que el escenario peruano es muy particular para hacer ese salto. Apunto antes bien a un ‘mediafare’, entendiendo que los poderes mediáticos son los altavoces de los poderes económicos, empresariales y políticos de la élite. Ese ‘mediafare’ une las patas con espacios judiciales en una estrategia donde se coluden diversos poderes para lograr hoy lo que no son capaces de conseguir en el Congreso: sacar a Castillo. Seguirán en la intentona con nuevas fases y distintos niveles de intensidad pero si algo hemos aprendido en este periodo es que no todo lo que se siembra se cosecha. Mientras tanto, el Presidente puede sentirse más tranquilo pues cuenta con la oposición que necesita para no hablar de su Gobierno.