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Opinión

Laura Arroyo Gárate: Lo llaman democracia y no lo es

Dina Boluarte da un nuevo paso en la consolidación de su gobierno dictatorial, esta vez, saltándose olímpicamente esa Constitución que dicen defender cundo en realidad vulneran los mismos que la escribieron a su antojo y conveniencia. Esta vez, Boluarte pone todas las cartas sobre la mesa. No basta con la represión sobre peruanos a quienes terruquea desde ese Palacio de Gobierno donde no merece estar. No le basta con el discurso violento institucional que vandaliza a quienes ejercen un derecho como el de la protesta. No le basta con señalar a sus adversarios políticos al allanar locales como el de Nuevo Perú o el de la Confederacion de Campesinos del Perú a quienes, por cierto, les han abierto una investigación preliminar por “presunto delito de terrorismo” recordándonos operaciones vergonzosas como Olimpo.
No le basta con gobernar de la mano de su partido político: las Fuerzas Armadas. Ni le basta con hacer evidente que sus mayores aliados políticos son quienes perdieron las elecciones confirmando que ganó un golpe de estado: el que orquestaron desde siempre quienes no aceptaron el resultado electoral de 2021.
Dina Boluarte, con la valentía que le da saberse impune y protegida por todos los poderes, hace gala de su alianza con el Congreso de mayoría vacadora y golpista de 6% de legitimidad. Para ello se salta la Constitución que establece la línea de sucesión que Boluarte quiere saltarse para dar peso a la figura de Williams. ¿Por qué? Porque hace rato ese Congreso es el que gobierna y Dina Boluarte es solo su alfil, su fachada legal, su forma de limpiarse las manos diciendo que su golpe está amparado por ley.
Y, por cierto, no es verdad que Dina Boluarte deba viajar a ningún lado. Vizcarra no lo hizo, Sagasti tampoco. A Castillo que le correspondía se lo impidieron. ¿A cuento de qué Boluarte siente que es una urgencia? Es claramente una señal política de aval a ese Congreso, ni más ni menos. El sello final del pacto que ya anunciábamos y que era evidente.
Hace unos días, diversos colegas me decían que era peligroso pedir la renuncia de Boluarte pues suponía que Williams entrara a la Presidencia y sería “peor”. Yo respondía entonces que no entendía cómo con 21 asesinados en aquel momento (hoy hay 28) podíamos pensar en algo “peor”. Hoy me ratifica la dictadora. Hace mucho rato Williams ya tiene poder, ese Congreso ya gobierna, ese golpe ya ganó. Hoy, Boluarte solo lo evidencia de manera burda porque se sabe arropada y cuidada de manera lamentable y vergonzosa.
Y pese a ello hay quienes sugieren que no la llamemos dictadura. ¿Dónde está el estado de derecho? ¿Dónde está el respeto a los DDHH? ¿Dónde está el respeto a la opinión política? ¿Dónde está el respeto a los derechos como el de manifestación y protesta? ¿Dónde está la correlación de fuerzas que ganó las elecciones? ¿Dónde está el respeto a las instituciones? ¿Dónde está el respeto a la Constitución?
Responde a las preguntas y elige tu palabra. Para mí, ‘dictadura’ es una palabra clarísima en este contexto. Y alerta sobre lo que está ocurriendo en nuestras narices mientras un Perú se moviliza exigiendo democracia frente a la indiferencia de quienes siguen mirando de perfil hoy que se sienten más cómodos con Boluarte que con Castillo. Y esa complicidad está avalando esta dictadura.

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