Desde el domingo electoral anticipamos que Palacio Municipal sería utilizado como un bastión de la oposición golpista antes que como una institución de gestión que tanta falta le hace a la ciudad de Lima. La victoria de Rafael López Aliaga es la primera victoria orgánica de la extrema derecha golpista que utilizará al nuevo alcalde como el principal alfil opositor a Pedro Castillo. Todo esto es predecible. La gestión de Lima ha pasado de estar en la nada (Jorge Muñoz) a ser del todo despreciada. Esto atenta directamente contra los y las limeñas, sobre todo quienes no votaron por este alcalde que ganó en la que debería llamarse “Lima privilegiada”.
Sin embargo, la estrategia de RLA por utilizar el cargo para impulsar una segunda fase de intensidad en la estrategia golpista no funcionaría si no contara con el apoyo del poder mediático. Y esta es una clave fundamental que explica la tragedia democrática que vivimos. Puede que RLA no haya sido el candidato preferido por la gran prensa, pero no dudaron en darle todos los sets televisivos y ondas radiales posibles. Y hoy, incluso cuando algunos referentes de la opinología hegemónica limeña como Álvarez Rodrich afirman que su problema es que “no se puede controlar. Debería moderarse”, estamos viendo que existe ya, a menos de 48 horas de ser virtual alcalde de Lima, una alianza entre el poder mediático y este personaje.
No les importa su perfil antiderechos, su fascismo declarado, sus impagos en impuestos o su incumplimiento de derechos laborales para sus trabajadores y trabajadoras. No les importa tampoco que hablemos de un sujeto que demostró su desprecio por sus propios compatriotas al pedir que Velarde dejara el tipo de cambio del dólar alto para que “la gente pobre sienta”. Pese a todo esto, el poder mediático tiene claro que Rafael López Aliaga es antes un aliado que un problema. Puede no gustarles del todo las formas del personaje pero comparten hoja de ruta: sacar a Pedro Castillo del Gobierno.
Puede no gustarte el gobierno, puedes ser opositor, pero es imposible no denunciar el golpismo existente en el Congreso, los medios y ahora Palacio Municipal de Lima. Puede no gustarte el gobienro, puedes ser opositor, pero aún así ser un defensor de la democracia y exigir la construcción de una oposición democrática. Esto, sin embargo, está alarmante fuera de la agenda de los poderes y del debate público.
Entre un Tafur que dice que no debe mortificar que el nuevo alcalde sea un beligerante opositor a Pedro Castillo, o Álvarez Rodrich diciendo que debe moderarse como si esa fuera la única alerta de López Aliaga, o periodistas varios que oyen a RLA llamando “burro” a un Presidente sin siquiera reclamárselo y exigir que no siga afrentando así a una autoridad electa, lo que estamos viendo es el lavado de cara del fascismo. Su blanqueamiento y la normalización de sus discursos discriminadores y de odio. Y ese es el verdadero riesgo. La gran prensa está siendo cómplice de esta operación de normalización peligrosísima. Y, en medio, nosotros y nosotras somos espectadores de un germen que solo puede crecer muy mal.
¿No me creen? Comparto con ustedes el resumen de un veloz análisis de medios en las últimas 48 horas. Que sirva para abrir bien los ojos y exigir a la prensa que deje de ser cómplice del odio, el golpismo y el fascismo.