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Opinión

Laura Arroyo Gárate: Los responsables del asesinato del policía en Puno, tres meses después

Durante meses la gran prensa culpó a los manifestantes del asesinato de José Luis Soncco, policía en Juliaca. Leímos y oímos cómo no sólo les adjudicaron el rótulo de “violentos” a quienes se movilizaban, sino que, utilizando este hecho en concreto, la gran prensa terruqueó a cada uno de los puneños que se movilizaba desde el día uno. Asimismo, vimos que le pusieron el micrófono a los familiares de Soncco para que hablara mal de los puneños movilizados, pero se lo apagaron rapidito pues sus familiares fueron capaces de señalar que la responsabilidad de la situación siempre fue de ese gobierno liderado por Boluarte que lo primero que hizo fue enfrentar a peruanos y con peruanos.

Hoy, tres meses después, la verdad se abre camino. No hubo violencia por parte de los manifestantes. La violencia se da cuando aparecen los aparatos de su orden -las FFAA y la PNP- con la orden de reprimir. La violencia inicia cuando el Perú movilizado se ve en la necesidad de defenderse de esa represión. La violencia surge por el miedo que genera saber que en estos poco más de cien días este gobierno ha ejecutado extrajudicialmente a peruanos y peruanas. Es lógico asustarse frente a la impunidad de estos asesinatos. El terror que está generando este gobierno es alucinante. Terrorismo de estado en toda regla.
Pero no sólo la gran prensa mintió durante meses sobre este caso terrible. El asesinato de Soncco fue también utilizado por cierto sector de la opinología limeña para hacer una equidistancia que en este espacio hemos denunciado ampliamente. Hemos visto a referentes de la democracia peruana decir que si bien rechazaban la represión no podían sumarse del todo a las movilizaciones porque “eran violentas”. Hemos leído a analistas a quienes respetamos por su trayectoria, añorar otras marchas de antaño pues las consideraban “pacíficas” mientras que a las de hoy las calificaban de violentas y con intereses antidemocráticos. El caso de Soncco fue utilizado para reafirmar esa postura que, como vemos, siempre fue errada.
Las movilizaciones son justas desde el primer minuto y son democráticas. Los episodios de violencia no han sido ocasionados por los manifestantes y el caso concreto de Soncco merece un repudio especial porque además de haber sido utilizado para demonizar la protesta legítima, hoy no es ni mencionado por la gran prensa que prefiere mirar a otro lado en lugar de admitir sus estrategias perversas. Así como callan sobre el asesinato de Rosalino Flórez, tampoco quieren hablarnos de los verdaderos responsables del asesinato de un policía que utilizaron como excusa para seguir reprimiendo ferozmente.
Hoy, los demócratas y demócratas deberían tener bien fácil decidir con quién se está en un momento de disputa abierta. El error es válido y es humano. Lo responsable, sin embargo, es rectificar tras ese error. Qué importante sería oír a ese sector que llamó violentas a las manifestaciones equiparándolas con el accionar de las fuerzas del (des)orden señalar que en efecto no lo son y verlos sumarse a la defensa por una democracia que nos incluya a todos y todas en igualdad de condiciones. No es tarde.

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