Quería dedicar aunque sea un ratito a agradecer a toda la gente que me ha escrito por privado estos días, ya sea para comentar algunos de mis textos, agradecerlos, sugerirme nuevos temas, compartir reflexiones, etcétera. No logro responder todos los mensajes, pero sepan que los leo y aprecio muchísimo. Sin duda, son una evidencia de que en tiempos difíciles surge la necesidad de PONER EN COMÚN ideas y acciones. Ese es el mayor poder que tenemos y agradezco a quienes me consideran parte de ese ejercicio de colectividad en esta red pero también en las otras que compartimos.
No he podido -ni puedo- desear felices fiestas este año porque el cuerpo me exige honestidad. No son felices. No lo son para mí, y creo que no lo son para muchos. No son fiestas normales, no son fiestas de celebración, no son jornadas de “paz” siquiera. Vivir fiestas cuando hay violencia sistemática contra nuestra gente es agridulce cuando menos. No ser indiferente es, creo, la mayor demostración de amor. Y en este fin de año no puedo ofrecer otra cosa que eso: el amor que hoy es sinónimo de revolución, indignación compartida, empatía y lágrimas si hace falta.
Por ello he esperado a este 26 para desear más lucha. Estoy convencida de que es esa lucha justa y colectiva la que es condición de posibilidad para que mañana -más pronto que tarde- realmente podamos hablar de “felices fiestas” pero para todos y todas. Pero la lucha no es un ejercicio solitario ni únicamente doloroso. Hay dolor y muchas veces soledad cuando nos topamos con la indiferencia de los poderes y los grandes medios (y hasta de amigos y amigas). Pero la lucha es más que eso. La lucha es también sonrisa cuando te reconoces acompañado y arropada con quienes te acompañan en el camino. La lucha es también victoria cuando logramos avanzar aunque sea un poquito hacia la justicia social.
La lucha es también aprendizaje cuando alguien nos enseña una mejor forma de llegar a la meta. La lucha es también crecimiento cuando las redes de apoyo entre peruanos y peruanas se hacen sentir en esa chocolatada hermosa en Plaza Manco Capac el 25, o con la colecta de víveres y logística para nuestros hermanos y hermanas huéspedes en esa Lima que es mejor de lo que nos quiere hacer creer la élite limeña. La lucha es también amor, en cada abrazo, arenga en coro, pancartas audaces, sikuris revolucionarios, etc. La lucha ES poder y ES victoria.
No nos podrán quitar eso nunca.
Mientras nos toque luchar, solo queda agradecer a todos y todas las que están en cada trinchera de distinto tipo cuidando y defendiendo a ese Perú movilizado que es una lección de democracia estos días.
Feliz lucha. Próspera victoria.