Hace unas semanas, una noticia empezó a sonar con cierto peso: Tropas de EEUU llegan a Perú para ejercicios conjuntos. Una noticia que, lógicamente, genera preocupación y alarma en el contexto actual, pero que, por un lado, ha sido notoriamente invisibilizada en el poder mediático y, por otro lado, en ciertos espacios mediáticos digitales que denuncian las violaciones de DDHH de este gobierno, pero que, por ejemplo, no reconocen que ha habido un golpe de estado desde los poderes o han dicho abiertamente que Castillo y Boluarte son iguales, se ha señalado que no hay motivo para alarmarse porque se trataría de “fakenews” y de una práctica habitual. ¿Por qué sí es importante hablar de este tema y de la presencia de EEUU en el Perú hoy?
Empecemos por el comienzo: No son fakenews. Es curioso que quienes suelen denunciar las “fakenews” -como corresponde y hay que hacer con mayor contundencia- digan que esta noticia lo es. La noticia es real. Tal vez lo que quieren decir es que la alarma que provoca no debería ser tal. Eso es otra cosa. Y eso sí es opinable. Los hechos no lo son. ¿Es verdad que Tropas de EEUU llegan a Perú por un periodo de tiempo más largo de lo habitual? Sí. Es verdad. ¿Es verdad que la entrada de tropas estadounidenses en el territorio peruano no es extraña sino una práctica habitual? También. ¿Es lo mismo que entren tropas estadounidenses en un contexto de crispación y movilización social como la actual a que lo hubieran hecho en otro contexto de mayor normalidad? No. Y hasta aquí el festival de obviedades.
Una de las grandes victorias del neoliberalismo no es sólo que quebró del todo las relaciones sociales y fomentó a sujetos individualistas en un terreno adverso donde el “sálvese quien pueda” se hizo norma. Vemos su victoria también cuando en aras de una mal entendido “rigor periodístico” se asume que se pueden analizar los hechos sin anclarlos en su contexto. Una suerte de análisis parcial de data sin considerar de dónde surge la data es precisamente lo que permite que se reduzca, por ejemplo, la medición de desarrollo de un país al crecimiento del PBI, sin considerar las variables de desigualdad, la falta de infraestructura, el acceso a derechos básicos, la vulnerabilidad respecto a los cambios económicos internacionales, la dependencia de sus materias primas, etc. Lamentablemente, bajo esa misma lógica he oído a más de un periodista serio defender en los últimos días que la entrada de Tropas de EEUU en nuestro territorio es como vivir un martes normal cualquiera. Nos dicen que la alarma no se justifica pues todos los años pasa lo mismo y que la alarma que pudiera generarnos hoy no es otra cosa que el “interés de ciertos grupos extremistas” o fetichistas que siempre rechazan a los EEUU.
Este discurso permite precisamente entibiar la censura de la violencia que ejerce la actual dictadura porque, entre otras cosas, la dota de cierta “normalidad”. Cuando dicen “si todos los años entran tropas de EEUU y este año también, no tiene sentido que te preocupes esta vez” están asumiendo tácitamente que vivimos en un contexto de normalidad como en junio del 2022 o 2021 o, si queremos, de hace diez años. ¿Normalidad? Es perverso que, voluntaria o involuntariamente, se nos haga pensar que vivimos en un contexto de cierta normalidad cuando hay más de sesenta peruanos que ya no están sólo por querer protestar. Y es todavía más perverso que no se relacione la denuncia contra las violaciones de derechos humanos ejercidos, precisamente, por las Fuerzas Armadas y la PNP, con la entrada de tropas en este contexto específico.
Hoy que tenemos a compatriotas que mueren por protestar y que las fuerzas del (des)orden están envalentonadas por la impunidad que le garantizan Boluarte, Otárola y todos los poderes, la entrada de estas tropas no es sólo para alarmarse, sino para temblar. Que lo hagan semanas antes de que se desarrolle la tercera toma de Lima (julio) que ha sido anunciada desde marzo de este año, es de terror. Disociar los hechos de los contextos nos lleva a pensar que la normalidad tiene forma de fusil y de sangre.
Pero hay otro tema clave que es más de fondo. Perú ha sido siempre uno de los países más serviles a los intereses estadounidenses que nada tienen que ver con la preservación de la democracia ni el respeto a los derechos humanos. Para el gran vecino del norte la democracia vale cuando garantiza que los modelos implementados sigan aportando a sus intereses. Chile con Allende a la cabeza fue uno de los grandes ejemplos de ello. Los EEUU participaron activamente en un golpe de estado porque lo de chilenizar el cobre o implementar un proyecto socialista en esa América del Sur que consideran su patio trasero no podía permitirse.
Fujimori es otro ejemplo. No olvidemos que llegó convencido de aplicar el fujishock que prometió no implementar durante la campaña de 1990 tras reuniones “productivas” con los grandes poderes económicos de ese gran vecino del norte. Y la misma Boluarte es un excelente ejemplo pues Lisa Kenna, la todavía embajadora estadounidense en Perú, es probablemente la personalidad internacional que más fotos se ha tomado y más apoyo ha mostrado a la dictadura que hoy padecemos. Pero digamos que nada de esto te convence. Muy bien, no tienen que creerme a mí ni a los ejemplos históricos, basta con oír a John Bolton, ex asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante el gobierno de Donald Trump, quien aseguró haber ayudado a planificar golpes de Estado en países extranjeros. Y sobre el respeto de EEUU a los derechos humanos, basta con recordar Irak o pensar hoy en Ucrania.
Y esta es la clave. No sólo nos encontramos en un contexto específico de dictadura sostenida por la fuerza que monopolizan las FFAA y la PNP en el Perú, sino que además los EEUU se encuentran en un contexto de disputa internacional donde necesitan afianzar sus alianzas internacionales y, por supuesto, aceitar y mantener muy firmes las cuerdas con los países que siempre han considerado una suerte de colonia debido al conflicto Rusia-Ucrania. Dos contextos que convenientemente se olvidan al narrar esta noticia (si es que acaso se narra).
Y por eso, así como critico a los neo-periodistas que analizan hechos sin situarlos en sus contextos y, por tanto, no plantean análisis que incluyan las variables que se desprenden de esos contextos, reconozco la labor difícil de los muy poquitos que hacen lo contrario. Comparto esta excelente nota para Público (España) de la que es hoy un referente del buen periodismo en el Perú, Jacqueline Fowks. Una buena radiografía y completa de lo que estos hechos realmente significan: https://www.publico.es/…/tropas-eeuu-llegan-peru…
Es curioso que en pleno siglo XXI los periodistas rigurosos que te dicen que no te alarmes por la entrada de estas tropas no cuestionen tampoco, ni por un segundo, lo que significa que la entrada de tropas de EEUU se haya dado siempre en nuestro territorio. Es cuando menos sospechoso que la palabra “soberanía” no exista en el vocabulario de ciertos referentes mediáticos. Pero lo es todavía más, que no se considere tanto el contexto interno peruano en el que este despliegue de fuerza se pone en práctica, como el contexto de los mismos EEUU a nivel global en un momento en que tanto en América Latina como en Europa buscan afianzar su poder dotando de peso a la OTAN -esa gran organización que promueve guerras y luego dice defendernos de ellas- en lugar de apostar por la paz que cada vez menos líderes defienden.
OJO: en nuestro otro gran vecino, esta vez del este, Lula Da Silva está teniendo una participación significativa haciendo llamados por la paz, soluciones diplomáticas y diálogo para acabar con el conflicto Rusia-Ucrania. Que EEUU busque acercarse más que nunca a sus bastiones aliados en América del Sur en ese escenario tampoco es casual. Pero, nuevamente, si separamos los hechos de sus contextos todo esto se nos pasa convenientemente por alto y decimos algo tan falso como que “no hay que alarmarse con que entren tropas de EEUU a Perú porque no significa nada”.
Sobre esto hablé en el reciente programa ‘CafeInna’ dirigido por Inna Afinogenova para Canal Red (España) que fue un programa dedicado a hablar de la actual crisis en Perú. Seguimos trabajando para que se hable de Perú fuera del Perú en un momento en que el poder mediático nacional está posicionado del todo en favor de la dictadura.