Me ha gustado cuando hoy me han preguntado por esa especie de “vacío de poder” que de alguna manera vivimos en Perú. Me ha permitido darle una vuelta a algo que decimos ya hace un tiempo: no hay un vacío de poder, hay, por primera vez, una disputa del poder.
La arquitectura del poder peruano hoy tambalea. Tambalea tanto que no le queda otra que disparar. Tambalea tanto que no le queda otra que mentir. Tambalea tanto que no le queda otra que matar a quienes dicen la verdad y exigen democracia. La evidencia de su debilidad es cada día que pasa. Su agresividad es debilidad disfrazada de armas y, por supuesto, en medio nos arrebatan la vida de hermanos y hermanas.
Pero eso ocurre precisamente porque por primera vez el poder, entendido como ese nudo del que los hablaba Francisco Durand, está desnudo. Está atacado. Está deslegitimado. Está débil. El poder tiembla porque hay un poder popular disputando por primera vez lo que siempre debió ser también suyo. Esa es la clave de lo que hoy vivimos.
Gracias a Cutivalú y a Paco Muguiro por permitirme esta mañana hablar un poco sobre este poder en disputa.
