Por: Mario Cárdenas
Siempre produce interés observar el comportamiento de los famosos conversos, los que en su juventud, levantaban banderas políticas contestarias, rebeldes, asumían posturas radicales de un signo, luego de adultos asumen las propuestas de aquellas a quienes combatían , madurar dicen unos, tratando de explicar ese dramático cambio, modernizar dicen otros, cambiar en la valoración de las cosas y los hechos, pueden ser un proceso entendibles y comprensible, no así, asumir posturas radicalmente opuestas y defenderlas con tanta pasión, ese es le motivo de nuestra reflexión en esta oportunidad.
Estos personajes que han renegado de su pasado, hasta que punto son confiables, auténticos difícil que lo sean, si cambiaron una vez, nada impide que cambien nuevamente, más si asumen posturas radicales, fanáticas dirían algunos, no debaten lealmente, son ganados por la intolerancia, llegan fácilmente a los ataques, con argumentos llenos de odio, con un espíritu de revancha o desquite por lo que representaron en su vida pasada.
En el Perú hay personajes conocidos como Eudocio Rabines en las décadas pasadas, quien alto dirigente del Partido Comunista Peruano, ferviente líder incendiario, paso a convertirse en todo lo contrario, otro personaje conocido es Mario Vargas Llosa, de joven militante de la juventud comunista, defensor y partidario de la Revolución Cubana, literato que gano fama, relatando las realidades sociales de injusticia, principalmente del Perú, hasta que la comodidad que ofrecen las elites, fueron ganando sus gustos y cambiando sus condiciones de vida y sus ideas. Luego como quien, justificando las mejoras materiales, asumió un discurso liberal, radical, militante, incluso agitador internacional de las causas más conservadoras en el Mundo.
Luego en la lista aparecen otros personajes no tan famosos como los anteriores, tienen las mismas características, ayer cuasi místicos dirigentes, intransigentes, rabiosos, agresivos, pues no debatan ideas, puro calificativos denostando de sus antiguos amigos, destilan siempre un odio visceral a todo lo relacionado con su pasado político.
El esfuerzo por desmarcase de su pasado, de sus antiguos amigos es escandaloso, grosero y perverso, carecen de decencia intelectual, pues no tienen respeto de su pasado del cual están distantes u opuestos ahora.
Es difícil entender el extremismo de los conversos, pues llama la atención , la gente no acepta fácilmente las explicaciones de los cambios tan dramáticos de opinión , pareceres o pensamientos, porque no es fácil aceptar que una persona que ha sido tan fanática antes, llegue a la conclusión años después que se han equivocado tanto, nos preguntamos puede una persona estudiosa, analítica, equivocarse tanto, donde estaba su inteligencia, para no darse cuenta, que las ideas, los doctrinas que asumía y defendía con ardor lo convencieron en su momento y luego no lo eran , cambiaron de opinión, entonces la pregunta es , si antes se equivocaron , porque ahora no puede ocurrir lo mismo, que se vuelvan a equivocar.
Esas personas conversas son intelectualmente casos especiales, mas parece un cambio calculado, premeditado, que genera beneficios y privilegios que el sistema otorga a quienes dan ese paso bochornoso, pero el fin es rentable y lo material es lo que cuenta para muchos, antes que una ética y rigor intelectual que no se come.
El cambio de opinión autentico se nota en la manera como se presentan los argumentos, cuando son motivados, cuando hay lógica en su variación, generalmente es una evolución en el análisis de la realidad y en la formulación de alternativas para solucionarlos, pero cuando son motivados por intereses materialistas y de privilegio es lamentablemente abominable.
Siempre la gente coherente en su pensamiento me ha merecido mucho respeto, pero es deplorable escuchar, leer a gente que fanáticamente defendían antes puntos de vista y hoy hacen todos los esfuerzos por desmarcarse, llegando incluso a niveles rabiosos de macartismo, ilógico desde la caída del Muro de Berlín.
Conocí a Andrés Ponce y Ángel Delgado en el fragor del activismo político, universitario llamaron la atención por su elocuencia, su supuesta claridad política, convencieron a muchos, conozco a varios activistas que aun siguen levantando las banderas que ellos les inculcaron y hoy detestan, que contradicción.
Es difícil escucharlos, pero hay que hacerlos, sus discursos no son auténticos, deben ser seguramente los tonos y énfasis que sus nuevos clubes políticos quiere escuchar. Equivocarse tanto, siendo personas inteligentes resulta un problema complejo de entender.