Si no logramos inventar algo diferente en nuestras sociedades para caminar, coexistir y resolver los problemas de la sociedad, hay que resignarse a vivir con los partidos políticos. En tanto eso sea necesario la tarea de cualquier sociedad seria es apostar y construir verdaderos partidos políticos, con diversas tendencias, representando la diversidad de estructuras sociales, de tal modo que no sea necesario ninguna solución al margen de la estructura política del estado.
En cualquier sociedad los problemas van a existir y es bueno que así sea, esos problemas obligan a buscar soluciones y en una sociedad moderna, son los partidos políticos como entes organizados, pensantes, los llamados a buscar, diseñar , soluciones a dichos problemas. El hecho que no estén en el gobierno, no los exonera de dicha responsabilidad, por el contrario, el ejercicio de la responsabilidad politica es permanente, en todos los aspectos de la vida en la sociedad.
Es esa la razón por el que necesitamos verderos partidos políticos que representen los diversos intereses materiales, reales, de la gente, de tal modo, que todo la población tenga mecanismos vía sus expresiones políticas de ser tomados en cuenta. Para que esa representación sea de calidad, es una condición básica, que la democracia política, sea verdadera, realmente dinámica, amplia, con reglas que todos los actores respeten, para que esa convivencia sea pacifica, de lo contrario, será la violencia en sus diversas formas la que reemplace al lenguaje del dialogo, del consenso que debe primar en la sociedad.
La sabiduría del ser humano, nos permite sostener que el consenso no es una utopía, es la capacidad de llegar a ciertos puntos en común, es aquello en concreto en la que podamos coincidir, no es bueno tampoco que estemos de acuerdo en todo, es necesario las diversas miradas, los diversos tonos, los diversos colores, sin embargo, una sociedad que logre puntos comunes mínimos, básicos, es una sociedad que tiene todas las condiciones para surgir, para lograr ello, hace falta no solo tener una democracia dinámica, sino también una cultura democrática, ciudadanos, educados, respetuosos de la ley, respetuosos de las reglas, respetuosos del pacto social .
El estado sus instituciones, la sociedad, no tienen de por si la capacidad de orientar al conjunto en una dirección determinada a enrumbarse hacia el logro de determinados objetivos, sin embargo las sociedades políticas organizadas, con capacidad de leer la realidad, interpretar sus problemas, tienen también la capacidad de bridar las soluciones y alternativas, recogiendo las opiniones, experiencias y dinámicas sociales, es la más llamada a cumplir dicha tarea.
Por eso es importante contar con verdaderos partidos políticos, con mística, con estructuras que funcionan y se respetan, con lideres, con cuadros, con historia, no como las caricaturas que ahora tenemos donde son los lideres de cartón, los que se jactan de tener partido, cierto del desde el punto de vista formal, pero una estafa desde el punto de vista real. Esas membresías políticas que no son partidos, en la práctica son empresas políticas, que bajo la sombra de un líder, de un dirigente con muchos recursos principalmente se articulan para beneficiarse de la participación política, sin control, sin fiscalización, generando para desgracia del país, los nuevos ricos , principalmente en provincias.
Las riquezas, los recurso que tiene el país, se van principalmente fuera y lo que regresa poco, termina dilapidándose en corrupción, en burocracia dorada, así pasan los años, pasan décadas, el país atrasado, sin servicios básicos, situación que no se debe permitir.
Paradójicamente hay estratos de la sociedad vinculados a esta farsa de partidos políticos, que mejoran económicamente a costa del erario nacional, es tiempo de terminar con esa farsa de democracia, es tiempo de apostar, apoyar la articulación y el desarrollo de verdaderos partidos políticos que defiendan lo público y nos ofrezcan caminos de progreso y desarrollo. Esa es la esperanza, habrá que apostar por ello, pese al desconsuelo generalizados, a la desesperanza hecha y convertida en apolítica.