A juzgar por lo que uno lee en las redes sociales peruanas (RSP), los psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos y todos aquellos profesionales dedicados a la salud mental tienen harto trabajo en el Perú. Creo que el problema principal en las RSP no es la ignorancia estremecedora que campea o el infantilismo mental o los gustos aberrantes o el desconocimiento de las más mínimas nociones de ortografía, si nos vamos a los menos malos, sino la cantidad de complejos, resentimientos, odios, frustraciones, agresividad, maldad y envidias que allí inmediatamente se detecta. Ignoro si el COVID-19 hizo tanto daño en la salud mental del 80% de individuos que participan en las RSP y si serían algo distintos y mejores si no se sintiesen camuflados en el anonimato y la distancia, pero es impresionante lo enferma que está la mayoría de aquellos allí presentes. Desde muy joven tenía clarito que el peruano promedio no era un gran tipo. No suele ser un buen padre y sus valores con respecto a sus semejantes están completamente distorsionados por el culto a la pendejada y la angurria. Y Sendero Luminoso nos demostró lo increíblemente crueles y malvados que pueden ser (en pocos sitios del mundo de la posguerra ha habido un grupo sanguinario tan sistemáticamente monstruoso y primitivo). Pero ahora los encuentro mucho peores, a juzgar por lo que les leo en redes (donde les sale lo peor de lo peor), observo en la TV o escucho en la radio. Y las mujeres antes eran bastante mejores, (comenzando porque casi solas sacan adelante la mayor parte de los hogares peruanos más humildes), pero de aquí a unos años se están pareciendo cada vez más a los varones en sus antivalores y agresividad. Me dirán que en todos lados es igual y les respondería que, de acuerdo a las oportunidades que he tenido de vivir y viajar afuera, eso no es cierto (salvo mexicanos, venezolanos y colombianos, que también pueden ser muy malos). Una lástima, pero el peruano en general se ha vuelto muy enfermo y malo, a juzgar por las RSP.