Como extranjera en China ya me he adaptado. Sé que la última y la primera semana del año nuevo gregoriano suelen ser períodos muy ocupados y que el “cansancio de fin de año” empieza unos días antes del “pequeño Año Nuevo” (‘xiaonian’), que es la semana anterior a las festividades.
En Shanghái, donde vivo, la mayoría de la población es de otras partes de China. La ciudad se empieza a vaciar días antes. No es momento de comprar nada en línea porque el eficiente sistema logístico deja de funcionar y si compra tres días antes de Año Nuevo, sus paquetes, simplemente no llegan hasta después de las vacaciones. Hasta hay que abastecerse de agua porque hay un riesgo de que las personas que venden también se hayan ido.
En las diferentes instituciones hay actividades de fin de año. También es momento de reunirse con amigos y se despiden con un “nos vemos el próximo año”.
Para ‘chuxi’ (la noche buena china), Shanghái es una ciudad fantasma. Todo esto sucede siempre en algún momento entre enero y febrero.
Siendo la celebración de, al menos, un quinto de la población mundial, vale la pena detenerse un momento para conocer algo más sobre estas fechas y cómo los cambios tectónicos en la sociedad china han influido en sus tradiciones.
Derrumbando un par de mitos
Desde la fundación de la República de China, se adoptó el calendario gregoriano. Era muy difícil construir una burocracia moderna con una calendario que cambia todo los años. Ya son muchas décadas de usar el sistema. Así que los chinos saben muy bien que este es el año 2024 y se podría decir que nadie, estadísticamente hablando, usa el año cuatro mil y pico.
Lo mismo con los elementos. Salvo que sea un maestro del ‘feng shui’ o ‘i ching’, o alguien que va a consultarle, a la mayoría de chinos les tiene sin cuidado el elemento del año. Basta y sobra con el animal. Nadie saluda con un “feliz año del (animal) o del (elemento)”. Lo importante es la celebración familiar.
Desde la fundación de la República de China, se adoptó el calendario gregoriano. Era muy difícil construir una burocracia moderna con una calendario que cambia todo los años.
En China, las fiestas tradicionales más importantes son las que se rigen por el calendario lunisolar, siendo la principal el Año Nuevo, en la que se conmemora la llegada de la primavera. Esta es una celebración netamente familiar. Para los extranjeros, lograr ser invitados a una cena de Año Nuevo con una familia china es todo un acontecimiento.
El rol de la familia y cómo llegar a ella
En Año Nuevo, hay que intentar volver como sea a casa, es decir, a donde están los padres, pero no siempre son los días más placenteros. Las historias de cómo los jóvenes son interrogados sobre su vida personal son bastante comunes: que si tiene pareja o no; si la tiene, que cuándo es el matrimonio; si son casados, que cuándo tienen hijos. La estructura familiar es la más importante de la sociedad china y los padres son la autoridad máxima. Por eso, son tan demandantes, pero aún así, más importante es la responsabilidad con la familia y los hijos buscan llegar a sus casas, como sea.
Con la fundación de la República Popular China, tampoco se cambió la costumbre de celebrar el Año Nuevo y, probablemente, se fortaleció.
Durante las primeras décadas de la República Popular China, solo se descansaba un día a la semana y había un solo momento de vacaciones: durante el Año Nuevo. Incluso, para muchas parejas, era el único momento del año en el que se veían.
Por ello, era imprescindible viajar. Cuando se aproximaba el fin del año, se iniciaba el movimiento migratorio más importante del mundo que se conoce como ‘chunyun’. Millones de personas tomaban trenes que iban lento, con asientos duros por los que debían pelearse. Algunos hasta se metían por las ventanas para asegurar un lugar.
Hoy en día, el ‘chunyun’ sigue existiendo. Lo que ha cambiado son las condiciones. China ha desarrollado la red de trenes más extensa del mundo que, actualmente, tiene 159.000 km, de los cuales. 45.000 son para trenes de alta velocidad. Solo en 2023, entraron en actividad 3.637 km de vías ferroviarias, de los cuales, 2.776 eran de alta velocidad.
Una profesora me comentó que hace 30 años, el tiempo de traslado en tren de Shanghái a Beijing era de 24 horas. Hoy, en el tren rápido, es de 4,5 horas. En el tren nocturno, 12 horas. Ni en el tren más lento demoran tanto.
Los que viven muy lejos (este es un país de talla continental) tienen la opción de volar a sus casas, algo impensable unas décadas atrás.
Los trenes con asientos duros aún existen para quienes no tengan mucho dinero, para quienes no viajen distancias tan largas o para aquellos despistados que no compraron un billete a tiempo y sí o sí tienen que volver a sus casas.
En 2023, China salía de su primera ola de la covid-19 luego de haber flexibilizado la política sanitaria. A pesar de las dudas por la situación, se registraron un total de 1.600 millones de viajes durante el ‘chunyun’.
Las consecuencias del mayor poder adquisitivo
China es la mayor economía del mundo en términos de paridad de poder adquisitivo. En 2023, tuvo un crecimiento del 5,2 %, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). La misma institución tuvo que reajustar sus predicciones iniciales del 4,4 %. Este crecimiento también influye en las tradiciones de la sociedad china.
La vida, cada vez más demandante, hace que muchas de las personas aprovechen para descansar. Las preparaciones de Año Nuevo cada vez se simplifican más y hay toda una industria de servicios que empieza a suplir ese vacío. Así tengan que pagar el triple o cuádruple a sus trabajadores, como indica la ley, para los negocios sigue siendo rentable.
Las preparaciones de Año Nuevo cada vez se simplifican más y hay toda una industria de servicios que empieza a suplir ese vacío.
Asimismo, la mayoría de personas toma sus vacaciones anuales para tener un descanso más largo. Suelen aprovechar para viajar. La semana siguiente al Año Nuevo chino, los lugares turísticos del país están desbordados. No sólo viajan jóvenes, sino también personas mayores que crecieron en una China pobre y, ahora, quieren aprovechar de ver su país y el mundo.
En 2019, 154 millones de chinos viajaron al exterior. Este número se desplomó durante la pandemia y aún no se recupera. Por un lado, se necesita tiempo. Por otro, debido a los ataques xenofóbicos, muchos chinos se desaniman de salir al exterior al considerarlo peligroso; mientras que el turismo interno bate récords.
En muchos casos, la familia entera viaja junta y usualmente en grupos turísticos.
Desde Occidente, en colaboración con sus vasallos en Asia, han intentado “des-sinificar” el Año Nuevo chino, llamándolo “año nuevo lunar”. Esto es un absurdo en dos sentidos.
Primero, no es el año nuevo lunar, sino lunisolar. Si desea usar esa terminología, hay que hacerlo correctamente.
Segundo, es como si los latinoamericanos empezáramos a decir que el catolicismo es una religión oriunda de nuestra región o que los chinos digan que el budismo es originario de su país. Ya sea por influencia o por colonización brutal, como en nuestro caso, no hay por qué negar el origen de ciertas creencias e ideas.
Si igual no lo quiere llamar “Año Nuevo chino”, mi sugerencia es usar el nombre más formal y que hace alusión a un solo hecho sin importar dónde se encuentre: el inicio de la primavera. En chino se llama ‘chunjie’, y en español “Fiesta (o Festival) de la Primavera”.
Y si desea saludar a alguien sin herir susceptibilidades, basta con decir “feliz Fiesta de la Primavera” o simplemente, “feliz Año Nuevo”. Si lo dice por estas fechas, todos entenderán a qué se refiere.