Para el año 2025, la Amazonía podría perder 23,7 millones de hectáreas de bosque, un área casi equivalente al territorio de Ecuador, según un estudio de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg), el cual utiliza un algoritmo de proyecciones de escenarios posibles. Las regiones que serán más afectadas, según el estudio, son Maranhao, Piaui y Pará, en Brasil; Santa Cruz y Cochabamba, en Bolivia; y Ucayali y Huánuco, en Perú. Datos recientes apuntalan las proyecciones para Bolivia: al 2022 este país ha duplicado su promedio anual de deforestación. Todos los países tienen en común políticas públicas y presupuestos reducidos para el control y monitoreo del bosque.
Por Jonathan Hurtado
ESCENARIOS. Estudio advierte que el territorio del pueblo indígena kakataibo en Perú es una zona de muy alta presión por parte de invasores.
Brasil, Bolivia y Perú encabezan una lista de países que podrían ver desaparecer millones de hectáreas de selva sin lograr hacer algo significativo al respecto. La deforestación en la Amazonía sigue en ascenso a causa de la ampliación de la frontera agropecuaria y la minería, según el estudio Deforestación en la Amazonía al 2025, de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg).
La actividad agropecuaria y la minería aurífera están presentes en siete de los nueve países que comparten Amazonía, mientras que, en Guayana Francesa y Surinam, solo destaca la minería como causa de deforestación.
Entre el 2001 y el 2020 la actividad agropecuaria fue responsable del 84% de la pérdida de cobertura boscosa en la Amazonía. La expansión de esta actividad muchas veces ocurre “sin ordenamiento o planificación, inducida por un modelo de desarrollo que privilegia el aspecto económico en detrimento del socioambiental”, alerta el análisis de la Raisg.
El estudio Deforestación en la Amazonía al 2025 tiene como principal atributo que logra proyectar escenarios probables de deforestación para toda la Región Amazónica, que, para la Raisg, abarca no solo lo que conocemos como cuenca amazónica, sino que además considera tramos de transición con otros biomas, como los Andes, el Cerrado, el Chaco y el Pantanal.
LA EXPANSIÓN DE LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA MUCHAS VECES OCURRE SIN ORDENAMIENTO O PLANIFICACIÓN, SOSTIENE EL ESTUDIO”.
Mediante el uso de mapas satelitales en alta resolución y un algoritmo especializado, el cual fue programado con variables lo más homogéneas a todos los países, el estudio logra proyectar tres escenarios posibles: optimista, moderado y pesimista. Para ello, también fue necesario contar con información sobre la deforestación de bosques amazónicos de los años 2001 al 2020.
Así, en un escenario pesimista, la deforestación del periodo 2021-2025 en la Amazonía alcanzaría un total de 23,7 millones de hectáreas, un área casi equivalente al territorio de Ecuador. En un escenario moderado, esta deforestación sería de 16,5 millones de hectáreas y, en un escenario optimista, de 9,4 millones de hectáreas.
Con base en las variables de condición de terreno y accesibilidad analizadas —explica el estudio— las áreas con mayor riesgo de deforestación se concentran al este de Brasil, en los estados de Maranhao, Piaui y Pará; en Bolivia, en los departamentos de Santa Cruz y Cochabamba; y en Perú, en los departamentos de Ucayali y Huánuco.
A nivel regional, el modelo de desarrollo que privilegia el aspecto económico por sobre los demás está vinculado al desencadenamiento de eventos climáticos extremos, como sequías prolongadas y tormentas. “Lanzamos carbono a la atmósfera y eso suma al cambio climático”, advierte Sandra Ríos Cáceres, experta del Instituto del Bien Común (IBC) y una de las autoras del estudio de la Raisg, a OjoPúblico.
“Por un lado, los países asumen compromisos internacionales y, por otro, se aprueban programas de reactivación económica que afectan directa o indirectamente a los bosques”, cuestiona Ríos.
ILEGAL. La minería aurífera está presente en toda la Amazonía. Es realizada por colonos y en algunos casos participan miembros de las propias comunidades.
Foto: OjoPúblico
Proyecciones
De acuerdo al estudio, Brasil y Bolivia son los países con los pronósticos menos alentadores. En un escenario pesimista, entre los años 2021 y 2025, el país más grande de Sudamérica sufriría una deforestación de 20,4 millones de hectáreas, el equivalente a la mitad de la superficie de Paraguay. En un escenario moderado, esta deforestación alcanzaría las 13,8 millones de hectáreas y, en el escenario optimista, sería de 7,1 millones de hectáreas.
Según el estudio de la Raisg, detrás de la deforestación ilegal en Brasil están unos pocos y grandes propietarios de tierra que tumban el bosque a ritmos frenéticos. No se trata de ribereños ni de comunidades tradicionales ni agricultores familiares, aclara el estudio.
El caso de Bolivia es emblemático. Desde agosto del 2019, Bolivia exporta carne de res a China, un mercado de más 1.400 millones de habitantes. El impulso que esto le dio a la ganadería no tenía precedentes. Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior, en los primeros siete meses del 2022, el país había conseguido exportar mucho más que todo lo exportado el año anterior.
Marlene Quintanilla, directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), asegura que la ganadería en Bolivia se ha convertido en una causa principal de deforestación amazónica, debido al gran espacio que requiere el ganado y sus pastos.
Según la Raisg, en su escenario pesimista, Bolivia perdería casi 1,3 millones de hectáreas de bosques entre 2021 y 2025, esto es el equivalente a casi la tercera parte del departamento de Tarija. En los escenarios moderado y optimista, en tanto, lo deforestado sería de 1,08 millones y 880.500 hectáreas de bosques respectivamente.
BOLIVIA. Según las proyecciones del estudio, en un escenario pesimista, el país perdería casi 1,3 millones de hectáreas de bosques entre 2021 y 2025.
Foto: Manuel Seoane / Rainforest Journalism Fund
Asimismo, Quintanilla adelantó información del mapa de deforestación para Bolivia al 2022 —realizado por FAN, Raisg y Mapbiomas—, que muestra que en el país la deforestación ha alcanzado cifras nunca antes registradas.
En 2021, se deforestaron 364.000 hectáreas y, en 2022, 429.000. Según explicó, la deforestación en Bolivia entre el 2001 y el 2020 estaba en promedio por debajo de las 200.000 hectáreas o máximo 250.000 por año, por lo que las nuevas cifras marcan un récord histórico.
En Bolivia la deforestación también se vincula a la acción de los menonitas, un grupo religioso protestante que lleva décadas en el país, pero que ha intensificado su acción en los últimos años.
En cuanto a los escenarios posibles para el Perú, el estudio de la Raisg señala que, en un contexto pesimista, el país podría perder 857.000 hectáreas entre el 2021 y el 2025, equivalente al doble de la superficie de la región Tumbes. En un escenario moderado, la pérdida de bosque para ese mismo periodo sería de 784.000 hectáreas y, en un escenario optimista, la deforestación sería de 711.000 hectáreas.
En Perú, la deforestación se da por múltiples causas, como la agricultura a gran y pequeña escala, el tráfico de tierras —incluyendo el que se da para dedicar las áreas a monocultivos—, la tala ilegal, la minería ilegal de oro, el cultivo de hoja de coca y la construcción de vías terrestres, advierte algunas fuentes, como la propia Raisg.
Ecuador es el país con las proyecciones más controladas. Según explica Sandra Terán, de la fundación EcoCiencia y una de las autoras del estudio, la deforestación que más llama la atención es la que está ocurriendo en la Amazonía sur de dicho país, una zona de altura donde se realiza minería aluvial.
“En el sur, hay una concesión minera manejada por el Estado ecuatoriano, que es la del Cóndor Mirador. Es una minería a cielo abierto que ha causado muchísimo impacto y ha contado con permiso del Estado para deforestar, y esto también ha permitido la entrada de mucha minería ilegal, aluvial y cierta minería de socavón”, cuenta Terán.
Asimismo, explicó que los monocultivos —palma y cacao, principalmente— han sido uno de los factores causantes de la extensión de la frontera agrícola en Ecuador. Igualmente destacó la presencia fuerte de lotes petroleros en la Amazonía norte del país, lo cual se vincula a la deforestación, indicó.
Aunque la pérdida de bosques se asocia más a actividades ilegales, lo cierto es que también existen actividades legales o formales que causan deforestación o ejercen una presión constante.
De acuerdo al estudio de la Raisg, los bloques petroleros ocupan el 9,4% de la superficie de la Amazonía y el 43% de esta extensión se encuentra dentro de territorios indígenas y áreas naturales protegidas.
Las vías terrestres
Además de la minería y la ampliación de la frontera agropecuaria, un factor que impulsa la deforestación, según señala el estudio, es la construcción de infraestructura vial. Sobre todo, las carreteras que dan acceso al bosque natural y facilitan el movimiento de materiales, pasajeros y, también, de madera que se extrae para abrir tierras a diferentes tipos de cultivos o la ganadería extensiva.
El estudio aborda el caso del pueblo kakataibo. Las invasiones y el tráfico de tierras han agudizado los conflictos en Ucayali y Huánuco, que es donde este pueblo indígena se ubica y, precisamente, son las regiones donde se producirán los mayores impactos de deforestación en Perú al 2025, según el estudio. La creación de carreteras y trochas ha facilitado la llegada de los invasores.
El documento explica, además, que dichas vías no están registradas ni mapeadas en las bases oficiales obtenidas del Ministerio de Transporte, pero se pueden observar mediante imágenes satelitales.
PERÚ PODRÍA PERDER 857.000 HECTÁREAS ENTRE EL 2021 Y EL 2025, EQUIVALENTE AL DOBLE DE LA SUPERFICIE DE LA REGIÓN TUMBES”.
Iris Olivera Gómez, especialista de la organización civil Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR), sostiene que lo que está generando más alarma son las vías distritales. “Si bien es cierto que su tramo es corto y podrían parecer insignificantes o de un bajo impacto, no es lo mismo tener 10 carreteras distritales a 100 o 1.000. Entonces, el impacto acumulativo es fuerte”, explica.
Las carreteras surgen como parte de las promesas hechas en tiempos de campaña política —señala Iris Olivera—, en los procesos de elección de autoridades locales. “Las presentan como un motor para la reactivación económica. Sin embargo, muchas veces, al no tener una gestión o una planificación, las carreteras se vinculan a actividades ilegales y facilitan la invasión u ocupación del territorio boscoso”.
Recalca, además, que antes de construir una carretera, los gobiernos deben establecer medidas previas y salvaguardas para que no se genere deforestación ni se ponga en riesgo a las comunidades. Estas medidas previas tienen que ver con que se titule sus territorios y se aseguren servicios básicos.
Las vías informales dan acceso a otras actividades, como el cultivo de hoja de coca y el narcotráfico, resalta por su parte Sandra Ríos del IBC.
AMENAZADO. Herlin Odicio ha tenido que dejar su comunidad debido a las amenazas que recibe. En marzo, se registró la más reciente.
Foto: OjoPúblico / Leslie Searles
Comunidades indígenas: las que mejor protegen la Amazonía
Herlin Odicio Estrella, presidente de la Federación Natia de Comunidades Kakataibo (Fenacoka), es uno de los tantos líderes indígenas amenazados por defender su territorio ancestral de actividades como la tala ilegal y el narcotráfico en Perú.
Según la organización Global Witness, entre 2012 y 2021, 342 defensores de la tierra y el medio ambiente fueron asesinados en Brasil. En Colombia fueron 322 y, en Perú, 51. Debido a las amenazas, Odicio Estrella ha tenido que dejar su comunidad, en la región Ucayali, para no quedar expuesto a algún ataque y ser uno más en esa lista.
A casi 500 kilómetros de Lima, el último 8 de abril, fue asesinado el líder indígena asháninka Santiago Contoricón Antúnez, quien llevaba varios años en una lucha frontal contra el narcotráfico que opera en la selva central. “Tenemos a otro líder asháninka que ha sido asesinado, no queremos que haya más. La Policía y la Fiscalía deben actuar”, dijo Odicio Estrella a OjoPúblico.
Sandra Ríos, del Instituto del Bien Común, alerta sobre esta presión. “Si vemos un mapa de la deforestación de la Amazonía peruana y vemos donde están las principales áreas ya deforestadas, y las presentamos en polígonos o áreas en rojo (…), lo que vamos a observar es que las comunidades se están convirtiendo en islas.”
Sobre la actuación de los pueblos indígenas y la protección de los bosques amazónicos, Sandra Terán, de Ecuador, destaca que, por los datos obtenidos para el estudio, “los territorios indígenas son, en realidad, uno de los mejores conservados y son lo que obviamente están captando más carbono”.