Los daños a la vida, la salud, las viviendas y el trabajo de decenas de personas y familias a consecuencia de la falta de medidas preventivas en Huánuco, podrían ser la oportunidad para cortar con la impunidad política de los responsables de la imprevisión de situaciones previsibles, como son las crecidas de ríos y deslizamientos de rocas en cerros aledaños a carreteras en época de lluvias. En efecto, la muerte de 4 personas y las lesiones de otras 4 en el distrito de Puños, provincia de Huamalíes, a causa del deslizamiento en el cerro Goñoj, no ha sido un caso fortuito, sino una consecuencia de la ausencia de badenes o barandas en las vías huanuqueñas.
Asimismo, las viviendas y cultivos afectados en Ambo, Tomayquichua, San Rafael, Conchamarca, Huánuco, Amarilis, Pillcomarca, Cauri, no son por lluvias que caen todos los años por estos meses, sino por imprevisión ante ellas. Como dijo un ciudadano afectado en Huayopampa: “Esto es por descuido del Gobierno Regional de Huánuco. Siempre hemos pedido una defensa ribereña, pero no han hecho nada”. Algo similar podrían decir los más de mil afectados en sus 488 casas dañadas o 400 hectáreas de cultivos arrasadas, según reportes de fines de la semana pasada. En general, la respuesta tardía de las autoridades y la ausencia de estrategias de mitigación revelan una problemática estructural: las administraciones públicas nacionales y regionales carecen de un enfoque preventivo de los desastres anunciados. Ni siquiera cuándo la prevención es de cortísimo plazo: ya a mediados de noviembre cuando una intensa lluvia generó desbordes y deslizamientos en Huánuco, el director de Defensa Civil, refiriéndose a los daños sufridos por los vecinos de San Luis, en Amarilis, indicó que “Han considerado cunetas como si estuviéramos en la costa”, advirtiendo que nuevos huaicos seguirán causando daños a casas. En general, se viene advirtiendo de la falta de obras adecuadas a la geografía de Huánuco, desde hace años.
Esto no siempre fue así: como ha resaltado el periodista ambiental Ciro Cornelio, el puente Calicanto, construido en piedra caliza labrada a mano, unido con técnicas heredadas del virreinato, permanece como evidencia de que la previsión y la adecuación a la naturaleza pueden generar estructuras duraderas. Esta ingeniería centenaria contrasta con la falta de planificación y la negligencia en la gestión del riesgo que caracteriza las gestiones locales, regional y nacional actual. Es poco probable que se hayan sobrevalorado las claras de huevo, la cal, las piedras y las retribuciones de quiénes construyeron el puente Calicanto, no pudiendo decirse lo mismo de obras contemporáneas.
Mientras tanto, en medio de la emergencia, el gobernador regional solicitó al Consejo Regional autorización para viajar a España (1-4 de abril) y Brasil (19-23 de mayo), para participar en foros sobre desarrollo económico y gestión forestal. Estos viajes —el quinto y sexto de su gestión— fueron aprobados por el Consejo regional, sin mayor evaluación sobre su pertinencia ni su impacto en la mejora de los servicios de responsabilidad del gobierno regional. De este modo, se consagra la impunidad por la irresponsabilidad, lo cual es un incentivo para repetir la imprevisión dañina en este año.
Nos corresponde cortar con dicha impunidad, exigiendo con acciones directas la atención detallada de las zonas de alto riesgo y asegurándonos de que las personas y organizaciones políticas vinculadas a esta gestión regional, así como otras con la misma irresponsabilidad, no vuelvan a dirigir los recursos del Gobierno Regional.
