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Opinión

Pier Paolo Marzo: ¿Los distintos carnavales nos muestran distintos Perús?

El domingo 19 de febrero fue el día principal de las celebraciones institucionales del Carnaval en varias ciudades de Perú. Si bien siempre cada ciudad en la que se celebra muestra particularidades, estas se referían a los personajes populares que asumen roles en las festividades – “Don Calixto” versus “No Carnavalón” por ejemplo – o a los estilos de danzas y coplas de las comparsas participantes, ya sean barriales o institucionales. En cambio, este año, los carnavales han puesto en evidencia dos aspectos de fondo: de un lado, las distintas, a nivel extremo, sensibilidades sociales y culturales presentes en nuestro país, y de otro, el aprovechamiento de las fiestas para objetivos políticos por parte de los servidores públicos involucrados.

¿Cómo ha participado la ciudadanía según coordenadas geográficas? En Cajamarca, al Norte de Perú, la participación ciudadana en el Carnaval, ha sido masiva. A los residentes se sumaron los integrantes de la diáspora cajamarquina en todo el Perú, que tienen en sus carnavales su gran festividad de reencuentro, más turistas que vieron una oportunidad de divertirse lejos de la convulsión social que sacude el centro y sur de Perú. En otros lugares, como el barrio Belén en Iquitos, también se ha vivido con algarabía, ajena a lo que ocurre en latitudes centrales y sureñas.

Por el contrario, en Puno, se suspendió la gran fiesta de la virgen de la Candelaria, por considerar sus organizadores que no correspondía una festividad en medio del luto por sus conciudadanos asesinados el mes pasado.

En Ayacucho, se mantuvo el carnaval ayacuchano; pero con coplas sumamente críticas al ilegítimo régimen de Dina Boluarte, con letras adecuadas a un pueblo que ha sufrido el estigma del terruqueo y el asesinato de hermanos compasivos como Edgar Prado.

¿Y cómo han actuado los gobernantes locales y regionales? En Cajamarca el alcalde ha asumido con entusiasmo la organización del carnaval, llegando a intervenir incluso en el concurso de reinas barriales, que ha sido tildado de fraudulento por parte de la ciudadanía. Y ha impulsado una agresiva campaña de promoción turística, la cual se alineó con el sentir popular mayoritario.

Igual alineamiento entre autoridades locales y regionales electas se dio en Puno; pero para evitar cualquier celebración en medio del duelo por los conciudadanos  asesinados, varios de ellos en acción solidaria, como el internista de Medicina Marco Antonio Samillán o la adolescente activista animalista Yamileth Aroquipa Hancco.

En cambio, en Ayacucho, el gobernador regional promovió un desfile de comparsas institucionales e invitó a las entidades sociales a participar. Pero las comparsas sociales y barriales actuaron en sus propios tiempos.

En Huánuco, la gobernación regional y varios gobiernos locales como los de Tomayquichua, Huánuco y Leoncio Prado, impulsaron desfiles institucionales de carnaval, que se sumaron a participaciones desordenadas de adolescentes y jóvenes.

En suma, las actuaciones opuestas en el tiempo de carnaval, que precede a la Cuaresma cristiana, expresando el desenfreno social que precede al recogimiento espiritual, nos muestran un Perú con mucha desconexión entre sus integrantes, casi como si hubieran varios Perús dentro del territorio de un Estado que no parece avanzar hacia una Nación. Atender esta realidad será uno de los desafíos más importantes del proceso constituyente que tendrá que venir.

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