Nos hemos enterado, de un lado, del aumento de la pobreza y la pobreza extrema en todo el Perú. Es decir, de las personas a las que no les alcanza para comer todos los días. Y de otro lado, de que el año 2023 la presidenta Dina Boluarte se dio una licencia a sí misma, informalmente (ella tiene derecho a vacaciones, que deben registrarse) para hacerse una cirugía estética. Esto, sumado a su compulsión por el uso de joyas y relojes costosísimos y que ella no podría pagar con su sueldo, nos muestra una venalidad extrema, que tiene como correlato el descuido total de las políticas en favor de la población, especialmente de la más vulnerable.
Como anotamos en una columna anterior, esta venalidad y desprecio por la ciudadanía, al igual que la mayoría congresal que se aumenta los ingresos en cerca de 3400 soles mensuales y decide gastar 15 millones de soles en baños, están ocasionando un descuido de la calidad de los servicios y acciones en todos los sectores: Seguridad ciudadana, Salud, Educación, Ambiente, entre otros, para perjuicio de todas las personas en Perú. Ya se había informado que el año 2023 el producto bruto interno (la producción total) había caído un 0.55%, el peor resultado desde 1998, excluyendo el impacto de la pandemia. Y ahora tenemos que ese mismo 2023 la pobreza monetaria aumentó en 1,5 puntos porcentuales respecto al año 2022[1] (que ya había aumentado respecto del 2021), llegando al 29,0% de la población del país. Esto implica 9 millones 780 mil personas pobres (personas con menos de 446 soles mensuales para gastar), 596 mil de ellos, nuevos, “gracias” a Dina Boluarte y la mayoría congresal de Fuerza Popular, Avanza País, Renovación Popular, seguida de Alianza para el Progreso, Perú Podemos y Acción Popular, con sus aliados Perú Libre y sus derivados. A ellos también se les debe el incremento de 249 mil personas más que en el año 2022 en la situación de pobreza extrema, o sea que ni pueden comer todos los días, con 251 soles de gasto mensual, que suman 1 millón 922 mil personas, el 5,7% de la población.
Y ya que acabamos de celebrar el día de la madre, la data del informe nos dice que los hogares pobres jefaturados por mujeres presentaron un incremento de 3,0 puntos porcentuales al pasar de 54,2% en el año 2022 a 57,2% en el 2023. De entre ellos, más de un tercio, 34,2% es dirigido por madres solteras: jefa sin cónyuge, pero con hijos.
Para que no quede duda de que el incremento de la pobreza es consecuencia del deterioro de los servicios y políticas públicas a causa de que Dina Boluarte y sus ministros, con su mayoría congresal, se encuentran enfocados en sus veleidades personales, también han aumentado indicadores de pobreza multidimensional: creció en 4,2% la población urbana víctima de algún hecho delictivo, alcanzando el 27,1%; aumentaron los estudiantes de segundo grado de secundaria que no alcanzaron los objetivos de aprendizaje esperados en Lectura y Matemática, llegando a 81,6% y 88,7%, respectivamente; y aumentó en 1,6% la población sin agua gestionada de manera segura, que ahora llega al 73,7%. En educación y saneamiento, las cifras son de escándalo y merecen una revisión detallada. Aunque son lógica consecuencia de los ataques a la educación perpetrados por las referidas bancadas congresales, así como de la corrupción e incompetencia descontroladas en el sector Vivienda y saneamiento. Mientras que, en seguridad ciudadana, la estadística confirma lo que percibimos diariamente: ministros del Interior ocupados en servir al hermano de Dina Boluarte, hostigando a policías que cumplen su deber y dejando actuar a todo tipo de delincuentes, incluso a organizaciones terroristas vinculadas a la minería ilegal que el miércoles 8 de mayo volaron con explosivos (facilitados por una ley del Congreso que limita su comiso) otra torre de alta tensión en La Libertad.
Ante ello, nos corresponde acelerar el cambio de gobierno. Dado el ajenamiento del Ejecutivo y la mayoría congresal de la realidad, no es esperable que Dina Boluarte renuncie como correspondería. Así que nos queda movilizarnos masivamente a fin de presionar a los congresistas que elegimos para que la destituyan vía el procedimiento de la vacancia o el de la acusación constitucional, o, mejor aún, que aprueben un recorte de los períodos presidencial y congresal a 4 años, aplicable al actual período. E iniciar un proceso de recambio electoral que concluya el 2025, que será oportunidad para detener el declive en el que nos encontramos.
[1] Conforme datos del informe “Perú: Evolución de la pobreza monetaria 2014-2023” del Instituto Nacional de Estadística e Informática. Aquí: https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/6324788/5558423-peru-evolucion-de-la-pobreza-monetaria-2014-2023%282%29.pdf?v=1715270959