Como lo vimos tras la primera vuelta de las elecciones brasileñas, que coincidió con nuestras elecciones regionales y municipales, nuestro vecino país Brasil cuenta con un sistema electoral muy eficiente y ya tenemos los resultados definitivos de sus comicios en segunda vuelta, siendo un país con más de 156 millones de electores (más de 6 veces los 24 millones en Perú) y 8 millones y medio de kilómetros cuadrados (más de 6 veces el millón 285 mil 216 de Perú).
¿Cómo cuentan tan rápido? Con voto electrónico. Es decir, desde 1996 son máquinas interconectadas los que reciben los votos y quiénes hacen las operaciones mecanizadas de suma de los mismos. Eso además reduce la oportunidad de impugnaciones. Como en muchos países con fuerzas antidemocráticas fuertes, incluyendo Estados Unidos, los perdedores gritan “fraude” cuándo pierden (y guardan silencio cuándo las mismas reglas y autoridades electorales les informan de su victoria, como acaba de pasar en Lima). Pero como ya hemos visto en Estados Unidos y Perú, esos gritos no tienen nada que ver con el sistema electoral, así que una primera lección que nos da nuestro vecino gigante es la necesidad y posibilidad de pasar al sistema electrónico de votos y de conteo. Con medidas de seguridad, como la posibilidad de que la máquina de sufragio envíe mensajes de confirmación a los personeros, para que ellos puedan hacer su conteo paralelo. O incluso, que emita un comprobante de voto físico, que se use para tranquilizar a los creyentes en teorías de la conspiración.
¿Qué propuso el ganador que nos interesa? Luis Ignacio “Lula” da Silva, sacó una ventaja de más de 2 millones de votos sobre su contendor, que se convirtió en el primer presidente electo bajo la Constitución vigente que pierde una reelección al período presidencial de 4 años. Lula ganó a pesar de una campaña de engaño masivo de Bolsonaro y sus seguidores, que, como acá, agitó la mentira de “la amenaza comunista” de la conversión de Brasil en otra Venezuela y su sometimiento a los dictados del gobierno de Cuba. Lula también tuvo que enfrentar la mentira de que perseguiría a los miembros de religiones ultraconservadoras, además de lidiar contra el clientelismo generado por ayudas extraordinarias del Estado que en el período electoral habrían sumado aproximadamente el equivalente a 4 mil millones de dólares. Así que antes de revisar sus propuestas, conviene revisar la agenda común que tenemos de combate de la desinformación, paradoja en un mundo caracterizado por la facilidad universal de acceso a informaciones públicas. Otra paradoja fue el apoyo de nuestro escritor Mario Vargas Llosa al perdedor candidato de la desinformación agresiva.
Ya en positivo, Lula ofrece una serie de medidas para impulsar la inversión pública y privada en todos los estados brasileños (y lo que ocurra en los fronterizos con Perú nos afecta de manera inmediata), pero al mismo tiempo, darle a los trabajadores de Brasil una nueva legislación laboral a partir del diálogo social entre entre trabajadores, empresarios y el gobierno, así como un aumento de la remuneración mínima y de la subvención a las familias más pobres. Es decir, ofrece crecimiento en todos los eslabones de la cadena productiva, lo que para nosotros implica una ampliación de mercados para nuestros productos.
Además ofreció una transición energética y ecológica en la industria minera, apoyo a la agricultura familiar y un Ministerio de Pueblos Indígenas para terminar con la minería ilegal y deforestación en comunidades originarias. Resalta especialmente su propuesta de Deforestación cero en la Amazonía. En este punto, los gobiernos regionales que tienen entre sus retos la deforestación contínua de los bosques amazónicos, como Huánuco, San Martín, Amazonas, Loreto, Ucayali, Junín, Pasco y Madre de Dios, bien podrían asumir un papel de impulso de alianzas con los promotores de las medidas de cuidado forestal en el vecino país.
Un aspecto que nos toca de manera general es el impulso que probablemente le dé Lula al liderazgo internacional de Brasil, vía el impulso de la alianza BRICS, que suma a su país con Rusia, India, China y Sudáfrica, tanto como el reimpulso de la CELAC y UNASUR, foros de integración a nivel latinoamericano y sudamericano, respectivamente, en los que Perú podría participar más a fin de dejar de simplemente recibir las consecuencias de la política internacional, y ser también actor efectivo de la misma.
En general, la victoria de Lula es una buena noticia para peruanos y peruanas. Esperemos que podamos aprovecharla.
Pier