La primera encuesta electoral nacional del 2025 muestra que el enorme descontento con los representantes del régimen congresal actual se proyecta hacia las elecciones generales del siguiente año, con una demanda ciudadana por nuevos liderazgos, personales y colectivos. Lamentablemente, la empresa encuestadora no hizo el esfuerzo de explorar sobre las personas que encarnarían esa demanda de novedad en las candidaturas. En efecto, a pesar de que el 61% de los encuestados y encuestadas indicó preferir una candidatura nueva en la política, los encuestadores y encuestadoras insistieron en presentarles tarjetas con las mismas candidaturas de elecciones pasadas, en lugar de permitir que los encuestados propusieran nombres en hojas en blanco. La presentación de tarjetas para que la persona encuestada escoja de entre ellas, sesga los resultados al limitar las opciones a figuras ya establecidas. Un método más abierto, aunque más laborioso, habría permitido captar con mayor precisión las preferencias de la ciudadanía por candidaturas nuevas y emergentes.
En todo caso el 44% de los futuros electores indicó que no votará por ninguno de los candidatos presentados en las tarjetas (14% no precisa y 30% votaría en blanco o viciado) y un 51% afirma que no votaría por los partidos políticos actuales (30% indicó votar blanco o viciado y 21% no precisa). Este rechazo es aún más contundente respecto de las candidaturas congresales: el 81% de las personas encuestadas prefiere votar por partidos que no estén representados en el actual Congreso. Estas cifras, además del rechazo evidente a los actores partidarios de las bancadas congresales sugieren una demanda por un cambio radical en el sistema de representación política, algo adelantado en artículos anteriores.
Del rechazo a la propuesta, con espacio para el diálogo
En ese contexto, resulta relevante que el 11% de los encuestados prefiera un liderazgo dialogante y dispuesto a buscar consensos. Aunque se trata de una minoría, no es desdeñable en un contexto donde el 39% busca un líder fuerte y con mano dura, y el 23% prefiere uno que promueva el desarrollo económico, cifras alineadas con las principales preocupaciones de la ciudadanía: la delincuencia (26%) y la situación económica (26%, que resulta de sumar el 14% del costo de vida, el 7% del desempleo y el 5% de la pobreza). Aunque nuevamente las preguntas cerradas en los términos escogidos por la encuestadora no permiten adentrarnos en el real tipo de liderazgo apreciado por las personas encuestadas, es notable que más de una de cada 10 de ellas apueste por el diálogo y el consenso. Esta importante minoría puede ser base para que la exigencia de novedades en el repertorio electoral se encamine hacia liderazgos políticos partidarios que combinen firmeza contra las delincuencias – incluida la que ha penetrado el Estado -, atención a las urgencias económicas de las mayorías, y métodos dialogales y por tanto realmente democráticos para llegar a los respectivos resultados.
